Gwen

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-Necesito sentarme un segundo.- Dije apoyándome en el hombro de Beatrice, mientras mis piernas temblaban.-Nunca mas probaré otra de tus pastillas Bea.

-Estarás bien, solo respira un poco, toma agua y siéntate aquí.-dijo la chica de chasquilla rosa, mientras me sentaba en una de las escaleras del club.

-Si, si como digas, pero si muero hoy te culparé a ti.- Ella río, y acaricio mi cabello mientras se apoyaba en la pared.

Siempre admiré su capacidad de estar tranquila aún cuándo el mundo era un caos, ella siempre supo como y cuando hacer lo que quisiera, ilegal, legal, nunca le importó y siempre salía bien, recuerdo como desde que teníamos trece solía decir que iría a mi casa a dormir, para terminar en alguna fiesta, volviendo por la mañana perfectamente bien y solo con una resaca horrible.
Siempre quise tener su falta de sentido común, aún lo deseo, y es por eso que con dieciséis años termine en la sucia escalera de un club del centro, con una identificación falsa y tomando una de las pastillas que Bea le vende a todos en la escuela.

Sentí un subidón de energía en mi cuerpo y me levante de golpe, tomando su mano y llevándola a bailar conmigo de vuelta a la pista. El club estaba lleno de personas, algunos eran lo suficientemente viejos para ser mis padres, mientras que otros se veían mas jóvenes que yo, aunque por lo fácil que fue convencer al guardia de la entrada que teníamos veintiún años, no me sorprendería que niños de catorce estuvieran aquí. El aire se sentía asfixiante si te concentrabas en el lo suficiente, aunque estaba tan emocionada de sentir el extasis de las drogas en mi cuerpo, que no podía concentrarme o preocuparme por nada mas que en bailar con Bea. 
No pude evitar sonreír al ver lo bonita que se veía, lo perfecta que era, siempre me hipnotizaba con su nariz respingada, labios perfectos, ojos grandes, melancólicos y pardos, aunque no podía ver mucho por las luces de colores, solo quería abrazarla y decirle lo buena amiga que es.-Te amo Bea, eres la mejor.-Me sonrió, besó mi frente y un segundo después de eso, Ángel nos agarró del brazo a ambas, para arrastrarnos hacia un pasillo largo y oscuro.

-¿Ángel? ¿Qué sucede?- Preguntó Bea. El no respondió, pero por lo que podía ver, su cara no presagiaba nada bueno. Mientras corría, sentí por unos segundos como mis piernas flotaban en vez de moverse, y aunque era una de las sensaciones mas hermosas y etéreas que había experimentado hasta el día de hoy, la idea de que algo malo estaba pasando no me dejo disfrutar mas de unos segundos del sentimiento. Para intentar volver a conectarme con la realidad y despabilar un poco, mire a mi alrededor, las paredes estaban desgastadas y llenas de grafitis sin ningún sentido, el techo estaba repleto de tuberías negras y largas, que dejaban caer gotas sin cesar, manchando el color rosado de las paredes que casi era imposible de notar gracias a los grafitis. Me sentí mareada, y abrumada ante tantas sensaciones y volví a mirar a Ángel, quien no hablaba y solo seguía corriendo con sus manos tirando las nuestras hasta llegar al baño.

Al abrir la puerta estaba Kiara desvanecida en el suelo, con su cabeza sobre las piernas de Nara, su cabello rubio estaba esparcido por el suelo, su delineador negro desparramado por todo su rostro, y estaba mas pálida que de costumbre. Nara lloraba incesantemente y el hermano de Kiara, Evan estaba de cuclillas a su lado tratando de hacerla reaccionar. Las luces de un color morado neón no paraban de parpadear, volviendo todo más irreal.

-¿Que mierda? ¿Qué pasó?- Pregunté histérica mientras me lanzaba al suelo a tocar su rostro.

-No sabemos, estábamos bailando y de la nada comenzó a sudar y a temblar, la trajimos al baño para beber agua, pero comenzó a vomitar y se desmayó.- Explicó Ángel tocándose incesantemente el cabello de forma nerviosa.

-¿¡Y que mierda hacemos aquí!? Hay que llevarla a un hospital.

-Ya llamamos a una ambulancia, ¿o acaso vez que alguno de nosotros tenga un auto para llevarla Einstein? El hospital esta muy lejos, y creo que en nuestro estado nos caeremos si las cargamos mas de unos metros.

-¡No me hables así, no es el momen..!-Antes de terminar la frase sentí como subía por mi garganta la pastilla de Bea.- Voy a vomitar.-Corrí al lavamanos y expulse todo el químico de color lavanda de mi cuerpo, aunque aun así seguía igual de drogada, bueno, todos lo estábamos. Nadie estaba reaccionando mucho y no sabíamos que hacer, asique tomamos a Kiara como pudimos y la llevamos a la entrada del club.

Los minutos pasaban y fueron los mas largos de mi vida, personas se pusieron alrededor de Kiara preguntando que le ocurría, pero nadie podía hacer nada mas que esperar. Evan estaba moviendo la pierna derecha de forma inquietante, y las lagrimas no paraban de caer por sus mejillas, nunca lo había visto llorar antes en mi vida. 

Quince minutos pasaron antes de que la ambulancia llegara alumbrando todo el suelo y las paredes negras del club con sus luces parpadeantes, dos paramédicos subieron a Kiara a una camilla.

-¿Alguno es familiar?- Pregunto el mas alto, con cabello castaño.

-Yo, soy su hermano.-Dijo Evan, de forma desesperada.

-Iras con nosotros en la parte de atrás, sube.

Los vimos partir, y nos levantamos para caminar lo mas rápido que podíamos hacia el hospital central, que estaba a una hora y media a pie, los autobuses no pasaban a esa hora de la madrugada, no teníamos dinero para un Uber, sin mencionar que ninguno de nosotros llamaría a sus padres para pedir ayuda, ya que se supone que estábamos acampando en las afueras de la ciudad. Mientras caminábamos, la presión en el pecho se hacia mas presente, asique tome la mano de Ángel, para calmarme.

-Ella estará bien...-Dijo Ángel, muy poco convencido y aferrándose con fuerza a mi mano, para que no se notara su incesante temblor. Encendí un cigarrillo, y se lo entregue para que pensara en algo mas, por lo menos un segundo. El resto del camino fue silencioso, y solo interrumpido por el sonido de encendedores prendiendo mas cigarrillos.

Evan estaba sentado en la sala de espera, con su madre, quien furiosa y triste, solo se limito a mirarnos con odio unos segundos, antes de volver a poner su cabeza entre sus manos, susurrando bajo algo ininteligible. Estuvimos una hora saliendo y entrando para fumar sin mas conversación, que un ocasional "espero que este bien", hasta que Evan salió con nosotros al estacionamiento.

-Kiara esta bien, fue una sobredosis, sospechan que la pastilla que tomó estaba mal medida, tenia demasiado para su cuerpo, la dejarán aquí por la noche, y volverá mañana a casa.-Todos respiramos aliviados al unísono, aunque seguíamos tristes y drogados.- Deberían irse, mi madre quiere matarlos a todos, les hablaré por la mañana.- Dijo caminando de vuelta, Ángel se acercó a el antes de entrar, ambos hablaron unos minutos, y se abrazaron como despedida.

La caminata a casa de Ángel fue larga, triste y mas silenciosa que la anterior. Al llegar Beatrice se lanzó al suelo de la cocina a llorar.

-Todo es mi culpa, todo es mi culpa ¡Todo es mi culpa!- Gritaba mientras golpeaba el suelo con sus puños...

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