Era inevitable, más tarde, más temprano, este encuentro iba a suceder. Y a través de ese encuentro se iban a multiplicar los momentos y espacios para el tan deseado encuentro. Hago un alto en el relato y me preguntó ¿quién de los dos esperaba más que esto sucediera, vos o yo? La respuesta obvia es que yo, ¿pero existe la respuesta obvia?
Todo comenzó allá por un frío 21 de agosto de 1974, e increíblemente ese punto de partida nos tenía juntos. Me enternece pensar que esperaste tantos miles de años para ese primer contacto. Y a su vez me entristece darme cuenta que después de tanta espera hice todo lo posible para distanciarme. Claro que fue de a poco y paso a paso que comencé a caminar un camino diferente al tuyo. Tal vez, si alguna vez me hubiese animado a mirar para atrás, el verte cada vez más lejos, hubiera hecho que corra otra vez a tus brazos. Supongo que el hecho de verme alejándome de ti, habrá provocado que alguna lágrima se deslice de tus ojos.
Sin embargo el ir dejando de ser niño fue siendo perjudicial para nuestra relación, Ya que cuando uno es niño juega, cree, ríe, llora, y ama inocentemente pero de forma pura. Por eso en esos primeros pasos de la vida, creo que todos compartimos el mismo camino. Es cuando uno va creciendo que va tomando distintos caminos. Obviamente algunos logran permanecer en la avenida principal.
En mi caso primero salté de esa avenida a una calle que la cruzaba y cuyo nombre me sedujo. No era otra más que la calle de la Tentación. En ella encontré muchas cosas que en aquel momento me parecían divertidas, Y así entré en la casa del señor Vicio cuando encendí mi primer cigarrillo. Y me entregué a él aún sabiendo el mal que me causaba. Y el señor Vicio Cigarrillo no me dejó salir de allí hasta que logró impregnarse en mí.
En la casa de al lado vivía el señor Maldad. Debo reconocer que tenía un excelente vestuario y a veces para seducirme se vestía de payaso, haciéndome creer que era hasta gracioso. Su casa era enorme, había habitaciones para todos los gustos. Y en cada una de ellas me esperaba algún amigo, conocido, o desconocido, sentado y entregado a ser víctima de una broma de mal gusto, o agresión, o algún azote hiriendo su sentimiento. En los primeros momentos uno siente culpa y si bien se ríe adentro de la habitación, al salir se siente mal. Pero con el correr de los días, al permanecer en esa casa, inevitablemente uno va despojándose de toda culpa e increíblemente, va disfrutando más de las maldades, hasta que se vuelven casi un vicio.
Una vez impregnado del Vicio de la Maldad, seguí caminando hasta llegar a la esquina. Miré el nombre de la calle que se cruzaba, me gustó y decidí doblar. Era una calle desértica, y su nombre lo decía todo, la calle Egoísmo.
Los primeros pasos son difíciles pero a medida que uno avanza pocas cosas le van importando más allá de sus propios pasos. Cuando te adentrás en ella lo primero que sientes es miedo, porque quienes la transitan te ignoran, es como si no estuvieras allí. Pero poco a poco, y paso a paso, nada te empieza a importar, porque nada de lo que le pase a los demás tiene importancia para uno mismo, Llega un punto en el que si te encuentras a alguien tirado en el camino, obstaculizando tu paso, no te importa más que pasar, aunque ello implique pisar a quien ya este en el suelo. De más está aclarar que para pasar por esta calle, inevitablemente debes haber pasado primero por la casa del señor Maldad, sino sería imposible sobrevivir en ella.
Al final de esa calle existe un gran negocio, en cuya fachada luce un cartel súper luminoso y tentador, Las letras cambian de colores constantemente y se encienden y apagan. Su nombre Ambición.
Es como un supermercado con un sin fin de góndolas, y en cada estante te espera y te seduce una ambición egoísta.
Salí de allí con el bolso lleno de ambiciones que creía necesitar para seguir camino.
Una vez cargado con todo eso te sientes vivo y dejas de lado esa calle desértica llamada Egoísmo para llegar a una avenida nuevamente. Pero no es la misma desde la que partiste, es una avenida paralela, que lejos de llevarte al encuentro con vos, te garantiza que jamás te volverás a encontrar. Dos avenidas paralelas jamás se cruzarán.
La vida en esa avenida es muy diferente, todo pasa rápido, nadie se detiene, por ende no puedes detenerte tampoco. Las cuadras son oscuras. Las caras reflejan falsa felicidad. Lo más llamativo, no hay niños, no hay amor, ya que nada es puro allí. En serio no lo disfrutas, simplemente te acostumbras a transitarla y a vivir en ella. Y es ahí cuando llega el punto de que te vuelves ciego, y por más calles que cruces que te saquen de ahí y te lleven a esa primera avenida del principio de la vida, no las ves. Y sigues de largo desaprovechando oportunidades de volver a tu camino y que se produzca ese reencuentro que será un tierno encuentro. Y simplemente te empecinas a seguir adelante aunque sepas que el final de esa avenida te lleva a un triste y solitario final. A medida que avanzas tu vida comienza a pasar a mayor velocidad y lo poco bueno que vayas logrando lo vas perdiendo, Porque detrás tuyo pasó otro ser cargado de vicios, maldades y más egoísta que uno mismo, y que en el supermercado de las ambiciones compró más y mejores que las tuyas, y así cuando te alcanza por más que estés tirado en el suelo no se detiene, y te pasa por encima, arrebatándote tus propias ambiciones. Y la avenida se vuelve circular, y nunca se cruzan, porque es imposible, y vuelves a caer en la calle de la Tentación y suma mayores vicios, mejores maldades, te fortaleces y volviéndote por la calle del Egoísmo llegas al supermercado de las ambiciones, y compras nuevas. Otra vez cargando en el bolso todo lo que crees necesitar te sumerges en la avenida de la vida. Y llegas más lejos, y pisas más personas, le robas sus ambiciones, sigues adelante, nada te importa.
Pero llega un momento que entras en desesperación y gritas, y lloras y cuestionas. ¿Por qué me abandonaste? Por que y más por qué. Basta ya, quiero volver atrás, quiero volver a ser niño.
Es en ese momento que la avenida circular te muestra su final. Y chocas con un muro y sientes que todo se ha terminado. Se desata una tormenta y sientes miedo y te acurrucas como niño, posición fetal como en el vientre materno.
Y es en ese momento que se produce el reencuentro que es encuentro, Porque tú nunca me abandonaste, solo tuviste la paciencia de esperarme, Y me tomas de la mano y me invitas a tú camino, a tú avenida, Y uno llora como niño recién nacido, y siente amor puro. Y tú lo abrazas y lo perdonas, no por cosas que uno haga, simplemente porque eres misericordioso. Es increíble que uno en algún momento haya decidido otro camino, otros hogares. Los nombres de las casas de este lado son más lindos, Fe, Esperanza y Amor.
Y a partir de ese encuentro contigo se suceden miles de encuentros, Y te encuentras con desconocidos que sólo teníamos en común querer conocerte un poco más y en poco tiempo se convierten en hermanos. Y pierdes el egoísmo porque ya te interesa también lo que a ellos les pasa.
Y pierdes la maldad porque solo te empieza a importar qué es lo que el otro necesita. Y si ves a alguien en el piso, te detienes y le tiendes la mano para que te encuentre.
Y se derrumba la ambición porque descubres que lo importante está en lo sencillo. Y encuentras que tú estas en lo sencillo
Entonces así empiezas a vivirlo, y a caminar en este camino. Puede ser que alguna vez uno sienta que su paso sea tembloroso. Pero descubres que no estas solo, que siempre estas ahí, acompañando. Y tormentas seguirán habiendo, pero ya no sientes miedo.
Y te encuentras contigo y con uno mismo y con el otro. Y encuentras amor puro.
Así entiendes que efectivamente tú, Jesús; eres el camino, y que aunque en este mundo ese camino en algún momento se termine. No será el final sino el inicio de un nuevo encuentro eterno.
Repito, ¿quién de los dos esperaba más este encuentro, vos o yo?
Todos, porque este encuentro es amor puro, Simplemente vivámoslo.
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En cuentos con Jesús
SpiritualDesde mi regreso al camino de Jesús, se fueron sucediendo distintos encuentros con Él. Los comparto en forma de testimonio