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Suspiré maniobrando en mi Mercedez nuevo, regalo de mi padre por mi cumpleaños hace dos semanas, tomé mi bolso y bajé del carro asegurándome de ponerle la alarma a pesar de que estuviera estacionado en la cochera del edificio. Después de subir al último piso de este y caminar al departamento más espacioso de toda la construcción metí la llave y me adentré por fin a la comodidad y soledad de mi espacio.

Aunque jadeé por la sorpresa al notar que no estaba sola en aquel loft.

-Papá-Tiré las llaves por algún lugar y fui a saludarlo.-¿Qué haces aquí?

Aquel hombre enfundado en un perfecto traje gris, sin una arruga ni imperfección, dejó el vaso con licor sobre la mesa de vidrio de la sala y se sentó mejor.

-Te estaba esperando, Pilar.-Asentí para que siguiera hablando mientras abría la nevera para tomar la jarra agua.-Por pedido directo del presidente de la nación debo trasladarme hacia Sinaloa.

Antes de que terminara de hablar ya me encontraba tosiendo al haberme ahogado con el agua.

-¿Cómo papá? ¿Están locos?-Dejé el agua de lado y fui rápido hasta él-Me niego a dejarte ir a la boca del lobo.

-Es mi deber, princesa.

-¿Por qué el mismísimo Ministro de Seguridad de México debe ir a Sinaloa justo ahora? ¡Cuando más percances están teniendo con esos malandros!

-Si queremos combatir de raíz todos los problemas de inseguridad es mejor que lo hagamos personalmente por eso acepté la decisión del señor presidente.

Rodé los ojos ante su exasperante tranquilidad pero asentí, crecer teniendo a ambos padres trabajando como políticos mexicanos me habían hecho aprender por experiencia que siempre por delante iría el país y todo lo que le favorezca, por sobre todo.

-¿Y mamá?

-Fue por voluntad propia a Jalisco, pero me entregó un sobre para ti.-Tomé el papel blanco medio abultado y lo guardé en el bolsillo de mi blazer azul cobalto, al que anteriormente le había quitado las charretas doradas en las muñecas ya que según mi padre me estaba dedicando a estudiar ciencias políticas y no estaba para nada enterado de que ya estaba comenzando las horas necesarias para trabajar como Piloto comercial en aviación.

-¿Cuánto tiempo te quedarás allá?

-Los meses que hagan falta, me llevo conmigo a cien uniformados para...

-Para despertar la furia de los malvivientes esos y...

-Pilar-Su tono severo me hizo suspirar.-Venía a dejarte dinero.

-Me voy contigo, papá.-Sentencié yendo a su lado.-Mis pruebas en la universidad ya acabaron y no quiero quedarme sola contigo y mamá haciéndole frente al narcotráfico. Es hasta peligroso para mí.-El verdadero temor que reflejaba el tono de mi voz no era para nada exagerado ni inventado, desde el día en que mi padre asumió su cargo político haciendo frente con una campaña para "pacificar" los tratos con el otro bando mi temor había sido doble, ya que mi madre hacía seis años también estaba en el ministerio de seguridad.

-¿Cómo piensas que te arrastraré conmigo, Pilar? Además tienes que seguir con tu carrera.

-Pero papá...

-Nada, te estoy pagando la mejor universidad de México, te estoy rentando un departamento en el mejor barrio de la capital, coche, viajes, caprichos, todo para que seas la mejor doctora de este país.

Mojé mis labios nerviosa a que cuando se enterara se decepcionara de saber la verdad. De saber que todos esos lujos en verdad los había empeñado para pagar las horas de vuelo y que gracias a eso estaba en deudas por todos lados también, además de que si él se marchaba no tendría quien me traiga comida, me ayude con los trámites comunes de toda persona adulta y demás.

-Las puedo hacer sin presencia, papá, pero no me dejes sola.-Dije mientras pestañeaba viéndolo fijamente, tal y como siempre hacía para lograr convencerlo.

Éste suspiró y después de unos largos segundos viéndonos fijamente, asintió. Di un gritito de felicidad y luego de abrazarlo efusivamente por la emoción, corrí para contarles la novedad a mis mejores amigos mediante una llamada grupal, ésta tarde debíamos partir en el avión privado que el gobierno tenía para mi padre. Ésta tarde partíamos hacia Sinaloa.

Me giré buscando a mi padre con la mirada, éste ya me estaba viendo con una sonrisa plasmada en su rostro.-¿Dónde es que nos vamos, Emanuel?

-Llámame como debe ser, Pilar-Rodé los ojos y bloqueé el celular.-Ya te dije, a Sinaloa.

-¿Qué parte de Sinaloa?-Dije obvia.

-A Culiacán, mi amor.-Mordí mis labios después de cerrar mi boca y antes de tragar nerviosa.

-A Culiacán.-Repetí intentando calmar mis nervios. Intentando.

°°°

Observé detalladamente y con detenimiento la arquitectura del Aeropuerto Internacional de Culiacán sentada en la calla al frente, mientras esperaba a que papá acabara con sus llamadas y de una vez nos pudiéramos ir a la nueva casa que el gobierno le había brindado. Arrastré mi maleta por la cinta asfáltica hasta acercarme a dónde mi padre le daba órdenes a quien parecía un uniformado militar y le señalizaba diversos planos, mapas y demás cosas que me resultaban irrelevantes. También quienes observaban el movimiento de camionetas, miliares y una loca chica sentada en el medio de la nada con cara de maniática, eran las personas que pasaban por allí.

Ya cansada de sus miradas curiosas y de esperar bajo el calor de Culiacán, fui hasta dónde mi padre.

-¿Falta mucho papá?-Éste siguió indicando a sus hombres sin prestarme atención alguna. Sequé el sudor de mi frente y miré a mi alrededor buscando algo con qué entretenerme, ya que no podía quejarme de estar aquí porque yo misma había insistido en viajar, todo con tal de no cargar con la responsabilidad de ser una mujer adulta de veintitrés años.

Busqué en mi celular el mapa de mi ubicación, buscando algo interesante a mi alrededor. Sin embargo y para mi sorpresa no había nada más que otro aeropuerto más pequeño, eso no me detuvo para buscar aeroclubes en donde pudiera seguir cumpliendo con mis horas de vuelo.

Al momento de comenzar a ubicarlo y relacionarlo con la distancia y dirección de dónde nos quedaríamos con mi padre, éste me llamó, por fin se acordaba de mí.

-¿Qué suc...?-Mi pregunta quedó al aire cuando sentí que el aire en mis pulmones se fue de golpe. Mi corazón se aceleró e inconscientemente quise que la tierra me tragara al ver a aquella personas que tantos recuerdos me traían.


°°°

Nunca había tenido tanto éxito una novela desde el primer capítulo como Opuestos, me hacen muy feliz wacho. 

Pequeño relleno hasta que por fin nuestros personajes se conozcan, les prometo que ya viene lo bueno.

20 votos y subo el próximo capítulo.

Espero que les haya gustado!

Opuestos ||Ovidio Guzmán||Where stories live. Discover now