—¡Dejen las muestras de afecto para después! Los demás están en problemas —resonó la voz de Tristán.
Parpadeó un par de veces y respire hondo, para eliminar la extraña sensación en mi estómago, que había provocado el dulce beso de Deniel.
—Yo me encargo —dije intentando sonar lo más seria posible.
Volar. Era una opción, para arreglar la situación que está pasando, pero como ya había dicho anteriormente Ezequiel, en el transcurso de estos tres días, no tenemos la fuerza suficiente como para desgastarla en eso, así que tendré que esperar un par de horas más, para por fin volar y lograr uno de mis sueños.
"¿Cómo Deniel logró mantener su energía?" Pensé.
—Ustedes tres distraiganlos, y yo voy a matar a esos malditos —dije viendo la calle en ruinas con montículos de cenizas, que hace un momento habían sido los lobos, al ser asesinados con nuestras armas en eso se convertían.
—Te ayudo —dijo Deniel, sin esperar una respuesta.
—Pero... —no terminé de hablar, ya que Ely me interrumpió.
—Quedan pocos demonios aquí, es mejor que Deniel te acompañe.
—Entonces, vayan —dijo Tristán. Deniel asintió con la cabeza, mientras que yo transformaba el arco en espada.
Busqué un punto libre alrededor de la caja del tráiler, para poder bajar y que no nos vieran. Después de un breve instante, encontré un espacio libre por el lado de atrás de la caja, salté, caí de pie en suelo y Deniel me siguió muy cerca, llevábamos la espada en mano. Corrimos con sigilo, para evitar ser vistos, pero esto no duró mucho tiempo, los lobos de enfrente fueron los primeros que nos localizaron, ocho lobos de la gran manada nos vieron y se movían hacia nosotros.
—Entre más rápido nos ataquen, más rápido terminamos —dije.
—Izy te has vuelto una loca, quieres que nos maten —dijo Deniel.
—No me juzgues, la situación lo demanda —cuando terminé de decir eso, cuatro lobos corrieron hacia mí y otros cuantos más hacia él, desde atrás cayeron varias flechas. Pulverizando a algunos lobos al instante. Uno tan oscuro como las profundidades del mar, aullaba llamando a los demás. Las bestias salían de todos lados, era como una infestación de ratas, pero más grandes y letales.
—¡Estamos atrapados! —dijo Deniel, con la voz temblorosa.
—No nos podemos rendir y menos ahora que el final está por llegar —dije.
Pero en ese preciso instante llegó un nuevo grupo de demonios Drazhan, que le hacían escolta al Señor Oscuro. Los lobos gruñen y aullaban ansiosos por devorar cada parte de nuestros cuerpos. El alboroto se había intensificado, resonaba en lo más profundo de mi pecho haciendo que mi cuerpo se estremeciera por el miedo que me causaba.
Ely y Tristán, fueron capturados por una especie de oruga verde oscuro, viscosa y llena de escamas que parecían navajas. Los llevaron hasta donde estábamos nosotros, dos licántropos intentan someternos con sus garras, pero no lograron hacerlo, le corté la mano con Arya, escuchando un grito ahogado y el crujir de los huesos. Deniel le cortó la pierna con la espada, así que varios licántropos más nos fueron a apresar, era como si una serpiente constrictora nos apretara más y más para cortar nuestra respiración.
El Señor Oscuro levantó las manos e hizo un ademán ordenando silencio a todos los demonios que estaban festejando por nuestra captura. De repente, todos enmudecieron, hasta el viento se dejó de sentir ante aquel demonio mayor.
—Perfecto, aquí tengo cuatro reliquias más para mi colección de ángeles caídos, ustedes al igual que muchos más, se volverán más fuertes que cualquier ángel divino o caído, ustedes serán el ejército que vencerá a su propio creador —la voz del Señor Oscuro era gruesa y aterradora, fue como un golpe en el estómago que me saco todo el aire, no podía creer que después de tanto luchar fuéramos capturados, en el último momento antes de la batalla final.
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Tres días en la oscuridad TERMINADA (Disponible en papel)
Mystery / ThrillerEl final de los tiempos se acerca y las almas de las personas es el tesoro que desean los ángeles y demonios. Para nosotros hay tres opciones, quedarnos como humanos o convertirnos en ángeles o demonios... Tú decides... Las trompetas de la guerra y...