Capítulo 4

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Jane.


Después de bromear un poco sobre mi familia y escuchar algo de música, nos quedamos ambos en silencio y observamos el camino como si fuera la cosa más interesante del mundo. Poco a poco la tensión a falta de una conversación comienza a ser cada vez más palpable, y me muevo incomoda en mi asiento esperando a qué Stephen se atreva a romper el silencio incómodo y diga alguna cosa, pero por alguna extraña razón no lo hace y solo se queda en silencio. Se que muchas veces puede llegar a ser una persona muy callada y reservada, cualidades que por alguna extraña razón encuentro increíblemente atractivas, Pero Stephen nunca es así conmigo, siempre está bromeando conmigo sobre algo o contando anécdotas o historias graciosas, está actitud por alguna razón me hace sentir muy incómoda y a modo de distracción Comienzo a jugar con mi anillo, de reojo observo como él también se mueve incómodo y mira mi anillo con la intención de hablar, pero por alguna razón se arrepiente y regresa su vista a la carretera mientras aprieta la mandíbula y cierra los puños alrededor del volante.. ¡Por favor! háblame ya de una vez, este silencio está matándome.


- Y... ¿Cómo están las cosas en Vancouver?- ¡Por fin! Grito internamente, mientras contengo las ganas de levantar los brazos al aire y celebrar que el silencio más incómodo de mi vida finalmente terminó. Observo como me sonríe de forma incomoda esperando mi respuesta y le respondo despreocupada con una sonrisa más tranquila.

-Muy bien, la verdad es que la Universidad es más fácil de lo que creía, mis calificaciones van mucho mejor de lo que esperaba, es la empresa y todo el papeleo qué debo revisar constantemente los qué me han dado dolor de cabeza.- Le digo mientras muevo las manos de forma teatral.

-Esperaba qué digieras algo como eso- me dice riendo-Tu padre está siempre diciéndome qué el papeleo es lo peor que pueda existir, y se queja de dolor de cabeza mientras se toma una cerveza helada.

-Eso suena exactamente a algo qué haría papa-le digo riendo-Pero la verdad es qué manejar una empresa es mucho más difícil de lo que se aparenta, a veces con la Universidad y el trabajo siento qué no tengo tiempo para mí.


Nos detenemos al llegar a un semáforo en rojo y el aprovecha para girarse hacia mí tomar una de mis manos y observarme a los ojos.

-Jane, eres la persona más inteligente y perseverante que conozco, pero todos tenemos límites....y sé que para ti es importante demostrarle a Joseph qué eres capaz de manejar la compañía, pero ya llevas 3 años haciendo las cosas funcionar perfectamente y sin ayuda de nadie, es tiempo de que comiences a pensar más en ti, y menos en complacer a tu padre, la felicidad no se encuentra sobre un escritorio- No sé qué es lo que acaba de ocurrir, pero creo que me siento más enamorada nunca, Nos quedamos en silencio, viéndonos a los ojos, hasta que un auto detrás nuestro aprieta el claxon avisando la luz verde y Stephen suelta mi mano rápidamente para tomar el volante, y hace una señal de gracias al conductor mientras nos alejamos.


Ok, es oficial, nunca más volveré a lavar mi mano...creo que es un gran logro qué no me haya desmayado o puesto roja cuando sentí su piel contra la mía y su mirada fija, Stephen siempre ha sido un gran amigo, pero nunca me había hablado de esa manera antes, tan sincero y atento. Volvemos a quedar en silencio, pero por alguna razón ya no se siente incómodo.

-Gracias-le susurro.

-¿Por qué?-me dice confundido.

-Por decirme, con sinceridad lo qué estos últimos años he tratado de ignorar-El vuelve a observarme con esos ojos celestes y me regala una sonrisa cálida.

-Sabes que siempre puedes contar conmigo para lo que quieras, sin importar lo qué decidas estaré para ti-estira su brazo hacia mí- Vamos, dame un abrazo- Me susurra, casi al instante desabrocho mi cinturón y me situó como puedo lo más cerca de su pecho, y lo aprieto contra mi cuerpo. Wow... creo que no era solo mi imaginación, Stephen definitivamente ha estado entrenando bastante este último año, digo mientras siento como sus músculos se tensan bajo la tela cuando paso mi brazo bajo su estómago.

-Por cierto- le digo riendo- es fácil para ti decir que la felicidad no está en un escritorio cuando nunca has ocupado uno.

-¡Oye!-dice ofendido- Eso no es verdad, siempre ocupo el mío cuando estudio para mis exámenes-Dice riendo. Alejo mi cabeza de su pecho y lo miro aséptica.

-Stephen, tú y yo sabemos muy bien qué estudias en cualquier lugar, mientras este no sea tu escritorio.

-Sí tienes razón, qué manera de odiarlo, solo está en casa porque es una reliquia familiar-Nos reímos juntos y me alejo a regañadientes de su pecho para volver a mi asiento y seguir conversando y bromeando el resto del trayecto hasta mi hogar.

Una Nueva Oportunidad  "Editando"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora