CAPÍTULO VIII

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Abrí mis pesados ojos. Parpadeé varias veces y miré el reloj a mi lado. 11.32 de la mañana.

¿Pero que mierda? No sonó la alarma, eso quiere decir que no la programé. Massimo no me despertó porque es un sciocco perezoso.

Levanté las sabanas y me senté en la cama. Pasé mis manos por mi cara. Suspiré y me dirií al baño para darme una larga ducha.

Dejé que el agua recorriera mi cuerpo y me puse a pensar. Ayer Koichi-kun me acompañó hasta la panadería que se encontraba cerca de su casa, de camino me explicaba que un asesino rondaba por Morioh-cho y me pidió si podía investigar algo al respecto con asesinatos. No quise relacionarlo con mi sueño, pero me fue inevitable.

Una niña fantasma me hablaba a mi junto a Koichi-kun y a Kishibe sobre los asesinatos. Un dolor punzante apareció en mi cabeza.

Me moví y pasé a llevar con mi codo izquierdo el shampoo que se encontraba a un lado. Lo recogí y lo dejé en su lugar. Recordé que el jefe nos mandó dinero para arrendar un lugar, por el cual quedarnos, ya que, yo había dicho que la proxima semana sería la entrevista que yo aún no consigo. No sé que haré.

Massimo hizo todos los arreglos legales respecto al lugar. Yo estaba muy cansada. Espero haya conseguido un lugar acorde a nuestro trabajo. Salí de la ducha y me envolví en la toalla.

Tomé mi maleta y saqué la ropa. Esta era la única tenida limpia que me quedaba, al menos en el próximo lugar en el que nos hospedaremos podremos lavar nuestra ropa. Me vestí y guardé todo.

Tomé el mango de la maleta y me dirigí a la puerta. Frené y tragué saliva. Un peso e mi pecho se incrementaba. Volví dentro de la habitación y comencé a desarmar el interior de la maleta para verificar si tenía todas mis cosas. Miré hacía atrás y vi mi pequeño reloj despertador sobre la mesa de noche. Guarde las cosas y las dejé en orden para abandonar la habitación.

Cuando llegué a la puerta de Massimo golpeé dos veces. Esperé un momento antes de volver a golpear. El sciocco no abría. Golpeé esta vez con mayor intensidad.

-Pasa- Escuche apenas.

Abrí la puerta y Massimo tenia su cara sobre la almohada y su cuerpo casi convirtiendose en uno con la cama.

Rodeé los ojos.

-¡Alzati sciocco!- Exclamé cerca de su oido. Dio un salto y cayó al suelo. Sonreí

-Che ti prende? Sei pazzo- Pasó su mano derecha por su ojo izquierdo.

Miré la hora en mi reloj y apreté mis manos al ver la hora que era.

-¿Por qué no te has despertado?- Pregunté cruzando mis brazos.

-Porque no me has despertado- Se levantó y estiró sus brazos -Llegaste muy cansada y no te quise molestar- Hubo una pausa. Me miraba a los ojos -¿Totte bene?-

-Sí, sólo me dolía la cabeza. Es todo- Tomé el mango de mi maleta -¿Nos vamos?-

-¿A dónde?- Lo miré mal -Oh, certo-

Abandoné la habitación y me dirigí a la recepción para dejar la llave de mi habitación. Cinco minutos pasaron cuando Massimo apareció bajando las escaleras con un pantalón blanco que ahora eran de color beige. Levanté una ceja y negué con la cabeza.

Abandonamos finalmente el hotel. Durante mis dias hospedandome aquí no he vuelto a ver a mi salvador. Quizás aquél día era el ultimo para el suyo en Morioh, pero el primero para mí.

Yo seguía a Massimo, ya que, no tenía idea de dónde quedaba la casa. Doblabamos en muchas esquinas y nos metiamos en muchas calles. Frené en seco al notar que estabamos caminando en circulo.

Open Your Heart, Kishibe Rohan ¡ACTUALIZANDO!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora