Chapter three; Ansiedad 2/?

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Narra Andy

Stanley me caía bien, ya sabía que le gustaba Sydney, a pesar de eso, me caía bien.

Ya se iba a acabar la fiesta, estaba cansada por lo que fui a una habitación... Oh... Mala idea...

como Sydney besaba a Dina, no notaron mi presencia, por lo que me fui azotando la puerta... Mierda, ya sabían que fui yo...

Eso no ayudaba para mi ansiedad, oh no...

Fui directo hacia la cancha de básquet, estaba enojada, estaba hirviendo del enojo.

Golpeaba directo hacia el aire, no sabía que hacer cuando me enojaba.

a una persona correr, estaba empapada, igual que yo.

La lluvia no cesaba, el ruido de las gotas cayendo no ayudaban, pues eso provocaba más ansiedad.

Quería silencio completo.

—¡Pudranse todos! ¡Ojala se mueran! —eso y más grite—

De un momento a otro creo... CREO... explotar la pelota, mientras la lluvia paró de la nada...

—¡MIERDA! —escuché a unos cuantos metros de donde me encontraba—

Fui a donde me guió el grito...

Era Sydney y Stanley..

Tan pronto como se fue Stanley, triste, por cierto, me acerque a Sydney

—¡tampoco quiero que digas una maldita palabra de lo que viste y oíste!

—... No se como me pude enamorar de tí, ¡ojalá te pudras SYDNEY! —sentí algo quemar mi brazo, no le ni el mínimo de importancia, estaba más concentrada en la pelea—

—t–tu brazo

—¡ME VALE MIERDA! Mira, ten, tu estúpido nuevo celular, te lo iba a dar después, en la escuela —después, sentí como mi piel ardía en llamas—

—¡tu brazo!

—vete a la mierda, Sydney

—¡TU MALDITO BRAZO! —Y... Estalle, vi a los lados, el bosque estaba en llamas, la observe a ella, estaba mucho más asustada que yo, ella no resultó herida no como yo...—

—¿sabes como dolió verte a ti con Dina?

—¡NO! ¡POR QUE NO ME GUSTAS TU! ¡PREFIERO QUE TE MUERAS!  —Oh, vaya que eso si me dolió... Ella se asustó por lo que había dicho—

—Ya se... Pero... Piénsalo un momento... Llevarte Rosas, prestarte coches, darte chocolates, y solo por que me gustas, duele... Por que... Cuando menos me lo espero... Las ganas de suicidarse aumentan más... La ansiedad, depresión... No ayudan cuando a esa persona tampoco le gustas... —Ella me miro asombrada, al parecer no pensó que tenía pensamientos suicidas, puse mis manos en mi cabeza para llevarlas a mis sienes, para masajear y poder meditar lo que dije— mierda, mira, lo que quise decir... Es que... Yo... Te amaba, y lo sigo haciendo... Lastima que no sea recíproco el sentimiento.

—Y–Yo... Lo siento...

—Yo... Adiós... Estaciona mi Porsche en un lugar donde creas que se lo pueda llevar la grúa o una mierda por el estilo —salí corriendo volteé, y a Sydney estaba anonadada—

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