Capitulo 4

611 85 27
                                    

Después de lo acontecido, el joven azabache paso las últimas semanas bajo una misma rutina, en la que dormía la mayor parte del tiempo y solo se dirigía al bazar ocasionalmente para tomar algo de los negocios con lo que alimentarse un poco, y durante las noches, recorrer la ciudad en búsqueda de una oportunidad para hacerse con el bien de alguien bajo el abrigo de la noche, ya que por desgracia, la muerte de aquel hombre ebrio en los barrios bajos no pasó desapercibido para las personas, por lo que decidió reducir un poco sus actividades diurnas, y aunque no habían visto su rostro, era mejor ser precavido y mantener distancia hasta que el asunto se calmara.

Por si eso fuese poco, las cosas tampoco iban bien durante su jornada nocturna, últimamente los recursos eran cada vez más escasos y la necesidad cada vez más abundante, incitando a que los robos y demás actos delictivos en la ciudad incrementasen demasiado esos días, por lo que aquellos con el suficiente dinero estaban empezando a marcharse de allí, comerciantes, mercaderes, e incluso familias de buena condición económica que aportaban algunos pocos ingresos a la localidad, empeorando con ello la situación de la ciudad.

Todo se estaba yendo a la mierda, y él también lo haría pronto si no lograba conseguir el suficiente dinero para irse, pero el dinero que desde hace mucho tiempo llevaba guardando no bastaba, ni siquiera con el resto del dinero que tenía oculto en otras zonas de su guarida y alrededores.

Las cosas pintaban mal; necesitaba una mayor fuente de ingresos y rápido.

Por un momento, recordó las descaradas palabras que aquel hombre le dedico en el callejón, considerando tan solo por un segundo, y solo un segundo, su sugerencia, descartándola de inmediato con repulsión.

No, definitivamente, no lo iba a hacer.

Si bien era cierto que los "servicios" sexuales eran bien remunerados y más aún cuando la persona en cuestión era virgen, aun no caía tan bajo como para venderse a sí mismo y dejar que algún bastardo tocase su cuerpo de esa manera.

Debía haber otra solución.

Estaba pensando en qué hacer cuando escucho a lo lejos un revuelo en las calles, dado la hora temprana que era no le extrañaba el alboroto que la gente podía ocasionar, pero había algo raro en esta ocasión, lo noto por las exclamaciones felices que se escuchaban a la distancia, así que encapuchándose con su manto gris se dispuso a salir de su guarida para averiguar lo que sucedía.

No le tomo mucho tiempo llegar al área más concurrida de la ciudad, donde las personas corrían de un lado a otro emocionadas y hablaban sin parar de lo que sucedía, sin embargo, por más que lo intento, no pudo obtener respuesta a sus dudas, pues todas las conversaciones que escuchaba carecían de información suficiente, muchas eran charlas incongruentes, otras más solo cuestionamientos absurdos.

Lo único que pudo deducir a partir de lo poco que logro recabar, era la aparente llegada de alguien a la ciudad, y de ser así, por el revuelo recién presenciado podía decir que se trataría de alguien importante.

Pero hasta no obtener más información, todo lo que tenía solo eran sospechas. — Tsk...Ni modo. — Susurro al cabo de meditar un momento en cómo conseguir las piezas faltantes de su investigación, y caminando en dirección contraria se fue de la plaza.

Una hora más tarde se encontraba bajo un puente de piedra ubicado en los barrios bajos de la zona norte, esperando.

. — Hola, Robin. — saludo alguien a su costado, llamando su atención.

Ahí oculto entre la oscuridad un chico pelirrojo le sonreía y saludaba con la mano, acompañado de una chica mayor que él.

. — Te tardaste. — reprocho el azabache viendo a la joven morena que le sonreía, pero que a diferencia del otro muchacho no desprendía la más mínima inocencia.

Déjame AmarteWhere stories live. Discover now