Capítulo 1

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Asmita Virgin permaneció inmóvil, mirando, impotente como las llamas subían cada vez más alto.

Casi no podía creer que su hogar estaba siendo consumido por las llamas irremediablemente.

Se escuchó el estrepitoso chasquido, cuando parte del techo de hundió y entonces sintió como su hermano deslizaba su mano hacia la suya.

— No es posible rescatar nada más — dijo el.

— No, no debemos, ya acercarnos — Logró responder Asmita.

Había sólo un reducido número de sillas y cuadros que el Y Shaka. quien tenía 11 años, lograron sacar del vestíbulo.

Como era cerca de medianoche y ellos estaban a cierta distancia del pueblo, nadie pudo acudir a su auxilio.

Los viejos sirvientes, Aldebaran y su esposa, no podían hacer otra cosa que quedarse mirando las llamas y llorar.

La realidad era que Aldebaran fue el causante del incendio.
Se levantó por la noche y la vela que dejaba siempre encendida junto a su cama se volcó sobre esta.

El brasileño no se dió cuenta, al principio, de que las suaves sábanas se habían incendiado.

Cuando lo descubrió, trato de apagar el fuego el mismo.

Más pronto las llamas se esparcieron Y Aldebaran perdió la esperanza de apagarlas, su esposa salió corriendo de la habitación.
Fue hasta entonces cuando Aldebaran se lanzó a través de la casa, para despertar a Asmita.

Le explicó lo que había sucedido y admitió su culpa.

Asmita despertó con rapidez a Shaka, quien dormía en la habitación contigua, se vistieron a toda prisa y bajaron corriendo.
Para entonces, las llamas se preparaban cada vez más y eran del todo incontrolables.

La casa Virgin, bastante deteriorada ya, había sido construida en tiempo de los Tudor.

Asmita y Shaka sólo lograron sacar unas cuantas cosas, por la puerta del frente, hacia el jardín.

Las llamas implacables, estaban destruyendo todo lo que ellos conocían y amaban.
Con gran estruendo, se derrumbó el techo.

Después sólo quedó el crepitar del fuego, con el esqueleto de los muros recortados en silueta contra fondo de las llamas.

— ¿Que vamos hacer? — Preguntó Shaka.

Era una pregunta que Admita se había formulado ya. sabía que debía pensar en los dos viejos sirvientes también.

— Tendremos que ir al pueblo — Respondió —.Gracias a Dios los caballos estan a salvo. La caballeriza, por fortuna, estaba construida a cierta distancia de la casa.

Era evidente que las llamas no la alcanzarían.

— ¿Que vamos hacer con los Taurus?— Preguntó Shaka.

— Los llevaremos con nosotros — Contestó Asmita —. ve a enganchar a Nebby a la carreta.

Shaka se alejó a toda prisa.
Era todavía pequeño, pero era un chiquillo sensato y servicial.

Asmita se acercó a la pareja Taurus.

— Esto es terrible... terrible! — Sollozo el joven —. ¡Todo se ha acabado!

Su voz era casi incoherente.

— Fue mi culpa joven Asmita — se reprochó Aldebaran —. ¡Nafie tiene la culpa más que yo!

— Es algo que había podido pasar en cualquier momento — Repuso el hindú en su afán de tranquilizarlo —. La casa es tan vieja que pudo convertirse en cenizas en cualquier momento que ocurriera un incendio.

Asmita tenía deseos de llorar; sin embargo, comprendía que sería inútil hacerlo.

— Ya mande al señorito Shaka por la carreta — Explicó —. iremos en ella al pueblo y preguntaremos al vicario si podemos pasar el resto de la noche con el.

No esperó por la respuesta de los Taurus, si no que se dirigió hacia la caballeriza, consciente de que debía auxiliar a Shaka. el ya había sacado a su pesebre Nebby, un cansado pony confiable.

Ayudó a Shaka a enganchar el caballo.

La carreta era vieja, como todo lo demás que poseían.

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