Parte 16: Fiesta de té

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—¿Escuchaste lo de Fabian?

—¿Prewett? Sí, al parecer se fugó con esa chica mitad veela.

—¿Una híbrida? ¡Qué horror! Apuesto a que porque es solo un beta, tuvo que conformarse con una mezcla.

—¿Disculpa? También habemos betas aquí. La diferencia es que yo tengo mejores gustos y nunca me involucraría con algo que no fuera mago. De lo contrario ya me verían casándome con mi lechuza.

El comentario ocasionó un coro de risas. A Yuuri, sin embargo, el intento de broma no le resultó para nada divertido, de modo que se limitó a callar y tomar un sorbo de su tercera taza de té. Al final, accedió a acompañar a Sirrah a su reunión con otros chicos de familias sangre pura y se arrepentía. La chica lo presentó y dejó muy claro que, al ser su invitado, los otros tenían prohibido insultarlo o burlarse de él, lo que provocó que en cambio lo ignoraran. Los demás se comportaban como si él no estuviera ahí. Ni le dirigían la palabra ni intentaban hacerlo partícipe de sus pláticas, lo que en el fondo agradecía ya que casi todas eran sobre personas que no conocía, ya fuera para criticarlas o para demostrar lo bien relacionadas que estaban sus familias con ellas.

Yuuri recorrió la habitación con la mirada. Se hallaban en una salita de la Torre Oeste, donde se localizaba la lechuchería. Según Sirrah, contaba con permiso de la profesora Baranovskaya para realizar ahí sus reuniones, fungiendo como una especie de club social.

El Gryffindor suspiró con desgano. ¿Cómo lograría que aquellos chicos cambiaran de opinión respecto a él si no les interesaba conocerlo? Sin quererlo, su mirada se cruzó con la de una chica de cabello castaño peinado en una trenza larga. A ella sí la conocía. Su nombre era Helena Rosier, una prefecta de sexto año, y la única Ravenclaw presente. Se veían en las juntas de delegados y pese a que nunca interactuaron mucho, creyó que ella se mostraría un poco amistosa con él, pero se equivocó. La joven apenas y dio muestras de conocerlo y, al igual que el resto, prefirió ignorarlo. Otra señal de que no tenía nada que hacer ahí. ¿Quizás podría retirarse, argumentando que debía ayudar a Minako?

—¿Te gustaría un poco más de té?

La voz de Sirrah lo devolvió a la realidad. Yuuri asintió y ella, con un movimiento de su varita y sin abrir la boca, consiguió que su taza de un precioso dorado que la distinguía de las otras, se llenara. El omega le agradeció tímidamente y bebió un sorbo, solo por hacer algo. Entonces, Sirrah tosió para aclararse la garganta y llamar la atención del resto.

—Primeramente, quisiera darles las gracias por venir. Celeste, me alegro que tu tía se recuperara de la viruela de dragón—una jovencita cuyo color de ojos era el mismo de su nombre, le dedicó una sonrisa—; y Evan, mi padre le escribirá pronto al tuyo para agradecerle por invitarlo a cazar colaganchos* con el Ministro de Magia—un chico alzó su taza como si fuera una copa y estuviera brindando. Sirrah sonrió y volvió a toser—. Tal vez algunos hayan notado que tenemos un nuevo invitado. Yuuri Katsuki de Gryffindor...

—Sí, y no sé por qué lo invitaste—protestó un chico de ojos verdes ocultos tras un par de gafas de montura verde, y el comentario fue recibido con una serie de murmullos a favor.

—Porque yo organizo estas reuniones y eso me da derecho a traer o a no invitar a quien yo quiera—decretó Sirrah, y el joven que la interrumpió apartó la mirada. A Yuuri le impresionó que, siendo una omega, pudiera imponerse tan fácil. La chica tomó aire—: Lo invité por un motivo. Muchos de nosotros tenemos años de conocer a Viktor y por lo tanto, lo estimamos y nos preocupamos por él. Esta preocupación se vio incrementada por ciertos sucesos recientes, además de que desconocemos muchos aspectos de la vida de los no magos. Fue por eso que le pedí a Katsuki que viniera. El accedió, ya que no tiene nada que ocultar.

Con aroma a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora