Uno

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—Jimin es una zorra.

El comentario revoloteó en el aire por lo que pareció una eternidad. El ambiente de pronto se tornó denso y algunos estudiantes retuvieron el aliento en medio del silencio sofocante que llenó el lugar, temiendo que una mera exhalación desataría a la fiera vestida de Chanel.

Entre el caliente aire abarrotado de risas reprimidas y miradas curiosas; el murmullo de la madera debajo de sus antebrazos chirrió al girar su torso, permaneciendo inclinado sobre su escritorio, y enfrentó al cabrón lengua suelta que le miraba con ojos burlones y una sonrisa ladeada que no hizo más que alimentar el fuego dentro de su estómago.

Paseó lentamente la lengua por sus dientes con un sonido agudo, y después le regresó la sonrisa al alfa, que era más músculo y esteroides que persona, y aprovechó para echarle una ojeada descarada a sus perros leales mientras se sacaba el flequillo de la cara. Pudo sentir cómo borraban sus sonrisas bobaliconas, incluso se atrevería a decir que vio a uno de ellos sufrir un escalofrío antes de retirar completamente el contacto visual.

—Oh, ¿lo dices porque tu padre me invitó a salir?

La malicia en el rostro de Park Chanyeol se apagó de un momento a otro, mientras que las risas que se habían callado volvían a aparecer a su alrededor. La sonrisa de Jimin amenazaba con hacerse aún más grande al notar el tono rosado en las mejillas del tipo, contrastando totalmente con la contextura del muro de ladrillos bronceado que se daba aires de bravucón y agitada su bandera de 'soy heterosexual' demasiado a menudo para realmente llegar a serlo.

—Sin celos, cielo. Me gustaría complacerte diciéndote que preferiría salir contigo que con tu padre, pero realmente no me van los feos. Y ni hablar de los idiotas. Perdona, no es nada personal. —Jimin hizo una pausa para ladear el rostro elegantemente—. Sólo que sí lo es.

Le mandó un guiño cargado de sorna y regresó su mirada a la pantalla de su móvil de carcasa fucsia entre sus manos, el gruñido que le dirigió fue música para sus oídos. Disfrutó del dulce sonido de los murmullos y las miraditas indiscretas, incluso la del profesor, todo eso le inflaba el pecho de puro orgullo. Entonces las furiosas feromonas de Chanyeol le quemaron la nariz. Lo escuchó acercarse, pero decidió no dirigirle la mirada hasta que estuviera lo suficientemente cerca.

—¿Te crees todo el numerito de la perra valiente, no es así? —Con la misma sonrisa radiante de antes, Jimin subió la mirada hasta la enrojecida nariz del chico. Aunque quería evitar a cualquier costo alguna circunstancia que le dejara el maquillaje regado, o peor, su rostro con alguna marca púrpura, gran parte de él deseaba continuar con la escena en la que él era el protagonista.

Cuando el chico estuvo frente a él, gloriándose de su altura y sus largos cabellos marrones disparados a todas direcciones como si fuera una maldita buena cosa, Jimin no tardó nada en degustar el exquisito sabor de estar en el centro del espectáculo, y dejó que una de sus manos hiciera un perezoso recorrido a través del lateral derecho del cuerpo nervudo y enojado frente a él, sintiendo sus músculos tensarse a su paso.

—Eso es más que obvio —dijo Jimin, curveando sus dedos en una de sus nalgas, y sintiendo un placer enorme al notar el rostro encolerizado del alfa deformar sus facciones rectas en una mueca llena de vergüenza. Las manos sádicas de Jimin prácticamente actuaron solas, sin poder evitar darle una palmada que resonó en cada pared del salón de clase para después observar los colores bajar hasta el cuello de Chanyeol, en una de las expresiones más sombrías que había visto jamás.

El agradable sonido del cotilleo se silenció en cuanto fue tomado del cuello de la camiseta con tanta fuerza que lo levantó de su asiento, entretanto, la otra mano se balanceaba en el aire, listo para darle un guantazo de los buenos. Jimin no tuvo siquiera tiempo de reaccionar, porque el profesor ya había levantado su voz sobre el follón:

Él es una zorra │Yoonmin│Where stories live. Discover now