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—¿Entonces qué te pondrás?

Yo entreabrí mis ojos, mirándolo desde mi cama.

—¿Qué haces aquí?— le pregunté, viendo como revolvía y desordenaba todo mi armario.

—¿No es obvio? La fiesta es en tres horas y tú estás durmiendo una siesta— se quejó.

Yo bostecé y desordené mi cabello con mis dedos, mirándolo con aburrimiento y pereza.

—¿Por qué tengo que ir?

—Lo prometiste— dijo él, dándome la espalda y observando una camisa negra en el perchero.

—Nunca lo hice— le aseguré.

—Si lo dijiste, para mí ya cuenta como una promesa.

—Eres un tramposo.

—Y tú un mal mentiroso.

Fruncí el ceño.

—¿Mentiroso?

Él se volteó y me miró con una extraña sonrisa que me hizo temblar, y no para bien.

—¿Por qué no admites que mueres por ir a la fiesta?

Alcé una ceja.

—¿Acaso di algún indicio de ello?

Mark rió y se lanzó a la cama con brusquedad, sentándose a mi lado.

—No, pero Yeri estará allí.

—¿Ye qué?

—Oh vamos, no te hagas el tonto. La chica de tu clase de teatro.

—No recuerdo a ninguna Yeri— aseguré rascando mi sien con las cejas fruncidas.

¿De quién diablos estaba hablando este chico?

Mark bufó y se levantó, sacando la camisa negra que había encontrado minutos antes y lanzándomela al rostro.

—Date una ducha y póntela, te quedará bien.








—No entiendo, ¿Vamos a una fiesta o a un desfile de modas?

Mark me dio una mala mirada y siguió buscando en su armario.

—Es que debo verme bien— protestó.

—Tú siempre te ves bien— me atreví a decir.

Y valió la pena, ya que la sonrisa brillante que me regaló al oír aquello fue lo mejor que recibí en mi vida.

Y no estoy mintiendo en lo absoluto.

—Gracias por el halago— se rió avergonzado para luego voltearse y seguir con la búsqueda de su atuendo correcto— Pero deja de decir tonterías y ayúdame.

Bufé y me levanté del pequeño sofá que tenía en su habitación para acercarme.

—¿Te das cuenta a quién le estás pidiendo ayuda?— cuestioné tomando una remera amarilla demasiado brillante para su tono de piel, pero que definitivamente le sentaría estupendo.

Mark rió y me la arrebató entre risas, tirándola lejos.

—Tienes razón, tengo que ordenar mis prioridades y dejar de pedir locuras— se burló.

heartbreaker • markhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora