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𝘒𝘪𝘭𝘭𝘦𝘳 𝘘𝘶𝘦𝘴𝘵!
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El sonido de gotas de lluvia caían con tranquilidad, mi mente estaba nublada, no sentía nada, ni siquiera sabía si estaba muerta o no.

Desee que así fuera.

La brisa parecía chocar con mi rostro y a mis ojos llegó un prado, llanuras tan verdes como nunca había visto en mi vida. El cielo sobre mí se encontraba sin ninguna nube que impidiera la vista al deslumbrante sol y varios riachuelos de agua cristalina se encontraban a mi alrededor, algo me dijo que el mundo pudo haber sido de aquella manera cuando el Dios Salvaje aún reinaba, puede que hasta más hermoso.

La tranquilidad se respiraba con frescura inundando mis sentidos adormilados, diversas flores aparecían conforme avanzaba en la llanura, estas se movían ligeramente en un suave vaivén que lograba hipnotizar.

Mis pies desnudos se dejaron de mover al ver uno de los tantos arrollós enfrente mio que por raro que fuera, apenas había notado.

Mis manos tocaron el agua, era fría.

- Creo que en verdad estoy muerta - Dije, precisamente a la nada.

Más no me sentía mal por mis suposiciones, ni tampoco arrepentida, estaba simplemente... Normal, supongo que aliviada de una extraña forma, lo cual no era normal ¿Quien se sentía aliviado al enterarse que podría haber muerto? Probablemente sólo yo (y gente mentalmente inestable). Di un suspiro, perdiendome en mi reflejo que me mostraba la cristalina superficie.

- Quien lo diría... Morí por culpa de un charal con patas... - Masculle, riendo - Y que es hijo del enemigo de mi mamá, genial.

Alce mi mirada, algo confundida ya que yo literalmente debería estar camino al inframundo, más no parecía ni siquiera estar en una sala de espera, debi admitir que me sentí un poco decepcionada. Más no exprese mi descontento al ver a literalmente a dos animales observarme atentamente.

- ¿Que carajos? - Me pregunté a mi misma.

Curiosa, adentre mis pies al arrolló, hice una mueca al sentir el helado líquido llegarme un poco debajo de las rodillas, y así empecé a acercarme a la orilla contraria.

Los animales al ver que me acercaba se alteraron, dando rugidos, arañando el aire y dando vueltas, sabía que era peligroso, pero mi cuerpo no obedecía, todo lo contrario, avanzaba con más rapidez. El agua se volvió turbulenta como el mar, la transparencia desapareció dejando paso a la penumbra, nada se veía, lo único que escuchaba era a los Leones.

Entonces entendí.

Ellos no rugian por mi intrusión en su territorio, lo hacían más bien para alejarme y protegerme. El agua llegó a mi barbilla, pero no olía como debería, un olor amargo y penetrante que me hacia despertar.

Alcohol.

Quería vomitar pero más que nada llorar, esa sustancia me ponía tan mal que todo lo que había construido se volvía de arena de inmediato. Pataleaba y movía mis brazos en desesperación tratando de mantenerme a flote pero parecía un peso muerto, hundiendome.

La distancia entre los animales y yo parecía eterna, ya ni siquiera podía verlos como una mancha.

Y en medio de la tormenta, en aquellas nubes de un gris intenso, (que no pude evitar pensar que eran idénticos a los ojos de mis hermanos) se mostró una imagen que yo conocía perfectamente.

𝕸𝖔𝖔𝖓 𝖇𝖚𝖌; Percy Jackson ✔️ [#1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora