Encuentro pasajero

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Con el paso del tiempo me fui acostumbrando a que los encuentros con Jesús se sucedieran de manera inesperada y en lugares que uno presupone no destinados a que sucedan.

Como todos los días durante mi jornada laboral manejaba el taxi de aquí para allá según los destinos elegidos por los pasajeros. Era un sábado de enero, periodo en el que el trabajo suele mermar bastante. Pero allí en una vereda me esperaba una pasajera, al subirse nos saludamos respetuosamente, y me indicó a que calles iba, García del Rio y Avenida Cabildo.

Le propuse el camino que creía recomendable, al ella aceptarlo el auto se puso en marcha, y también un nuevo encuentro con Jesús.

Los primeros minutos del viaje transcurrieron en silencio hasta que ella, al notar pegada una calcomanía con el lema "vayan por el mundo y anuncien la buena noticia a toda la creación", rompio el silencio preguntándome si era católico. Sin dudar, pero pensando en qué tipo de charla podía desencadenar mi respuesta en un mundo donde atacar la fe se ha vuelto moneda corriente, respondi que sí.

Con una sonrisa no complaciente, me cuenta que ella también lo había sido, hasta que un día estando en misa tuvo la extraña sensación de que Dios se fue de su interior repentinamente dejándola sola. Entonces se levantó de la misa para irse sin creer más en Dios.

No recuerdo las palabras exactas, pero le dije algo así: " alguna vez sentí lo mismo hace muchos años, pero el año pasado entendí que no había sido así porque Dios no abandona a sus hijos".

Charla va, charla viene, cada uno expresaba lo que sentía, con muco respeto y sin querer convencer al otro. Le cuento mi experiencia vivida en el Proceso Comunitario de Confirmación. Ella al escucharme dice que le suena más a autoayuda y que el Evangelio no era más que eso, un perfecto libro de autoayuda. Ese comentario, amigo lector, me hizo recordar mucho a mi antiguo yo, ese que estaba peleado con Dios y así como a usted, también se lo hice saber a ella.

Por esas cosas de Dios, continuó la charla sumergiéndome en la cantidad de veces que me había encontrado con Jesús en distintas ocasiones y diferentes ámbitos." Si , creer o reventar decía ella" pero ante mis relatos ella filosofa sobre la vida y las mismas vivencias.

A esta altura ya habíamos llegado al destino, García del Rio y Avenida Cabildo, a ninguno de los dos nos importó y la charla continúo unos minutos.

Al abrir la puerta para bajarse, de la nada y créanme que de la nada porque las calles estaban desoladas, se apareció un niño en situación de calle. Tenía no más de 7 años, bajito, la carita sucia, la ropa también, y una mirada transparente aunque triste.

El niño le pidió si le daba algo de plata, a lo que ella accedió amablemente. El niño agradeció y se retiró. Yo como espectador privilegiado le pregunto a ella qué es lo que había visto ella en esa situación. Me responde que un niño pobre pidiendo lo que no tiene.

Luego de dar su respuesta se quedó mirándome esperando mi comentario, entonces le digo: " Yo vi a un Jesús necesitado de que vuelvas a Él"

Se quedó callada y quieta unos segundos, segundos en los que aproveché para anotar mi teléfono y dárselo invitándola a hacer el Proceso de Confirmación.

La pasajera se sonrió, no negó ni afirmó, me saludó perdiéndose en la calle.

Vaya a saber uno cuál sea el destino de ese papelito, lo que sí era cierto era que el viaje había terminado allí donde ella me había indicado, en la esquina de García del Río y Avenida Cabildo, en esa esquina donde sin esperarlo, una tarde de calor y calles desoladas, había sido testigo de un nuevo encuentro con Jesús.

En cuentos con JesúsWhere stories live. Discover now