6- El principio de todo

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Delfina.

-¿Un análisis de sangre?-

-Si al parecer quieren descartar posibles enfermedades- me dijo Felipe, estábamos en su habitación, escuchando música para aminorar los nervios que pasó en la clínica, por cómo era él sabía que cualquier cosa que hiciese sería en vano, Felipe era medio hipocondriaco a veces, siempre éramos su hermana o yo las que le decíamos que no pensara en cosas malas, que un simple dolor de cabeza puede ser producto del cansancio, o por ver muchas series, pero esto ya era algo que no estaba en mis manos, ¿cómo le explico que un análisis de sangre es solamente un chequeo de rutina?, resultaba imposible inculcarle esa idea, sólo se calmaría cuando tuviéramos los resultados de los estudios en la mano.

Pienso en esos momentos y no puedo creer cómo todo sucedió tan rápido, de estar bien los dos juntos como siempre quisimos, a estar acá sola. El tiempo, el destino, o como quieran llamarle son injustos, a veces te juegan esas malas pasadas que te descolocan para toda la vida. De repente vi como la puerta de mi habitación se abría y me alejó de mis pensamientos, era Maca que venía a visitarme como cada viernes después de terminar con sus tareas laborales y yo de mis trabajos prácticos.

-Hola enana- me dijo con una sonrisa que no logró mantener por mucho tiempo, estaba con las carpetas de la oficina, después de lo que pasó con Felipe decidió ayudar a su mamá con su trabajo.

-Hola Maca- le dije sentándome en la cama, todavía estaba un poco atónita.

-Te mandé varios mensajes estos días y no me contestaste ninguno, pensé que te había pasado algo.-

- La verdad es que preferí alejarme un poco de todos.-

-"De todos" ¿te estás refiriendo a mi familia?.-

-No, bueno, no sé.-

-No te entiendo Delfi, ¿Qué te pasa? Sabes que me podes decir cualquier cosa.-

-Lo extraño Maca, extraño todo de él, no sé si algún día logre superarlo, y... cada vez que te veo a vos, a tu familia me hacen acordar a Felipe ¿entendes?.-

Maca que hasta ese momento me miraba seria no dudó en soltar unas cuantas lágrimas, tomó mi mano con seguridad y me dijo.

-A todos nos pasa lo mismo, ¿por qué te pensas que me mudé de esa casa? Nosotros más que nadie sabemos lo que pasó y tenemos que convivir con ello todos los días.-

-Deja de fingir Macarena, ni vos estás bien, ni yo lo estoy, Nacho ya no habla con nadie, cada vez está más encerrado en su habitación, ¿cómo pretendes que sigamos adelante? Seis meses pasaron recién y no me entra en la cabeza como pudieron dejar que las cosas terminaran así, no lo puedo entender.-

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Macarena.

-Calmate Delfina- fue lo único que pude decirle, mis lágrimas caían por mis mejillas a más no poder, me costaba expresar y ella que por fin pudo largar todo lo que tenía atragantado durante mucho tiempo, sólo podía escucharla y agarrarle la mano, sabía que aquella decisión le había afectado de una manera particular y no la culpo, tardaría mucho tiempo en sanar y entender que era lo mejor.

Salí de la casa de Delfina peor que antes, verla sufrir y saber que era por mi culpa me causaba un dolor interminable, ella, mi amiga, mi cuñada, mi confidente a lo largo de estos 6 años, estaba sufriendo y yo no sabía cómo contenerla, quería acompañarla, estar con ella y decirle que todo va a estar bien, pero no pude, la culpa que siento es más fuerte que yo. Delfina me estaba reclamando y era consciente que por más que no me nombraba directamente, todas sus palabras fueron cuchillos yendo a una sola dirección, la mía.

Bitácora de lo que pudo ser...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora