Capítulo 1: La Ciudad del Mañana

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Dos grandes grupos de criminales se encontraban reunidos en una negociación desigual

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Dos grandes grupos de criminales se encontraban reunidos en una negociación desigual. Por una parte había varios hombres vestidos de forma elegante, como si se trataran de mafiosos de antaño. Por la otra estaban vestidos totalmente negro con una S roja en la espalda de sus camperas. 

—Esto es muy simple —exclamó el que parecía ser el líder de la facción para-militar—. El jefe quiere que se rindan o procederá a exterminarlos y apropiarse de sus territorios como con las demás familias criminales. Ustedes eligen: obediencia o muerte.

—No queremos una guerra contra Superman —afirmó el mafioso más anciano, claramente el líder de la familia—. Pero queremos un acuerdo que nos beneficie a nosotros también.

En ese momento, una granada cayó en medio de la mesa provocando el temor entre los criminales que intentaron alejarse pero la mayoría no pudieron evitar el rango de explosión, siendo asesinados en el acto. Los que sobrevivieron terminaron tirados en el suelo, algunos más dañados que otros. De pronto alguien comenzó a abrir fuego contra los criminales que rápidamente se pusieron de pie y comenzaron a responder. El tirador desconocido se escondió detrás de una viga antes de empezar a correr mientras disparaba con una gran precisión, logrando volarle la cabeza a más de uno. El vigilante se movía con gran velocidad y se ayudaba con las sombra para dispararle a los pocos malhechores que aún estaban con vida hasta que solo quedó uno al que se le habían acabado las balas. Con nervios, intento recargar pero se detuvo al sentir una pistola presionar contra su espalda.

—¿Quién eres? —preguntó con la voz temblorosa el paramilitar.

—Soy tu jodido ángel de la muerte.

El hombre disparó a los pulmones del criminal que se desplomó en el suelo mientras escupia grandes cantidades de sangre. El tirador paso entonces por encima del moribundo criminal que intento verlo aunque sólo pudo reconocer que traía un gran abrigo negro. Otro criminal que aún estaba vivo y tirado boca arriba pudo verlo mejor. Aquel sujeto vestía totalmente de negro y tenía una enorme calavera blanca en el torso. Lo último que vio fue a ese temible sujeto apuntándole a la cara.

El hombre, cuyo nombre era Frank Castle, salió del lugar una vez terminado su trabajo

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El hombre, cuyo nombre era Frank Castle, salió del lugar una vez terminado su trabajo. Cargaba en su espalda un enorme bolso en donde había juntado todas las armas de los criminales que había asesinado y este lo metió en la parte trasera de su camioneta. Se metió dentro del vehículo y empezó a conducir pues la noche aún era joven y había muchos lugares que podía visitar. Sin embargo, tras conducir un par de cuadras, se detuvo un momento frente a un restaurante de comida rápida con juegos y se lo quedó viendo con nostalgia.

—"Recuerdo este lugar" —pensó Punisher—. "Aquí traía a Michael cada miércoles después de la escuela. Era nuestra tradición, una que se acabó cuando todo se fue a la mierda; cuando él más grande héroe del mundo se volvió un vil asesino".

A la mañana siguiente, un hombre de cabello largo hasta los hombros y un traje negro ceñido al cuerpo observaba fijo por la ventana cuando las puertas a sus espaldas se abrieron dejando entrar a dos hombres armados juntos a un sujeto cuya nariz rota había sido vendada.

—Jefe —habló con temor el sujeto de la nariz rota.

—¿Qué paso con mi cargamento en Gótica? —preguntó el hombre de negro con vos imponente.

—Batman —respondió nervioso—. Batman apareció y redujo a los muchachos. Me dijo que si usted seguía mandando sus cosas para allá vendría a encargarse personalmente.

El sujeto de negro volteó mostrando un enorme escudo plateado en el pecho con una S en su interior. Aquel no era que otro que Superman.

—Acércate —ordenó con firmeza el hombre de acero

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—Acércate —ordenó con firmeza el hombre de acero.

El criminal se acercó con temor y una vez estuvo a una corta distancia, Superman lo tomó del cuello y lo levanto del suelo sin mucha dificultad.

—Sabes que odio que fallen —exclamó Superman mirando con odio a su secuaz. Los ojos del kryptoniano eran completamente negros a excepción de su iris verde brillante.

Superman estrelló al criminal contra el suelo y sin contemplación comenzó a golpearlo en la cabeza con la mano libre provocando que esta explotara por la fuerza del kryptoniano.

—¿Qué hay de la negociación de anoche? —pregunto mientras se limpiaba la sangre en el saco del muerto.

—Todos están muertos. Debió ser otro ataque de ese tal Punisher.

Superman observo con odio a sus dos lacayos que sintieron terror al ver sus ojos.

—Primero nos encargaremos de Punisher, luego iremos a Gótica a por Batman. No voy a permitir que dos miserables humanos me jodan los negocios.

Frank se levantó de su cama bastante adolorido, su espalda estaba llena de moretones y cicatrices de batallas anteriores. Al lado de su cama había una pequeña mesa de luz con una fotografía la cual tomó entre sus manos. Allí se encontraba sonriendo junto a su mujer y a su hijo.

—"Buenos tiempos" —pensó Frank—. "Antes de que todo se fuera a la mierda".

El hombre dejó la foto donde estaba para tomar una vieja radio la cual se sintonizo después de unos golpes a su costado.

—Se reporta un tiroteo entre fuerzas policiales y la pandilla de Superman.

Frank frunció el seño y se cambió a su ropa de combate antes de trepar por la escalera de incendios para subir a la azotea. Desde allí comenzó a correr por los techos hasta llegar al lugar de los hechos. Había cerca de diez mercenarios con la S en sus camperas contra apenas cuatro policías en pié detrás de sus patrullas. Punisher se acomodo en el techo y comenzó a disparar a la cabeza de cada mercenario a la mayor velocidad posible. Uno de ellos lo observo fijo, llevaba lentes oscuros y la campera cerrada. Frank le disparo entre los ojos provocando que los lentes se rompieran y dejando a la vista dos oscuros ojos verdes.

—Mierda —exclamó Punisher al notar quien era—. ¡Mierda, mierda, mierda!

El criminal dio un potente salto que lo llevó a caer a las espaldas de Punisher. Allí se arrancó la campera con una mano dejando a la vista el temible símbolo plateado.

—Hola, Frank —exclamó Superman—. Es un gusto volver a verte.

Punisher: Reing of SupermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora