-¡Ingrid! ¡Baja de una vez! -me avisó Dave gritando desde el piso de abajo.
Me miré por última vez al espejo y bajé las escaleras corriendo, casi matándome a la mitad de estas.
Dave estaba en la puerta esperándome, con la cabeza descansando sobre la palma de su mano. Tampoco había tardado tanto en secarme el pelo.
-¿Estás ya o qué? -me preguntó él molesto.
-Sí, pesado. -le contesté caminando hacia afuera y empezando a andar.
-La pesada aquí eres tú, que tardas medio sig-¡OYE! ¡ESPÉRAME!
Hoy estaba del suficiente buen humor como para afrontar todas las clases sin ningún problema, y también tenía prisa en llegar al instituto.
Por una parte, se debía a que quería seguir descubriendo a la población del Saint Florence High School, especialmente a Sam, el novio de Kotone. Tenía intriga en saber cómo era ya que, suponía que ella iba a ser una de mis amigas más cercanas este curso. O al menos eso esperaba.
También se debía a que quería hablar con Susan. En cuestión de horas, habíamos hecho muy buenas migas.
Y una pequeña parte de mí, me obligaba a querer conocer más a Carter. Se le veía buen tío, y no había podido hablar mucho con él. Intentaría hablar con él en la hora del recreo.
Llegamos al instituto e hicimos el camino hacia las clases.
-¡Buenos días, Ingrid! ¡Qué guapa estás hoy! -saludó Susan efusívamente, asustándome. Me reí ante mi propia estúpida reacción.
-Tú también estás guapísima, Susan ¿A qué se debe tanta excitación?
-¿Como que a qué se debe? -me preguntó como si fuera obvio. -¡Ingrid, hoy es VIERNES! Lo que significa que tenemos 2 días y medio de libertad. -aclaró ella.
Tenía tantas cosas en la cabeza, que no había caído en que hoy era viernes. Automaticamente, mis ánimos subieron.
-A todo esto, Ingrid; estaba pensando si quieres quedar esta tarde. Y por la noche, podemos hacer noche de chicas y comer helado y palomitas, y ver películas, y encargar pizza, y gastarle bromas a tu hermano, y esas cosas. -explicó ella a la velocidad de la luz. -Si tú quieres, claro.
La idea de tener una noche de chicas con comida basura con Susan me sonó a gloria.
-Me parece un plan de puta madre. -declaré sonriente.
-¡Genial! -exclamó ella. -Luego lo hablamos más tranquilas a la hora del almuerzo. ¡Que se te pase rápido la mañana!
-¡Igualmente!
La mañana consistió en las conversaciones que teníamos Kotone y yo en mitad de clase por medio de notitas en las que ella alegaba que la barba de el Sr. Lucas era el portal a otra dimensión en la que un pueblecito alemán se escondía de las bombas de la segunda guerra mundial. Y que Hitler era un tío muy guapo en esa susodicha dimensión.
Y yo me limitaba a decirla que, si Hitler era un tío guapo, yo me había apropiado de su bigote. Ella me contestó que sería la dictadora más maja y con mejor pelo de aquella dimensión. Y yo la dije que me sentía muy alagada, a pesar de ser una dictadora. Y que en vez de lanzar bombas, lanzaría unicornios. Y Kotone me dijo que sería mejor que les lanzara comida por la necesidad que deberían estar pasando, por lo que yo la dije que entonces lanzaría unicornios con mochilas enormes en las que habría reservas de comida y ropa. Y entonces el Sr. Lucas nos pilló y echó a Kotone al pasillo.
Aún así había sido la mañana más divertida que había tenido en el último mes.
Al salir al recreo, me dirigí al árbol en el que nos habíamos sentado el día anterior, encontrándome con Carter en el camino.
ESTÁS LEYENDO
Mr. Robinson.
Teen FictionIngrid Higgins sólo quiere tener una vida normal. Sin mudanzas, ni padres indecisos, ni amigas anormales, ni líos entre machitos con egos desproporcionados y sin tanto Shakespeare de por medio. O a lo mejor no. Puede ser que Fall Creek Place no fu...