XI - XII

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— ¿Estás seguro de esto hijo?

— Por supuesto papá, y Scorp también lo quiere.

— Pero yo, yo no puedo ir a hablar con su padre, Albus — Harry tragó saliva al decir las últimas palabras.

— Pero papá...

— Lo siento hijo — Harry salió de la habitación en la que estaban conversando.

— ¡Se lo pediré a mamá entonces! — Gritó a la espalda de su padre.

Los jóvenes amantes iban a empezar su último año el Hogwarts y querían estar comprometidos antes que eso pasara, para que cuando salieran del colegio pudieran casarse e irse a vivir juntos. Ese verano había sido el más eterno de sus vidas desde que se pertenecían.

Habían decidido que hablarían con sus padres para concretar el compromiso, que no descansarían hasta convencerlos de que fuera así.

Pero ninguno de los dos consideró lo que esta petición provocaría en el corazón de sus padres.

Harry entró a su habitación en pánico.

Hablar con él, ¿Después de todos estos años? ¿Cómo podría? No, no puedo, no quiero.

Comenzó a caminar de un lado para otro dentro de la habitación, su hijo le pedía algo imposible, algo que no podía hacer.

¿Qué haría si me viera? ¿Qué pensará de la relación de nuestros hijos?

Se detuvo de pronto.

¿Se acordará si quiera de lo que hubo entre los dos?

Su corazón comenzó a latir rápidamente, la respiración se le volvió difícil y su alrededor comenzó a dar vueltas.

Lejos de ellos, en Whiltshire, Scorpius le hablaba de la misma idea a su padre.

— ¡Quiero casarme con él padre!

— Pero ¿Por qué no esperan a que sean mayores de edad? Solo les queda un año de colegio, no es necesario que hable con su padre.

— No quiero esperar hasta ese entonces para comprometernos, cuando salgamos, queremos casarnos y ya.

— Pero Scorpius...

— Por favor padre — Lo miró suplicante.

— Yo... — No podía negarse a su único hijo — Lo pensaré, no me presiones.

— Gracias papá — Dijo con una gran sonrisa.

Cuando Draco se encontró solo en su habitación, se sentó en el borde de su cama y comenzó a repasar la conversación con su hijo.

Ver a Harry Potter, hablar con él... No puedo...

Puso sus manos sobre su rostro y ahogó un grito. Su corazón no dejaba de amenazarlo con salírsele del pecho.

Tengo miedo Harry, tengo miedo de que lo pueda sentir si te vuelvo a ver.

Ambas familias al principio no estuvieron de acuerdo, les dijeron que eran demasiado jóvenes para casarse, que debían vivir muchas cosas antes, pero no se dejaron convencer, querían casarse y vivir juntos por el resto de sus vidas.

Ginny podía notar lo que esta decisión de su joven hijo le provocaba a Harry, después de todo, ella lo conocía mejor que nadie y aunque ya no era su esposa, seguía siendo su amiga.

— Estarás bien Harry, iremos juntos a pedir su mano o si quieres le podemos decir que vengan ellos a la casa de mis padres — Le decía dulcemente su ex esposa.

— Jamás pensé que volvería a verlo, menos bajo estas circunstancias Ginny.

— Lo sé, Harry, pero estaré contigo y evitaré que cometas alguna estupidez ¿De acuerdo?

— ¿Una estupidez? — La miró contrariado.

— Sí, una como que a pesar de todos estos años, le confieses que sigues enamorado de él.

— Yo no... No lo he visto en años, debe ser muy distinto al Draco que conocí en el colegio.

— La esencia de las personas no cambia Harry y es exactamente de la esencia de Malfoy de lo que tú te enamoraste.

— Pero eso no significa que pase de nuevo.

— Claro, Harry — Ginny sonrió — Dime cuando iremos a hablar con mi consuegro.

XII

— Buenas tardes — Dijo Ginny en la entrada de la mansión Malfoy.

— Buenas tardes, el Sr. Malfoy los está esperando — Dijo el elfo de la casa.

Los Potter entraron detrás del elfo, fueron recibidos en el salón principal por Draco, Narcissa y Scorpius.

— Albus — Se puso de pie rápidamente el menor de los Malfoy corriendo al encuentro de su novio — Que bueno que estén aquí — Lo besó suavemente en la mejilla. — Señor y señora Potter es un gusto verlos aquí — Le tendió la mano a su suegro y besó en la mano a su suegra.

— Gracias por recibirnos Draco — Ginny se acercó a él tendiéndole la mano.

Pero ninguno de los presentes había notado como en el momento exacto en que Draco y Harry hicieron contacto visual, no existía nadie más.

Harry se quedó perplejo, Draco lucía exactamente igual a como lo recordaba, alto, delgado, de piel perlada, sus cabellos eran más largos, pero su rostro seguía siendo igual de varonil que cuando era un muchacho. Por unos segundos sintió sus piernas paralizadas, pero intentó avanzar con todas sus fuerzas.

— Buenas Tardes... — Dijo con un hijo de voz.

Draco había recibido la mano de Ginny y posteriormente la de él, pero ese pequeño contacto, después de todos esos años, rompió todas las barreras que habían puesto para albergar sus sentimientos. Estaban ahí, todos y cada uno de sus sentimientos y recuerdos estaban ahí, latentes, casi podían verlos moviéndose dentro de la habitación y tanto Harry como Draco, tuvieron que respirar para poder continuar con la reunión.

Durante la pedida de mano, todos en la habitación podían ver como a cada instante, ambos padres se perdían en la mirada del otro. Los detalles de la boda se hablaron mayormente entre Ginny y Narcissa, albus y Sorpius se sonreirán embobados con la idea de por fin vivir juntos, mientras que Harry y Draco deambulaban dentro de la habitación de un lado para otro.

Al rato cuando los demás estaban organizando la recepción, se volvieron a encontrar sus miradas, pero esta vez, se miraron largamente, en silencio. Casi podían comunicarse con solo verse a los ojos.

Te ves bien

Tú también te ves bien.

Tengo tantas ganas de abrazarte.

Yo también.

Y el mundo se detuvo.

Ambos volvieron a esa última conversación hacía más de veinte años atrás.

— Te amo Draco, nunca podré volver a amar a nadie como a ti.

— Tampoco yo — Su voz estaba quebrada.

— Si muero en la guerra, quiero que sepas... — Las palabras no terminaron de salir. Ambos se besaban y lloraban.

Ese había sido el fin.

Cuando todo estuvo resuelto, ambas familias se despidieron, Draco le dio la mano a Ginny, luego a Albus y finalmente a Harry, pero esta vez, como algo arraigado en su interior, ambos automáticamente se acercaron y se despidieron con un beso en la mejilla, cerraron los ojos ante el contacto directo con la piel del otro. Las demás personas presentes en la habitación quedaron en silencio y como si nada hubiera pasado, los Potter abandonaron Whiter Shire.

Nos vemos Potter.

Nos vemos Malfoy.

El Valor Que No TuvimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora