RECEPCIONISTA: (buscando en la base de datos) ¿Reyes Delgado, Ignacio?
JULIANA: Sí, sí; el mismo.
RECEPCIONISTA: Lamento informarle que el paciente ya no se encuentra en esta clínica.
JULIANA: ¿Qué? ¿Cómo es eso posible?
RECEPCIONISTA: Según el informe, fue trasladado a la morgue.
JULIANA: Dejé un número en caso ocurriera alguna emergencia y no recibí ninguna llamada.
RECEPCIONISTA: Aquí no aparece nada, Srta.
JULIANA: Pero, él estaba bien. No han pasado más que tres meses desde que lo internaron. Solo tenía problemas de ira e irritabilidad, ¿Que le hicieron?
RECEPCIONISTA: No era tan simple como parece. (Mirando la base de datos). El joven presentaba síntomas de bipolaridad y los ataques de ira y ansiedad sólo eran manifestaciones de la enfermedad. Su muerte fue provocada por el mismo.
JULIANA: (un silencio profundo) ... ¡y acaso ustedes no tienen medidas de seguridad para incidentes como estos! Podrían haberme llamado, él no tenía a nadie...
RECEPCIONISTA: Lo siento, no podemos hacer nada más. Antes de que se retire, le entregaré una caja con las pertenencias del paciente. (La busca y se la entrega.)
(Juliana revisa la caja y encuentra una carta. La abre y empieza a leerla. El ambiente se pone a oscuras y aparece Ignacio en escena con una luz enfocándolo)
IGNACIO: Juliana, ¿Crees que es bonito estar encerrado en un lugar donde no conoces a nadie; que te miren como si estuvieras loco?
No sé qué pensaste al meterme aquí, tal vez que ayudaría a mejorar nuestra relación, pero querida, el problema nunca fui yo. Te estás engañando y estás engañando a todos con tu versión de las cosas. Te haces la pobrecita cuando solo eres una cualquiera que pretende vestirse como una señora. Merecías esos golpes, por creerte mojigata; me hubiera encantado darte más para que aprendieras a portarte bien y respetarme.
No creas que te escribo esto para despedirme, porque siempre estaré en tu pensamiento como la persona que se quitó la vida por tu culpa; SI, por tu culpa, porque si no me hubieras dejado aquí seguiríamos juntos, felices, tranquilos.
Adiós Juliana, esto no es por mí, sino por ti.
(Ignacio sale y las luces regresan. Juliana termina de leer la carta, la mira y la abraza llevándosela al pecho con una sonrisa en la cara)
FIN.
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