❝Contigo❞

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o extrañaba de una manera sobrenatural

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o extrañaba de una manera sobrenatural... Me hacía demasiada falta, no podía contenerme ya... Le odiaba de igual manera, por muchas cosas claro esta, el mismo número de cosas que me hicieron odiarle era equivalente a mucho menos de la mitad por las que le amaba... Lo curioso de extrañar es que echar de menos no es necesitar, pero si es anhelar, anhelaba y quería tan solo un par de segundos con el, segundos de esos que se hacen eternos. Segundos que nunca corren, ni caminan... Segundos bajo cero, segundos congelados más nunca fríos. A veces queremos que el pasado sea nuestro presente, y nuestro futuro. Pero querer no es poder.

Camine hacia donde se encontraba el, apretando los puños con fuerza. La impotencia era absolutamente enorme, mucho más de lo que debía ser. Me sentía impotente ante todo, capaz solo de llorarle y gritarle cuanto le estaba extrañando.

—Vamos, mírame, tus acciones me han vuelto más débil con el tiempo, tu ignorancia me ha perjudicado y tu sigues sin contestar a mi llamado. ¿Crees que esto es justo? — grité secando mis lágrimas con un pañuelo sucio que saqué de mi bolsillo—, ¿Crees que yo debo estar pasando por esto? Eres un maldito ignorante, no sabes cuánto daño me has hecho y aún no das de tu parte. ¿Te gusta verme devastado, no? Creí que seríamos mejores amigos por siempre, que me cuidarías sin siquiera dudarlo un poco, y ahora puedes ver, tu estupidez nos ha separado, tu arrogancia y tu orgullo. La barrera que nos separa es invisible pero se siente, y puedo manipularla con las manos si así lo quisiera, para poder estar nuevamente contigo, para protegerte, pero no puedo, esta vez no daré más de mí... Ahora, ¡Contéstame! Dime que estoy errado, dime que soy un niño que no sabe nada, dime que mis padres deben llevarme a un psicólogo. Vamos, ¡Dímelo! Tu silencio me destruye más que tus acusaciones. ¿Qué quieres de mí? ¿Quieres que me vaya contigo? Ya nada es igual, la pérdida de tu confianza se ha vuelto más aterradora que la misma muerte.

—Te estoy mirando... Perdóname, se que gracias a mis acciones crees en lo contrario de lo que significas para mi, maldito tiempo, maldita ignorancia la mía, si lo contesto, ¿sabes? Es solo que. Mi voz es demasiado baja y no puedes oírla siquiera, nadie merece pasar por lo que pasas, y menos sin alguna razón, motivo o bajo alguna circunstancia. ¡SE CUANTO DAÑO TE HE HECHO! —le oí responderme— no me gusta verte así, sabes muy bien que no... Te cuido, te cuido con ignorancia, pero te cuido igual y digo ignorancia porque, maldita sea, tratando de evitar que alguien te lastime, te lastimo yo. Somos mejor amigos, tu lo sabes muy bien y no tienes que dudarlo. No es arrogancia, ni mucho menos orgullo, es solo una maldita capa de soberbia que me envuelve... —dejé correr un par de lágrimas por ambas mejillas mientras le oía hablarme—, puedo sentir esa maldita barrera, te lo juro, pero se bien que podemos quitarla. ¡ESTAS ERRADO Y EQUIVOCADO! No eres un niño, y lo sabes todo... No te pediré más de lo que ya me has ofrecido, has dado mucho, y lo sé; tarde me fijé, yo confío en ti, pero tu mente... Ella te hace malas pasadas, crees en cosas que no son ciertas.

—Claro, ahora yo tengo que perdonarte como siempre, tengo que bañarte y tapar las evidencias para que no te metas en problemas, cierto? ¿Eso quieres? ¿Que sea tu marioneta? Pues no lo seré. Pero no seré igual a ti, porque sabes cuánto aprecio te tengo y no quiero que me veas del mismo modo en que acabaste, nunca seré como tú, seré mejor —respondí golpeando el suelo con fuerza y limpiando las lágrimas que se escurrían en mi barbilla—. He intentado destruir la barrera que nos separa, pero siempre hay alguien que me detiene justo cuando la sangre recorre mis muñecas, tal vez seas tú, aún no lo sé. Mi mente solo me dice lo que está bien y lo que es mejor para ti, pero me olvidé de preocuparme por mí, y ya es tarde, mi mente se ha dejado guiar por mi instinto de protección hacia ti, pero sé que te fallé. Te perdono por lo que me has hecho, siempre te perdonaré, pero no lo haré por lo que te hiciste a ti mismo.

—No te pido perdón por lo que te he hecho, sino por lo que te hice sentir... Para bien o para mal, nunca fue mi intención. ¿Crees que me importa meterme en problemas? ¡NO! De ser así no estaría hablándolo antes contigo, solo tu crees eso, no necesito ninguna marioneta, ni un juguete, ni algo que manipular. Sabes que te aprecio incluso más de lo que debería, tu lo sabes muy bien... —le oí decir muy segur — si se puede destruir, no existe nada, absolutamente nada en el mundo que no sea destruible, todo se construye y todo se destruye, a veces incluso de la misma manera, odio admitir que he sido un engreído egocentrista, pero es algo que no puedo cambiar de mi, es mi esencia, mi pureza. Así soy y así seré. No me has fallado, has sido el escudo más sólido y la espada más afilada... Fui yo quién falló...

—Maldita la hora en que decidí dejarte solo por un instante, y ahora mira lo que te has hecho, es inevitable culparme. ¿Quieres que me vaya contigo? Dime, ¿Eso quieres? Estás muerto maldita sea, estás muerto pero sigues vivo. ¿Estoy hablando contigo? Tal vez ya estoy loco. ¿Qué quieres de mí? La barrera se generó desde el momento en que me dejaste de escuchar, desde que te hiciste daño, tú generaste esto y tu debes acabarlo. Si no tengo la fuerza suficiente, ¡Acabaré como tú! —desgarré mi garganta gritando frente a la tumba de mi hermano— no soy nada, simplemente para mí estoy muerto por dentro...

—Vamos, ¡CONTÉSTAME! —grité sintiendo como algo dentro de mi se quebraba—, tu silencio me matará si sigo esperando, tal vez ese sea tu plan para que estemos juntos otra vez. Moriré de desesperación y estaremos juntos, pero no soy como tú, seré fuerte por ti.

—Nunca me dejaste solo, siempre estuviste conmigo, no te culpes por nada... No te culpes, no lo hagas por favor... Nunca he dejado de escucharte, te oigo y tu también me oyes a mi. Eres mucho más fuerte que esto, y si no lo eres debes serlo, debes ser fuerte, porque no quiero que vengas conmigo, te quiero allá, viviendo por ti y por mi,—pude imaginar en este punto, el como mi hermano me sonreía aunque no lo veía— no estoy muerto, yo estoy contigo, siempre buscamos una aventura hermano. Y la mejor aventura es vivir, vive por los dos, nuestra mejor aventura.

—No puedo vivir, recuerda que mi único motivo de vivir era el verte feliz, y se que ya no eres feliz, que ya nunca podré verte sonreír aunque te sienta hacerlo. Pero lo intentaré, lo haré por los dos, por nuestra unión —dije con un nudo en la garganta, dejando mostrar una cicatriz en la palma de mi mano— ¿mejores amigos por siempre?

—Lo soy... Soy feliz sabiendo que tu lo serás... —sentí un ligero escalofrío recorrer mi brazo entero, empezando en la palma de mi mano y deteniéndose encima de mi hombro— ¡MEJORES AMIGOS POR SIEMPRE!

Pude sentir su tacto, el mismo calor con el que me protegía antes, lo que me hizo sentir seguro. Mi felicidad estaría con él, y al hacerlo también la de él formaría parte de la mía. Me levanté con las piernas temblorosas y por primera vez ya no miraba al suelo, esta vez miré al cielo, esperando un último grito exigiendo la libertad de mi culpa y mi resentimiento. Él ahora estaba conmigo, siempre lo estuvo y no lo supe, y protegerlo fue parte de las reacciones de mi corazón. Más que hermanos eramos amigos... Con el tiempo se había unido a mí, el ahora formaba parte de mí.

—Contigo hasta el final hermano.

Dije cerrando mis ojos y sonriendo. 

Rafael Ciorciari y Javier Barreto

Rafael Ciorciari y Javier Barreto

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❛POEMAS❜; Javier BarretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora