Emily (Parte 3)

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Regresaba ebrio de la casa de un amigo, apenas caminaba 3 o 4 pasos de corrido sin tomarme de algún árbol, menos mal que estaba cerca.

Al entrar fui al baño a lavarme la cara, pero noté que estaba todo mi ser hecho un asco total, así que en un acto de lucidez decidí tomarme una ducha.

Abrí la llave y me metí con ropa y todo. Llevaba una musculosa y mi pantalón deportivo que me da la libertad que necesito justamente en mis pantalones.

No pasó mucho tiempo hasta que paso lo que debí haber pensado que iba a pasar. Me resbalé y me di en la cabeza con el borde de la bañera.

Desperté al rato....

- ¡Hey! ¡Despierta! ¡Despiertaaa! - Oía entre sueños.

- ¿Qué? ¿Qué ocurre? –

-Creo que te golpeaste. – Dice Emily.

Levanté la vista y achiné los ojos para ver mejor.

- ¿Qué demonios... haces... aquí? ¡Deja de meterte a... mi casa! – Exclamé con dificultad.

- SHHHH, tranquilo anciano que si no fuera por mí ya estarías ahogado ahora. – Replicó seriamente.

-Pues sí, tal... tal vez tengas razón...- Intenté pararme, pero volví a resbalar.

-Quédate donde estas o vas a matarte solo. Quizá debas relajarte un rato más. Estás muy ebrio. –

-Bien... Si, bebí de más...-

-Uff... hueles a mil demonios... en una bodega... y ebrios. Te ayudaré un poco. –

Emily me ayudó a quitarme la musculosa, luego puso a llenar la bañera mientras me lavaba el cabello con shampoo. Fue muy tierno de su parte y no hay nada más lindo y relajante que eso, caricias en el cabello.

Luego tomó el jabón y lavó mis hombros y brazos. Yo permanecía inmóvil sumergido en agua tibia. Luego de un momento a otro Emily acariciaba todo mi torso con sus manos enjabonadas mientras respiraba cerca de mi oído, más que respiración eran jadeos suaves.

- ¿Te gusta? - Preguntó sabiendo la respuesta.

-Ahamm..- Respondí levemente.

-Bien, entonces continuo. ¿Sí? -

-Claro, haz lo que quieras. – Ni siquiera abrí los ojos.

Me quitó las manos de encima y se metió a la bañera conmigo.

- ¿Qué haces niña? -

- ¿Qué parece anciano? Jajajaa. – Su risa es maravillosa. -Y te dije que ya no me llames "niña" eso ya no va conmigo. -

Llevaba una minifalda y un top deportivo amarillo sin sostén, como siempre. No le importó que se mojaran.

Se agacho y se sentó frente a mí en la bañera. Me sonreía mientras me tomaba las manos y las frotaba con las suyas.

-Que loca estás Emily, ¿Y qué haces aquí y a esta hora? –

-Estaba aburrida, ya sabes que no tengo amigos aquí y en mi casa creen que estoy durmiendo. –

- Eres una aventurera, ¿verdad? –

- Pues sí. Pensé que el otro día había quedado claro con lo de tu amigo. –

Eso fue un golpe bajo que me despertó.

-Si, me quedó clarísimo... - Dije seriamente quitando la vista.

- ¿Qué? ¿Estas celoso? Jajajaa. -

- ¡Claro que no! ¿Por quién me tomas niña? –

- ¡QUE YA NO ME DIGAS ASÍ! - Exclamó enojada.

- ¡Ok, ok! Lo siento. Por momentos lo olvido. No me culpes. Te ves como una... niña... a veces... - Susurré temeroso.

-Bien, terminemos con esto. – Dijo un poco más enojada.

Se abalanzó sobre mí para alcanzar la llave del agua apoyando sus pechos en mi cara y no pude resistir la tentación. La tomé por la cintura y no deje que se alejara mientras mordía lenta y suavemente sus tetas. Emily solo se quedó tomada del grifo suspirando profundo, disolviendo su enojo con cada mordida.

Luego llevé una mano bajo su minifalda y acaricié su entrepierna con toda la mano. Ya no era sorpresa que no llevara ropa interior. Froté varias veces hasta que sentí su jugo en mi mano, ahí me detuve.

Ella volvió a sentarse en la bañera luego de cerrar el grifo y yo quité el tapón de descarga del agua.

Me tomó de las botamangas del pantalón y los quitó de un solo tirón. Mi pene duro apenas asomaba a la superficie del agua. Ella se echó para atrás, puso sus piernas en mis hombros y se masturbo para mi mientras con su mano libre jugaba con mis bolas.

El nivel del agua bajaba cada vez más hasta dejarme ver claramente como se pajeaba. Sus dedos se movían hábiles sobre su clítoris y por momentos se los introducía en la vagina de a dos mientras gemía profundo. Era muy ardiente y su jugueteo en mis bolas me estaba matando de placer así que también me masturbé para ella.

Emily miraba mi mano subiendo y bajando por mi pene y jadeaba boquiabierta. Luego de un rato se montó sobre mí para acabar y echar todo su jugo sobre mi sexo.

Traté de sentarme, pero no pude, aún estaba ebrio y un poco mareado.

-Shhh... Quédate así, yo lo haré por ti. –

Montada sobre mí, se quitó el top para mostrarme sus deliciosas tetas, tomó mi verga y me pajeó mientras me acariciaba el torso y me besaba cada tanto. A veces se detenía para acariciar desde mi culo hasta la punta del pene con su dedo y sonreía con cada estremecer de mi cuerpo. Luego de un rato sentí que explotaría y ella se dio cuenta.

- ¡DETENTE! - Me dijo exaltada. -Vamos a la cama. –

Me ayudo a pararme y me llevo a mi cuarto. Me dejó parado contra la puerta mientras ella se arrodilló para chupármela. La chupó varias veces hasta que sentí mis huevos hinchados.

-Quiero intentar algo. – dijo haciéndose la misteriosa.

Yo no estaba en condiciones ni de respirar, así que asentí con la cabeza y solo esperé. Emily se lamió un dedo, pasó su mano por entre mis piernas y jugueteó con mi trasero mientras volvía a chupar, hasta que sin previo aviso me penetro hasta donde entró su dedo.

Mi leche prácticamente se derramó en su boca y en sus tetas, salía de mi verga lenta y continuamente como si simplemente se saliera, pero no había orgasmo, no sentí nada.

- ¡¿Como hiciste eso?!- Dije asombrado mientras caía de rodillas justo frente a ella.

-Es mi secreto anciano. Ahora cógeme como sabes. –

Su cuerpo lleno de semen y ese olor fuerte a sexo me enloqueció. La di vuelta de un tirón de brazo y la cogí por atrás cual perro alzado. Parecíamos animales, ella en 4 patas y yo jadeaba penetrando su culo apretado. Por momentos acariciaba sus tetas y su vientre y luego pasaba la mano llena de leche por su trasero para lubricar. Ella reía y gemía de dolor al mismo tiempo mientras estiraba su brazo por debajo para jugar con mis bolas.

El ruido de mi pubis golpeando firmemente contra sus nalgas es impagable, ni siquiera pude acabar afuera de la calentura que tenía. La metí lo más profundo que pude y acabé lo que parecían litros de leche. Luego caí sobre su espalda casi sin aliento.

-Si, me puse celoso... -

-Lo sé... pero ahora sé que tú eres el que quiero. –

Continuará...

Emily (Relatos eróticos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora