Capitulo Ocho "Tu siempre"

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Hugo. 

Tarda una eternidad en volver, cada minuto quema en mi piel, como si en realidad, yo fuera la persona a la que están engañando, se siente mal, duele, se siente como una tormenta, y finalmente cuando Anaju entra nuevamente, y sonríe, hay calma. 

Imagina a alguien capaz de poner tu mundo en pausa con solo el timbre de su voz, esa es Anaju. 

- ¿Que tal si cantamos algo? - se acerca a mi, sonriendo. 

Quiero cuestionarla acerca de todo, de que dijeron, de que hará conmigo, quiero preguntarle cuanto tiempo mas voy a esperar, porque lo haré, esperare todo el tiempo que sea necesario, pero cada minuto, es pasar hambre, de sus labios y sus dedos, de su cabello y de su risa. 

Anaju se sienta frente a su teclado, en la posición de siempre, una pierna cruzada cómodamente, la otra en el piso, observa las teclas de su piano, y suavemente las acaricia. 

Yo me siento en el piso, recostado en la pared,como todas las noches en la academia y la observo, allí luciendo como la mismísima afrodita de cabello enredado y los labios rojos. 

- Anaju - empiezo y ella sacude la cabeza ligeramente. 

- No quiero hablar de eso ahora. - no puede mirarme a los ojos

Es egoísta, pero se lo permito, porque es la persona mas generosa que conozco y debería permitirse ser mas mezquina con sus sentimientos, cada vez que se le apetezca. 

Canta una versión acústica y lenta de Inevitable, hay un ambiente pequeño, hay un humor flotando entre nosotros, pero no es incómodo, es casi como una magia flotando entre nosotros. 

- Cántame tu canción- Anajú levanta la vista y se muerde los labios. - Por favor.

Ella acariciaba las teclas del piano y me dedicaba miradas después de completar cada nota. Sonreía y con la voz, espesa como la miel me dedico su canción y yo no podía evitar pensar que las melodías desprendidas de sus labios eran para mi, fueron inspiradas en mi. 

Me uno a ella en el segundo verso, y todo lo que hace es crecer, absolutamente todo, y para el final de la canción estoy perdido en la miel de su voz. 

- Tenemos que continuar con las clases de piano - me pongo de pie y camino hacia el teclado. 

Anaju me hace un lugar  en su banquillo y palmea a su lado. 

- ¿Que quieres tocar? - su voz es tan profunda, que nunca encuentro su fondo. 

- Enséñame tu canción - tomo asiento y coloco mis manos sobre las teclas. 

Anaju se encarga de acomodarlas, en la primera nota, yo obedezco, sin prestar atención realmente, con la mirada y la concentración en su rostro, en sus lunares y en sus labios. Estamos a 2 centímetros de distancia, cuando se voltea a verme. 

- No estas prestando atención, Hugo. 

- Si que lo estoy - no quito la mirada de sus labios rosas - Solo que estoy concentrado en algo mas importante. 

Respiro su aliento, cuando finalmente sus ojos también caen en mis labios y suavemente, como romper una promesa, tomo una respiración y cierro el espacio entre nosotros, y es totalmente distinto a  nuestro pequeño y ridículo beso en la academia, en este no estamos confundidos, estamos seguros, de que queremos y de lo que seremos. Sus manos se deslizan por mi cuello y se detienen en mi mandíbula y yo sostengo su rostro, con miedo de apretarlo muy fuerte, con miedo de que se deshaga bajo mis dedos. Es lento, y delicado, es ella, es lo que quiere y yo lo acepto.

Cuando rompemos el beso, por su propia individualidad, reposa su frente en la mía. 

Y estoy muy seguro que podríamos vivir asi siempre. Por primera vez en meses, me siento en paz. 




Me iré // AnahugDonde viven las historias. Descúbrelo ahora