❝Desee morir❞

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in duda estaba en mi mejor cumpleaños, el 100% de las mejores cosas que deseaba que me pasaran, me estaban pasando, y pensaba incluso que ya nada más podía mejorar

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in duda estaba en mi mejor cumpleaños, el 100% de las mejores cosas que deseaba que me pasaran, me estaban pasando, y pensaba incluso que ya nada más podía mejorar... Me encontraba a 7 minutos de ver finalizado "Mi día", por ello decidí alejarme de todo el mundo un rato, recostarme debajo de mi cama, única y exclusivamente a analizar mi situación, a ver ¿que era lo que me faltaba para qué cumplir 20 años resultara una experiencia muy hermosa? Sin duda, morir, pensé de golpe y pues, estaba en lo cierto... Pero ¿quién sería capaz de suicidarse el día de su cumpleaños? ¿Quién? A mi, sin duda se me podían ocurrir las más brillantes maneras para llevar a cabo un suicido perfecto, pero hay que ser realistas, tengo el coraje pero me falta valor para ser quién coloque el punto final a mi historia. Antes de tirarme debajo de mi cama, llevé conmigo un par de cigarrillos, media botella de ron y un cigarro de esos que dan risa. ¿Para qué llevaba todo eso? Pues a una pregunta interesante, una respuesta interesante, no lo sé. Sonreí, y encendí el primer cigarrillo. Fumé de manera relajada debajo de mi cama, inhalando y exhalando, aunque sin mentir, en ocasiones debía tragarme un buen trago de ron para ahogar el nudo atado en mi garganta. Miré mi reloj y noté que cuando 27 segundos faltaban para terminar el día, mi reloj se detuvo, así que supuse que el tiempo había dejado de avanzar, mi piel se erizó por completo al sentir que un frío me arropaba y cerré los ojos. — Hola, José Javier — oí un susurro en mi oído.

—Te esperaba con ansias, ¿por qué tardaste tanto?
Pregunté un poco confuso.

—Esperaba el momento indicado para tenerte.
Respondió.

—Es mi cumpleaños.
Comenté.

— Sé que lo es — aseguró —. ¿Un día difícil?
Preguntó.

— No... Una vida difícil —respondí—, ¿Cual es mi regalo?
Pregunté curioso, con una sonrisa en mi rostro.

—Voy darte el mejor regalo de todos, te concederé un deseo —respondió—, el deseo que tú quieras.
Continuó, una lágrima se deslizó por mis mejillas y sonreí.

— Deseo morir.
Dije sin abrir los ojos y sin borrar la sonrisa alegre de mi rostro.

—Sin duda el mejor deseo, morir... — decía—; pero, José, ¿estás consciente de qué no puedo matarte?
Preguntó.

— Lo suficientemente consciente para saberlo, y lo necesariamente consciente para entender que debo quitármela yo.
Respondí.

— ¿Cómo lo harás?
Preguntó.

— ¿Debería rajar mis venas y dejar que se escurra de mi, toda esa ira, rabia y rencor que llevo dentro para así ser purgado de mi maldad por fin?
Le pregunté.

— ¡¿QUE ESPERAS?! ¡HAZLO!
Respondió con una incitación que ya esperaba. Cerré mi mano derecha empuñándola y sentí como algo cortaba la palma de mi mano. La abrí despacio y sin abrir los ojos, tomé la hojilla entre mis dedos y; accedí a cortar profunda y lentamente mis muñecas, podía sentir como la calidez de mi sangre descendía por mis fríos brazos.

❛POEMAS❜; Javier BarretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora