Know my nature | Ateez.

Capítulo 1

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A HongJoong nunca le gustó el frío, pero era propio del lugar que habitaba, al igual que las dificultades para la caza, la constante sensación de estrés por los cazadores y el peligro que corrían ante otros depredadores; por eso paseaba sin ninguna prisa por los gélidos parajes de la zona, yendo de una lado al otro del bosque mientras sus patas se hundía en la nieve. Aquel lugar era, hasta en la última piedra del linde con el pueblo, un sitio frío y húmedo, con la primera nevada, que siempre era la más dura, aquello sólo empeoraba.

Sabía perfectamente que a San y Wooyoung les encantaba jugar en la nieve, disfrutaban hundiendo sus patas en ella y saltando desde zonas levemente altas a la capa blanca que cubría todo. Yeosang, en cambio, que en generalmente era mucho más solitario, se limitaba a buscar los pequeños rayos de sol que se colaban entre la copas de los árboles, aprovechando ese reconfortante calor durante las horas diurnas, de resto permanecía entre la maleza. Lejos de ser una manada, HongJoong había empezado a tomar a aquellos kitsunes como su familia, a pesar de que sólo estaban juntos por su propia supervivencia.

Pensar en lo cerca que estaba el inicio de la caza de invierno le hacía pensar en lo extraño y curioso que le resultaba el mundo “mortal”, y como la ignorancia de este les había llevado a quedar solamente cuatro de su especie. Siendo el mayor se sentía con la responsabilidad de cuidar de todos ellos.

Cuando vio a Wooyoung salir corriendo hacia el río, emitió un pequeño sonido a la par que comenzaba a correr tras el menor del grupo, avisando a Yeosang para que se moviera mientras intentaba alcanzarlo. Emitió otro sonido para advertir a San, que había tomado la delantera siguiendo al menor en alguno de sus juegos y aceleró su paso.

Desde su posición, ahora con Yeosang a su lado, podía escuchar el arrullo del río, y con ello los pasos de los más jóvenes. No le gustaba que estuvieran por aquella zona, si entendía lo atractiva que resueltaba la idea de jugar en el agua, valoraba lo suficiente sus vidas para saber qué ir allí era poner sus vidas en peligro. Sólo podía mirar al frente mientras rezaba porque no hubiesen cazadores durante el primer día de invierno.

Entonces escuchó el disparo.