Capítulo 52: El Pulso Escarlata.

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"No hay nadie menos afortunado que el hombre a quien la adversidad olvida, pues no tiene oportunidad de ponerse a prueba".

Séneca

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Un sonido suave llegaba a sus oídos... era un especie de susurro... además de eso, sentía un bamboleo que lo mecía al compás de aquel mismo sonido... ¿qué era...? Intentó moverse... pero al hacerlo un fuerte dolor le recorrió el cuerpo... las muñecas le ardieron así como los tobillos y el cuello... Tenía tanta sed... entonces otra cosa llegó a él, un aroma indiscutible... fuera del aroma a sal y sangre... a sus pulmones llegó el ácido olor del humo... En ese momento Nevra abrió los ojos, su cabeza daba vueltas y sentía todo su costado húmedo... estaba herido... miró en rededor, estaba dentro de una especie de bodega, la luz era escasa, pero distinguió barriles, cuerdas y... extraños recipientes de vidrio que contenían una sustancia escarlata, brillante y palpitante... de pronto, el lugar se estremeció por completo... el vampiro hannya dirigió la mirada hacia la que sería la trampilla que subía hacia la superficie de lo que, ya imaginaba, sería un barco, entonces vio que junto a las primeras humaredas que bajaban hasta esa bodega, unos gruesos haces de luz escarlatas descendían e inundaban todo el lugar... ¿El Pulso ya se había declarado? ¿Era ya medianoche...? Unos rugidos estridentes y bestiales se oyeron en ese momento, Nevra intentó moverse nuevamente pero al final solo consiguió caer de costado... los oídos le pitaban y su visión nuevamente se volvía borrosa... era cierto... había sido drogado por ese hombre... entonces alzó la mirada por la superficie de madera del suelo... distinguió su parche a unos cuantos metros...

>>—¡Cállate! —había gritado ese hombre vestido de blanco golpeándolo en el rostro... su parche había salido volando por eso—. Tienes una boca muy grande para ser solo un pequeño niño, solo mírate, estás temblando —los ojos rojos de aquel brownie desquiciado le sonrieron a la par de sus labios pérfidos—. Pero eres de la Guardia de Eel —añadió moviendo la piocha que lo identificaba como miembro de Sombra—, solo por eso te dejaré vivir, puede que nos seas útil para cuando ese momento llegue.<<

Ahora lo recordaba... ese sujeto era de Memento Mori... lo había seguido hasta ahí y después había sido tomado de rehén... además... Nevra tragó saliva y dirigió su ojo hacia más allá de aquel parche, más allá de una linterna de aceite que se mecía de un lado para otro, creando sombras titilantes en medio de esa luz escarlata que bajaba desde el exterior... es cierto... allá afuera estaba aquella crisálida... una crisálida de hibernación draconiana, esos tipos de Memento se querían llevar a esa criatura...








Hace dos días atrás:

Tras haber bebido su sangre, tras haber visto como ella aceptaba formar un lazo con él... tras haber, aún si no lo veía como tal, aceptado ser suya, Nevra había cedido a uno de sus impulsos, sonriendo travieso le había acariciado las orejas aterciopeladas a Akiko, y había comprobado que eran tan suaves como se lo había imaginado... pero cuando había aludido a cómo serían sus colas, es que todo su cuerpo se había paralizado... la mirada de la kumiho era tan agresiva... y su aura... tan amenazante... que no pudo menos que tragar saliva nervioso... ¿había hecho algo mal? Sin embargo, no había tenido tiempo para nada...

—¡Tú, maldito bastardo! ¡Eres un pervertido! —gritó Akiko abofeteándolo y, sin dar pie a otra cosa, se dirigió hacia la salida de la tienda.

El Legado de Ophram: El Pulso Escarlata [Eldarya]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora