Capítulo Nueve: Triste comunicado.

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   Cuando llegué a casa y tiré mi mochila en el suelo, Dylan se encontraba sentado en el sillón del living jugando a la Play 3. Me hice un sándwich rápidamente y me senté a su lado, porque aún no olvidaba que había algo que tenía que decirme.

   —Hola, princesa. —Me saludó con un beso en la mejilla mientras pausaba el juego.

   Le sonreí ampliamente.

   — ¿Qué es lo que tenías que decirme?— Pregunté, ansiosa.

   El soltó una carcajada, y pude jurar que en sus ojos se veía tristeza Sí, Dylan estaba triste.

   —Lo ansiosa nunca se te quitará, seas o no una nueva Darcy. —Bromeó.

   —Tienes razón, pero me doy cuenta de que estás queriendo evadir el tema. Vamos, dímelo de una vez.

   El castaño tomó una bocanada de aire y me miró a los ojos. No había fallado: Dylan estaba muy triste.

   —Me iré a vivir a Manhattan en dos semanas. —Dijo.

   Por un momento creí que todo era un chiste, así que solté una risita. Pero su mirada severa me indicó que no estaba bromeando, así que paré de reír y lo miré seriamente.

   No, esto no podía estar pasando. Dylan no se podía ir de casa, no ahora que tanto lo necesitaba.

   Una lágrima cayó por mi mejilla.

   —Pero, ¿por qué?— Pregunté, casi sin poder hablar.

   El me miró apenado.

   —En seis meses comienza la universidad, Darcy. Quiero instalarme allí con anticipación. Además, conseguí un trabajo y empezaré el mes que viene. Si me voy a Manhattan ahora, cuando empiece la universidad estaré bastante bien económicamente y todo será más fácil que si me mudo a semanas de que empiecen las clases.

   Me parecía un plan sensato, pero no dejaba de entristecerme a montones.

   Lo miré un poco molesta.

   —Vamos, Darcy, no te enojes. Tú sabías que esto iba a pasar algún día. Tengo que estudiar, hacer mi vida, así como tú te tendrás que ir algún día.

   A pesar de que Dylan tenía toda la razón, seguí enfadada con él, pero no por su culpa. Estaba enfadada con él porque me estaba dejando sola, pero yo sabía que eso era cosa mía. Dylan tenía que irse, y yo no podía retenerlo aquí por siempre.

   —Tú sabes que aquí eres el único que me comprende. — Susurré, casi sin poder hablar. Estaba llorando como nunca.

   El me abrazó fuertemente, y susurró en mi oído;

   —No importa donde esté, princesa. Siempre serás mi hermana y siempre estaré ahí para escucharte y comprenderte.

   Supe que Dylan tenía razón; siempre estaríamos juntos, pase lo que pase. Aquí, en casa, o él en Manhattan y yo en Londres: siempre seremos hermanos.

   Una vez que me vestí para la fiesta no hubo vuelta atrás, a pesar de que tenía miedo de las cosas que podía ver en la casa de Brooke. La verdad es que aún no había ido de compras, y todavía no tenía demasiada ropa que se adapte a la nueva Darcy. Sin embargo, y con un poco de truquitos, me veía decente.

   Llevaba una pollera roja y negra a cuadros, tiro alto y pegada al cuerpo. Arriba tenía un simple top negro corto al que le apliqué algunas tachas en los hombros. Unas medias negras hasta las rodillas, unas vans del mismo color y mi vestuario estaba listo. Me alisé el pelo, me delineé bastante los ojos por el párpado y la línea de agua y me puse labial rojo. Por último, pinté mis uñas del mismo color que mis labios.

Soy una Stylinson [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora