Una inmensa popularidad ahoga a Bakugou Katsuki cuando éste obtiene el título de héroe número tres, a tan sólo 22 años de edad, su vida parecía estar destinada al éxito, pero un profundo vacío lo atormentaba.
Allí fue cuando el destino puso en su p...
"Si estás en un apuro, no pienses demasiado, sólo déjalo fluir." -Mina, 5 minutos antes del desastre.
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—¿Y bien?— Katsuki estaba perdiendo la paciencia. —¿Porqué hablabas con Uraraka? Dijiste mi nombre, ¡No mientas o me aseguraré de que tu muerte parezca un accidente!— Amenazó el rubio con total seriedad.
Era ahora o nunca, Mina suplicó en sus adentros que sus neuronas no le fallen e inventen una excusa creíble, capaz si lo soltaba de una suene fluido y más convincente.
—Estaba hablando con una Uraraka que no es la Uraraka que conocimos en UA, quiero decir, es una prima lejana que también se apellida Uraraka, pero que vive en Italia y es italiana, osea de nacionalidad italiana y que nació allí, no es japonesa y no sé tiene ese apellido si no es de Japón ni vive en ésta ciudad, tiene tres ovejas y vive en el campo.— Exclamó todo eso con tanta rapidez que Bakugo tardó en procesarlo, perfecto, pensó Mina.
—¡Ashido!— Gritó furioso, los de la sala pudieron escucharlo claramente y acudieron a ver que sucedía por curiosidad.
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El día feriado aún no acababa, era el mejor momento para darle un pequeño mantenimiento a su apartamento después de tanto, aunque fuese de mala gana. Uraraka cogió una escoba, se puso un delantal, guantes y un pañuelo en la cabeza para completar su oufit de ama de casa. A decir verdad, limpar la distraería de los nervios que tenía, se supone que Mina debía llamarla al rato para avisarle que tal le estaba yendo, pero esa llamada jamás llegó.
Esperó y esperó, pero nada...
Mientras sacudía el techo usando la escoba y con la ayuda de su quirk, ¡Finalmente sonó el tono de llamada entrante! De inmediato bajó y corrió a agarrar el teléfono.
—¿¡Mina?!— Exclamó Uraraka escuchar una explosión apenas entró a la llamada.
—Etto... lo siento, Uraraka.— Otra explosión sonó. —¡Prometo recompensártelo luego!
