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Era media noche y él seguía revisando los contratos para la expansión de la cadena hotelera. Singto soltó un gruñido mientras se levantaba para estirar sus largas piernas. Dejando de lado las formalidades, llevaba una camisa blanca y pantalones de tela holgados. Las reuniones habían terminado hace horas. Estaba tan cansado que casi no podía mantener los ojos abiertos.

Salió al balcón de su oficina en Macao con una copa y su teléfono celular. La brisa desordenaba sus cabellos mientras sus pensamientos vagaban entre su familia, el deber y la gran responsabilidad que cayó sobre sus hombros. Desde pequeño supo qué como el único hijo alfa, le tocaría llevar el peso de encargarse de la compañía. El apellido Phunsawat gozaba de prestigio por generaciones, no podía estropearlo. Las circunstancias lo obligaron a ser la cabeza de todo, sin estar listo aún.

Ser el hijo mayor no era fácil. Y menos siendo el único alfa. Adoraba a sus hermanitos, con el alma, pero mantener a esos dos en cintura era extremadamente difícil. Más a New. Estaba tan dedicado en ser el heredero del imperio Phunsawat, siempre correcto e intachable, y de cuidar de sus hermanos que no le quedaba tiempo para ser él mismo. Siempre andaba con la delicadeza de alguien que caminaba sobre cristales rotos. Cualquier cosa que dijera o hiciera podía comprometer el buen nombre de la familia. Tenía una vida privada, por supuesto. Un amorío no tan serio aquí o allá, pero siempre cuidando de no formar lazos con nadie. Todos querían un pedazo de él, ya sea para alardear que gozaron de su atención o con metas más ambiciosas. Un compromiso, por ejemplo.

En tal sentido sus hermanos lo tenían resuelto. No importaba realmente con quién se emparejaran. Siempre y cuando los alfas que escogieran vinieran de una familia distinguida. New era un alma libre, aún faltaba mucho para que se encadenara, como solía decir. Y su pequeño Gun, su compromiso con Joss era un hecho. Su pequeño omega tuvo suerte, encontró a alguien que lo amaba. Joss era de buena familia, algo difícil de carácter, pero Gun viviría como un rey. Además la unión beneficiaría a ambas familias. La sociedad entre los Phunsawat y los Wayar sería un hecho. Asegurando no solo ganancias, si no también, conservar el estatus social.

El emparejamiento de Singto, eso era algo completamente diferente. Siendo el heredero, su unión era de suma importancia para la compañía. Era una carta de negocios que aún no se debía jugar. Lo más seguro era que terminara emparejado con alguna omega de buena cuna y tuviera uno o dos cachorros para asegurar el apellido familiar. El lobo de Singto tenía la cola entre las patas, decaído. La vida no era justa. Muchos los envidiaban sin saber qué en realidad, aun pudiendo disponer de dinero para hacer y deshacer a voluntad, en las decisiones importantes de la vida, no tenían voz ni voto.

Era la vida que les tocó.

Y debían aceptarlo.

Pero si de él dependiera, buscaría a una persona de largas piernas y piel suave, que supiera como reír con libertad y sin contenerse. Alguien valiente que no se amedrentara ante los retos de la vida. El solo quería a alguien que pudiera cuidar de su corazón. Era un alfa ansioso por dar amor y consentir. Pero sin nadie a quien entregar semejante cariño y atención. Lo que él deseaba se asemejaba a una pareja destinada. Pero en el mundo de los Phunsawat, tal cosa, no tenía importancia.

Su celular vibró con un nuevo mensaje en su bandeja de entrada. Era de Tay. A parte de ser su socio, como arquitecto, su mejor amigo estaba encargado de diseñar el nuevo hotel. Seguramente le envío los nuevos planos para la recepción. Sacudió su cabeza y se obligó a volver a los negocios. Le dio un trago a su copa y abrió el correo.

No eran los planos que esperaba. Al contrario, un vídeo empezó a reproducirse. Ruidos obscenos resonaron en sus oídos mientras en la pantalla de su teléfono brillaba la piel desnuda de su pequeño New. Era un vídeo amateur. Grabado desde el celular de Tay.

-¡Montame, New-New! -Tay gruñía mientras New elevaba las manos y se mordía el labio, envuelto en una burbuja de lujuria y placer.

-¿Así te gusta, Tay?

-¡Oh, si! Así, New... Muévete más, amor... Correte para tu Daddy...

-¡No me muerdas la orejita que me vengo, Tay!

Singto vio todo rojo. Su rostro una máscara de ira, sus colmillos perforando su labio inferior. Apretó tanto los puños que quebró la copa entre sus manos. Pero ni siquiera sentía el dolor de los cristales enterrandose en su piel.

¡La desobediencia de New había llegado demasiado lejos! No importaba con quién se enredaba su hermano, a estas alturas había dormido con media Corea. Pero le había impuesto una regla. ¡Nada de enredos amorosos con los socios de la empresa! Eso no solo crearía escándalos, pondría en riesgo las relaciones comerciales de la familia. De todos sus socios... ¿Por qué tuvo que enredarse con Tay? Un alfa mucho mayor que él y demasiado noble, como para ser destruido por los caprichos del omega. Al menos le quedaba el consuelo de que su pequeño Gunnie estaría en casa, obediente y tranquilo sin armar escándalos que avergonzarían a la familia.

Marcó el número de su asistente y gruñó una orden.

-Prepara el helicóptero.

Chiquito, Bonito y Caprichoso ||OffGun|| (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora