Emily (Parte 1)

7.8K 23 1
                                    

Estás boca abajo en mi cama completamente desnuda y destapada por el calor que hace. Te ves exhausta y esa cola redonda resalta la vista del paisaje. Mientras te veo dormir recuerdo lo loco que fue la primera vez, hace tan solo tres días.

Me estaba dando un baño con agua tibia después de un duro día de trabajo para disfrutar mejor de esa cerveza que me esperaba en el refri cuando escuché ruidos en la cocina. Cerré la ducha para escuchar mejor y, efectivamente, alguien estaba en mi casa. Sin secarme me puse un pantalón deportivo y chorreando agua bajé las escaleras rápido pero silencioso.

Desde el pasillo logré divisar tres figuras: una en la cocina y dos en la sala de estar, muy cerca mío. Con las luces apagadas no se veía mucho en la penumbra de la tarde, pero yo tampoco era invisible. Al pisar el ultimo escalón la madera rechinó y los dos de la sala se dieron vuelta al unísono. Eran niños del vecindario, los reconocí, pero eso no evito que salieran disparados hacia la puerta del frente que habían dejado entreabierta. Yo no hice nada, pero tras escuchar el portazo, quien estaba en la cocina también quiso salir hacia el frente encontrándose conmigo cara a cara al salir de la cocina. El susto de verme y el resbalón en el charco de agua que dejé en el piso fueron la combinación fatal.

Tras despertar luego de un par de minutos te encontraste recostada en mi sofá. Yo estaba a tu lado tratando de hacer funcionar el teléfono de línea porque siempre le falla alguna conexión.

- ¿Qué paso? - Dijiste tomándote la frente.

- Te caíste y te golpeaste la cabeza, pero fue mi culpa, no te preocupes. –

Balbuceaste varias cosas, pero no dijiste nada.

- Tranquila, solo relájate y dime a quien tengo que llamar para que te vengan a buscar. –

- ¡A nadie, si mi madre se entera me mata! –

Al parecer no tenias intenciones de disculparte así que dejé el teléfono y dije:

- ¿Qué hacían en mi casa? –

-Nada, solo merodeábamos y esos idiotas les pareció divertido entrar a tu casa. -

-Iban a robarme. -

-Nooo, solo curioseábamos, y ni siquiera los conozco. Los vi hoy por primera vez. Soy nueva en el barrio. –

-Ah, ok... entiendo... Vamos niña, te acompañare a tu casa. No deberías estar aquí sola. –

- ¡Espera! ¿Puedo quedarme un ratito mas? Es... Es que me duele un poco el golpe y... y no quiero... emm...

Mientras hablabas casi sin sentido veías mi torso desnudo y mojado. Estabas alucinada y no te importó disimular.

- ¿Qué dirán tus amigos? -

- ¡Ya te dije que no son mis amigos! Si luego me preguntan les diré que salí por la puerta trasera y me fui a casa... nadie mas sabe que estoy aquí y tampoco saben dónde vivo...-

Parecía una prueba y que tenías todo planeado.

-Bien, iré a vestirme y te haré un té así te relajas. –

Tu sonrisa pintó la casa y le dio otro color.

Subí las escaleras y fui a terminar de secarme al baño. Me quité los pantalones empapados, tomé la toalla y sequé con ella la cabeza. Al levantar la vista, vi en el espejo que estabas detrás de mí. Me paralicé al instante, ni atiné a taparme.

- ¿Qué haces en...? - Ni terminé la pregunta que sentí tus manos incandescentes acariciando mi espalda.

-Quiero contigo- Esas palabras en tu boca encienden la mecha de cualquier hombre.

Los bajos instintos no notaron a la niña que, aunque joven, era una escultura viviente, provocativa y hambrienta de sexo.

Me giré para tenerte de frente y no perdiste el tiempo. Sorbias el agua que aun corría por mi pecho y bajaste hasta mi abdomen, luego te pusiste de rodillas para frotar tu cara suavemente sobre mi sexo mientras mi pene crecía incontenible. Pensé en resistirme, pero no hacías más que suspirar profundo mientras rosabas con tus labios mis testículos y mi pubis. Tu aliento ardiente me excitaba tanto que me entregué a tus deseos.

- ¡¿Qué pretendes?!-

- ¿Qué parece anciano? Quiero lo tuyo... - Y te metiste mi verga en la boca

Quede estupefacto y no me dabas tiempo a pensar. Desde arriba veía la forma de tu trasero, pero tu falda no mostraba demasiado. Igual era muy excitante y sabía que serías toda mía en cualquier momento.

-Eres buena con la boca eh...-

-No sé, nunca me lo han dicho. –

- ¿Con lo demás eres igual? -

-No sé, pruébame. –

Te tomé de la mano y te llevé a la sala de abajo. Acaparamos todo el sofá junto a la ventana y mientras me recostaba te montaste sobre mí, subiste tu falda, no tenías ropa interior y con todas las ganas nos dimos como animales.

Podía sentir lo apretada que estabas y creo que hasta te dolía un poco. Pero ese dolor dulce no es molestia, al contrario, lo hacía más satisfactorio.

Casi llegando al clímax note que alguien estaba husmeando por la ventana, intentando ver hacia adentro justo por encima de nosotros, pero no podía vernos.

-No hagas ruido... Creo que están tratando de espiar. Debe ser uno de tus amigos. –

-Qué no... son... mis amigos... - Dijiste entre gemidos.

Te quedaste inmóvil sobre mí y penetrada aguantando las ganas de seguir cogiendo. Nos deslizamos al piso y luego gateamos como bebes hacia la escalera. Al llegar al primer escalón supe que estábamos fuera de peligro así que te tomé por detrás y mordí suavemente toda tu espalda desde la nuca hasta tus nalgas tersas y redondas. Estabas tan mojada que tu jugo escurría por tus muslos. Ya no quise ser amable. Te embestí desde atrás varias veces con tanta fuerza que los quejidos de tu orgasmo fueron escuchados por el tipo de afuera que se cambió de ventana para seguir espiando. Inmediatamente subimos las escaleras y al llegar arriba no aguanté más.

Te empujé al baño y te senté en el excusado.

- ¿Dónde la quieres? - Dije mientras me tocaba frente a ti.

-En la cara...-

La metí en tu boca sin piedad mientras te tomaba del cabello. Casi te ahogas un par de veces. Cuando sentí las cosquillas te lancé hacia atrás y te recostaste contra el deposito del excusado mientras te abrías la camisa para mostrarme tus pechos por primera vez. Eran hermosos, en ese momento exploté y acabé sobre tu cara. Creí que no pararía nunca, cada chorro de semen escurría por los labios de tu boca entreabierta y goteaba sobre tus pechos y me volvía a excitar en pleno orgasmo. Todo eso te detonó nuevamente y mientras yo recuperaba el aliento con mi verga a pocos centímetros de tu cara tu te relamías y te masturbaste frente a mí toda sucia mientras me veías a los ojos. No duraste ni un minuto que te viniste sobre la tapa mi excusado.

-Si quieres lávate antes de irte. – Cerré la puerta del baño y me fui a vestir al cuarto.

Baje para ver que no haya nadie metiendo las narices por las ventanas y no encontré a nadie. Creo que sabían que estábamos ahí y al no ver nada se fueron.

Calenté el agua para el té y al rato bajaste toda fresca y dócil. Caminaste hacia la puerta de atrás.

-Tal vez ande husmeando por aquí otro día. – Y te fuiste sin más.

...Estas niñas de hoy en día... No pensé que volvería unos días después por más. Si no tuviera su moreno cuerpo a mi lado ahora no me lo creería.

Continuará...

Emily (Relatos eróticos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora