3

2.7K 224 50
                                    

-¿León?-Pregunté nada más salir de la impresión aunque la respuesta ya me la sabía. De reojo vi como mi padre se despidió del hombre uniformado a quien pude oír llamarlo Coronel y se acercó al hombre que estaba frente a mí saludando con el típico saludo de militar, ignorándome hasta que se retiró el coronel, saludó a mi padre y se acercó a mí.-Creí no volver a verte-Dije antes de acercarme a él y sentir sus brazos envolverme.

Con León nos habíamos conocido cuando íbamos a primaria juntos, fue una coincidencia que a mitad de año ambos nos habíamos cambiado de colegio, al crecer y que nuestras familias se hicieran muy amigas compartíamos la mayor parte del tiempo, con ello sentimientos de adolescentes que confundimos con amor nos llevaron a ser pareja y cuando llegó su momento de seguir los pasos de su padre en el ejército esa relación acabó. Habían sido contadas las veces que nos habíamos vuelto a ver.

-Que gusto tenerte trabajando con mis hombres, León. Que bueno que mi esposa ya te liberó.-Salí de mi escondite en su pecho viendo a mi padre observándonos enternecido. León se acercó a saludarlo y volvió a su porte serio.

-Es un gusto trabajar para usted.

Mi padre asintió y luego de recibir un llamado de uno de los hombres a nuestras espaldas ya subido a una de las camionetas negras, se giró a nosotros.-Debo irme directo a la oficina ¿Podría encargarte algo personal, León?-El castaño asintió y pasó su mano por mi espalda.-Llévate mi hija al fraccionamiento detrás de la Unidad habitacional y luego regresate al cuartel que te cubro con tus mayores.

Con alivio y entusiasmo tomé mis maletas y fui hasta mi padre.

-¿Me das dinero, papito? -Batí mis pestañas, éste me vio por unos segundos hasta que suspiró y sacó su cartera. Hice un leve festejo y escuché la risa de León a mis espaldas. Luego de tomar el dinero, despedirme de mi padre y tomar mis maletas partimos en una de las camionetas privadas en un silencio un tanto incómodo.

-Estás muy... cambiada, Pilar.

-¿Para bien o para mal?

-Para bien, claro está. Luces... preciosa.-Sonreí sin apartar la vista de mi teléfono.

-Tanto dinero en ácidos y cirugías de algo debía servir-Dije con gracia observando a nuestro alrededor-¿Qué es eso?-Señalé un punto en sí.

-Antros.-Nada más dos calles luego aparcó al carro, una espacioso y llamativa casa de dos pisos rodeada por muros de hierro estaba frente a nosotros.

En silencio rebusqué las llaves mientras León bajaba dos de mis tres maletas. Apenas abrir la puerta principal retumbó el sonido de una canción. Me dediqué a admirar la decoración hogareña de la casa y para nada mi estilo.

-¿Y tu familia, León?

-Si preguntas por las niñas, están residiendo aquí junto con mis padres.-Asentí sonriendo, sus hermanas habían sido igual de amigas que él tiempo atrás.-Pero no pienso dejarlas salir de antro a ninguna de las tres con estas condiciones en Culiácan.

Mi sonrisa se borró y abrió paso a una mirada burlona.-Lo siento por ti, querido amigo. Pero debemos recuperar el tiempo que nos hiciste perder.-Sentencié empujándolo de la casa. Me despedí de él con la mano y cerré la puerta detrás suyo.

Podría ser un poco grosera pero en verdad necesitaba hablarle a mi madre avisándole que ya habíamos llegado, encontrar dónde poner en práctica mis conocimientos en piloteo y lo más importante, salir a conocer la ciudad.

°°°

Di el último retoque a mi maquillaje justo al momento en que resonó la puerta principal de la casa siendo abierta y cerrada.

Opuestos ||Ovidio Guzmán||Where stories live. Discover now