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Sam Uley estaba en negación, había hablado de su encuentro con los ancianos del consejo, y ellos no tenían duda que se había imprimado

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Sam Uley estaba en negación, había hablado de su encuentro con los ancianos del consejo, y ellos no tenían duda que se había imprimado.

Sin embargo, había un deje de dolor en los ojos de Harry Clearwater sabiendo de antemano que esto causaría un gran dolor en su familia.

Sam había estado solo dos días sin haber vuelto a ver a Charlotte y su ausencia le dolía, por lo que solo se enfocaba en su trabajo.

El característico olor a lavanda de Charlotte llegó a sus fosas nasales, sintió una agradable sensación en su pecho cada vez que su olor se volvía más fuerte.

—¿Qué tal Sam? —La chica asomó su cara por la puerta del taller y enseñó las galletas que esta vez había cocinado.

Sam la miró embobado, no creyendo que ella hubiera venido solo para darle unas galletas.

Desde antes de siquiera convertirse en lobo se había percatado de la buena química que él y Charlotte tenían, pero esta era opacado por el amor a Leah.

—Seth se las sigue comiendo, y ahora mamá dice que en cualquier momento él rodará por las escaleras.

—Así que ahora quieres que yo sea quien ruede. —Sam bromeó.

Charlotte se sonrojó y habló nerviosamente. —N-no, me refería a eso.

—Está bien, Lottie. —Sam aceptó las galletas. — Gracias por los galletas, son lo mejor que he probado desde hace tiempo.

Ella asintió.—He venido porque has estado raro últimamente, ¡Desapareciste por dos semanas!

—¿Estas preocupada por mi?

—Si —La chica asintió. —D-digo si, pero no sólo yo.

—Gracias Charlotte. —Sam Uley sonrió. —Pero no tienes que preocuparte, ahora estoy mejor.

Charlotte pensó que lo decía con otro sentido, pero no supo a qué se refería.

Sam Uley creía que si ignoraba eso de la imprimación, tal vez solo así podría seguir con Leah. ¡Incluso estaba en planes de comprometerse!

Pero con la reciente visita de Charlotte sólo le dejaba en claro que no podría, ella se había convertido en su todo.

🌊

Los hermanos Clearwater siempre peleaban, ya sea por que Charlotte tomó ropa de Leah sin su permiso, o porque Seth dejaba la tapa del baño arriba, y de vez en cuando la casa se llenaba de gritos por sus peleas, pero después de todo se querían y protegían.

—Seth, ¡¿Te comiste mis Cheetos?! —Justo como en este momento Charlotte tenía en sus manos un zapato listo para lanzárselo a su hermano.

Seth quien estaba tranquilamente viendo la televisión en la sala de estar tembló de miedo.

—Pensé que eran para todos. —Explicó.

—¡También tu Leah! —Gritó al verla junto a su hermano comiendo su comida chatarra.

—¡Se comieron toda la bolsa!

Seth se rio nerviosamente, y literalmente fue salvado por la campana, ya que se escucharon golpes en la puerta. Aunque eso no apaciguó la furia de Charlotte.

Leah quien es la que estaba esperando la visita fue quien se levantó.

—¡No, Lottie! ¡Con la chancla no! —Rogó el menor de los hermanos.

—¡Ven aquí Seth! ¡Vas a comprarme el doble! —Charlotte fue detrás de su hermano quien intentaba escapar.

—Pero ya no tengo dinero...

La azabache lanzó su chancla hacia su hermano, pero él teniendo buenos reflejos la esquivó y esta se estrelló Justo en el pecho del invitado de Leah.

Charlotte se quedó paralizada, Sam Uley estaba frente a ella con una sonrisa de lado.

—Parece que se están divirtiendo. —Dijo.

—¡Ay Dios! ¡Perdón Sam! —ella se disculpó y se llevó sus manos a su rostro.

—Charlotte deberías de tener más cuidado. —Le regaló su hermana mayor.

Eso solo hizo que se encogiera con culpabilidad.

—No importa Leah, casi ni lo sentí.—Gracias a su nueva condición esto se sintió como un cosquilleo, pero de no haberla tenido probablemente le hubiese sacado el aire de seguro.

No es un secreto para nadie de la reserva que Charlotte Clearwater tiene una gran fuerza.

No quería que Charlotte se sintiera mal por un golpe que ni siquiera había dolido, e incluso por uno que realmente doliera, a Sam no le molestaría.

Charlotte asintió y retrocedió para buscar a Seth quien se había escondido en su habitación.

Ahora Seth sufriría su furia multiplicada por cien.

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HELIUM |Sam Uley|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora