3: Dinero

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Me estaba empezando a inquietar, todo tipo de ideas rondando en mi cabeza. ¿A donde los llevaban? ¿Al mismo sitio que a Eliana? ¿Acaso... nos estaban matando uno a uno? Eso no tiene sentido. Nos tendrían que sacar algún uso antes, ¿no? Por algo nos alimentaban... ¿no?

Con el hombre tardaron más en volver. Las dos siguientes prisioneras (nunca pensé que utilizaría esa palabra en una escena tan real como esta) que cogieron lloraron y patalearon. Cuando llegó mi turno, a pesar de estar sollozando no me resistí. Las lágrimas bajaban como cascadas por mis mejillas según me arrastraban por el campamento. Me fui dando cuenta de lo grande que era y la cantidad de piratas que habían. Si alguna vez tuve alguna esperanza de tener un plan de escape, todas se aplastaron ante la obviedad. No iba a salir de aquí. Sollocé más fuerte.

Todo estaba hecho de pequeñas chabolas, alguna que otra elevación hecha a base de madera donde colgaban lo que quiero pensar que son animales degollados. Soné mi nariz, un inútil intento de dejar de llorar. Entramos en una choza un poco mejor hecha, aunque estaba vacía. Solo había una silla, pero cuando busqué con la mirada algún mueble más, me paré en seco.

Vaas.

No quería que me dejasen a solas con él. Simplemente no lo podía asimilar, o siquiera permitir. Me resistí, intentando golpear a los piratas que me arrastraban a la silla. No, no, no. Susurré ''no, no, no'' incontables veces mientras ataban con fuerza mis muñecas a la silla, igual que mis tobillos. La carne que había tenido un pequeño descanso fue desgarrada de nuevo por la cuerda, pero no me quejé. Ahora solo temblaba. Temblaba porque los piratas se iban. Temblaba porque tenía toda la pinta de estar a punto de ser torturada. Temblaba porque el jefe de los piratas no había abierto la boca desde que entré. Temblaba porque estaba demasiado ocupado con los artefactos metálicos que estaban en la mesa sospechosamente oscura.

Los fluorescentes que iluminaban pobremente la habitación hacían brillar la espalda de mi captor. Observé su espalda, ancha por los hombros y un poco más estrecha en las caderas. Tenía cicatrices, algunas disimuladas por el moreno de su piel. La camisa, de un rojo desgastado, tenía manchas de lo que parecía ser aceite, sudor y sangre (para variar). Su cuerpo se viró con rapidez, pillando por sorpresa mi escáner.

—I've always liked movies, haven't you?—emitió una pequeña risa, como si el supiese un chiste que yo no—. We're gonna play a little game called ''send the fucking money''—volvió a darme la espalda, hablando—See, the thing is...—cogió un cuchillo, dando pequeños pasos hacia mi—...I need you to behave—Acaricia mi mejilla con el filo del arma, un escalofrío bajando por mi columna vertebral—¿Harías eso por mi, huh?—

Nuevas lágrimas empapaban mi cara al sentir el cuchillo en mi garganta. Asentí como pude, presa de los temblores.

—Let's see how good of an actress you are, hermana—.

Cogió lo que parecía una cámara, encendiéndola y apuntándome. Mi pequeño llanto no había cesado, y viré la cara, incómoda. Se acerca a mi, lentamente.

—Hi—dice manteniendo la lente innecesariamente cerca de mi rostro—.

Mi pequeño llanto no se detenía, y bajé mi cabeza en un intento de evadir su presencia. Rápidamente me agarró la cara con fuerza, forzándome a estar expuesta.

—Fucking rude of you, you know? Not to fucking answer—.

Cerré los ojos notando como las lágrimas se deslizaban por mis sienes.

—Hi—susurro y su firme agarre se va aflojando.

—C'mon, tell'em your name—.

A este punto su agarre había resbalado hasta mi cuello, donde se había quedado. Una de sus piernas estaba entre las mías, invadiendo mi espacio personal casi completamente.

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⏰ Última actualización: Mar 13, 2020 ⏰

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addicted || Vaas Montenegro (FarCry3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora