La carta

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Los días transcurrían y yo me seguía preguntando si mudarme a esa casa era lo correcto, había una realidad posible que lo hacía todo mucho más complicado, sus recuerdos. Todo estaba ahí, en ese lugar, y aunque me hiciera la fuerte ante los demás muy dentro mío estaba gritando y llorando porque no podía comprender que estaba decidiendo vivir en una casa que no era mía. Se suponía que debía estar feliz, bah, con Felipe muchas veces pensamos en irnos a vivir juntos pero ya a irme sin él era otra cosa completamente distinta.

-Pasa que vos no separas las cosas Delfi-. Me decía Maca trayéndome una taza de café, nos encontrábamos en la cocina de mi casa, ambas estábamos tapadas de trabajo pero no queríamos dejar de vernos.

-No tengo nada que separar Maca, él separó las cosas y no me preguntó nada, te juro que no puedo dejar de pensar en esa pelea, no sabía que iba a ser el detonante de todo.-

-Nadie lo sabía, Felipe estaba descontrolado, ya no hablaba con vos, ya no hablaba conmigo. Todo se había ido a la mierda ¿te acordas?-

-Sigo sin entender, más allá de todas nuestras peleas siempre permanecimos juntos, no sabía que se quería separar.-

-No era él, Gonzales lo dijo, su cambio de actitud era producto de todas las drogas que tomaba.-

-Claro, ¿y lo que pasó después?.-

-No lo sé y no soy yo quién te tiene que contestar eso, lo mejor que podes hacer es agarrar esas llaves y mudarte amiga, ya es hora de que tengas tu propio lugar y si mi hermano fue generoso en dejártela aprovecha.-

Una semana después ya me encontraba en mi nueva casa, es raro decirlo y más sabiendo todo lo que viví allí con el innombrable (okey, ya sé que es de inmadura llamarlo así pero estaba enojada con él y pronunciar su nombre hacía que me hirviera la sangre).

Maca me había regalado unos cuadros que combinaban a la perfección con la estética de la casa y Nacho me trajo mi antiguo escritorio con la esperanza de que retomara mis novelas ya que ahora tendría un poco más de paz.

Todo estaba marchando excelente, pensé que iba a ser difícil pero con el trajín de la rutina, los quehaceres de la casa, me mantenían muy ocupada. En medio de la limpieza había encontrado en el estudio una caja llena de polvo, se notaba que era vieja porque ya estaba desgastada a punto de romperse la pobre, así que la abrí. En ella encontré varias fotos nuestras: nuestro primer viaje al sur, nosotros dándonos un beso, nuestras manos entrelazadas, otra foto abrazados; tantas cosas vivimos, tantas risas, muchas noches hablando, dios, ¿por qué es tan difícil olvidar una persona? ¿Cómo se hace para seguir?. Entre tantas cosas encontré un sobre con mi nombre en ella, Felipe no era de hacerme cartas, de hecho nunca me hizo una ni yo a él, me resultaba extraño pero a la vez me daba miedo leerla, encontrarme con su letra seria casi lo mismo que verlo en persona. Pero sabía que tenía que abrirla y enfrentarme con su verdad, así que eso hice.

Delfina:

Enana, cuando encuentres esta carta seguramente yo no voy a estar a tu lado y vos vas a estar muy enojada conmigo por eso, pero quiero que entiendas que la decisión que tomé fue pura y exclusivamente porque te amo, porque desde un primer momento en que nos enteramos de esta enfermedad sabíamos que la relación iba a estar sometida a muchas peleas, lágrimas, gritos y aunque lo intentamos evitar muchas veces, siempre caíamos en lo mismo.

La realidad es que nunca quise separarme de vos, desde que te conocí supe que me ibas a hacer muy feliz, y no me equivoqué, fui el hombre más feliz de la tierra, no solo porque recibía tu amor, sino porque fuiste incondicional conmigo y estoy seguro que aún lo seguís siendo. Vos nunca te diste cuenta pero yo siempre te miraba, y veía como me defendías cuando alguien me quería lastimar con respecto a mi condición y como luchabas conmigo cuando algún estudio no salía bien y aun así le ponías tu cuota de humor y me hacías reír. Fui tan afortunado al tenerte y sé que también fui egoísta al dejarte y no me perdonas es por eso que quiero pedirte un favor: no quiero que sigas cargando con culpas, vos no tenes nada que ver en mi decisión. Jamás hiciste algo que me haya hecho alejar de vos, en eso quédate tranquila mi amor, vos hiciste todo bien.

Mi amor, sé feliz, yo sé que podes y sí todavía no tiraste este papel y me seguís leyendo es porque sabes de lo que te hablo, necesito que seas feliz pero no por mí, ni por mi familia (que de hecho deberían estar celosos porque a ellos no les dejé nada), ni por la tuya, sino por vos, seguí tus sueños, peléala como siempre me decías, porque de los dos vos siempre fuiste la guerrera y de eso no cabe ninguna duda. Yo te amo, con toda mi alma, y eso es lo que te prohíbo que olvides.

Ahora llegó el momento de despedirme, y te voy a pedir que no llores porque yo estoy bien ¿sí?, y también tenes que estarlo vos porque en ese lugar en donde estás ahora, nosotros fuimos muy felices y esa felicidad tiene que seguir intacta ¿okey?.

Siempre tuyo

Felipe.

Bitácora de lo que pudo ser...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora