Fáros Poreías era una ciudad cercana a la antigua Chapada Ecuatorial y que pertenecía a la Unión Central de Presea, una de las cinco naciones del mega continente. Estaba a tres horas por aire de Ahuiyantic, ciudad natal de Mónica, pero en tren era un viaje de una noche. Mónica y Fede se habían sentado en asientos opuestos. Ambos del lado de la ventana y cada uno estudiando por su parte. Era la una de la mañana y el vagón estaba casi vacío con excepción de un par de personas adelante. Mónica se había recostado sobre el descansabrazos y miraba pasar las luces de las casas cercanas. Ya casi no había conjuntos de árboles o planicies que asomaran entre poblados y que dieran un descanso de la urbanidad. Fede trabajaba concentrado detrás de ella y no dejaba de mover las manos de un lugar a otro y susurrar órdenes. En todo el viaje desde que subieran al tren no habían cruzado palabra. Mónica tomó valor para romper el hielo.
- ¿Qué cree que esté causando esto? - Se giró hacia él.
Fede alzó la mano para pedirle que se callara. Mónica suspiró. - Vaya compañero... - Se volvió a acomodar en su asiento y se aseguró de que su ubicación siguiera compartiéndose con su madre. Se puso su auricular de liebre para escuchar música que acompañara su lectura. Revisaba unos reportes sobre ataques de lobos al norte de Presea, cerca de la gran cadena montañosa, cuando su compañero se sentó al lado. - ¿Cómo crees que termine esto? - Preguntó.
Mónica opacó la pantalla y bajó el volumen. — No tengo idea. Esto es algo sin precedentes. — Fede escribía algo en su libreta electrónica.
- ¿Crees que estos fenómenos terminen con la pérdida total de datos?
La chica se quitó la liebre de la oreja y miró a su compañero. Sus ojos ya no eran violetas, sino cafés. Imaginó que el violeta de antes era resultado de lentillas.
- No. Esto parece más un daño colateral que un fin. Aunque tampoco creo que termine con todos los datos, sólo mire la cantidad de información que debe desaparecer.
- ¿Has leído los reportes de la última hora?
- Justo estaba leyendo acerca de unos ataques de lobos.
Fede meneó la cabeza en forma negativa. - No, no. Los reportes sobre datos del periódico o de otros lugares. Mira. — Le extendió su libreta y Mónica leyó algunos títulos. — Seguro los acabas en un minuto, pero no hace falta que leas todo. La pérdida ha sido más grave de lo que predije. Hasta ahora son comercios familiares, escuelas pequeñas y transacciones bancarias sin importancia. Sólo son publicaciones y quejas de usuarios, nada confirmado. Pero esto se suponía que ocurriría dentro de diez horas.
- Vamos, sólo son diez horas. Es un muy buen margen de precisión.
- No entendiste lo que dije allá, ¿verdad? El crecimiento será drástico. Una diferencia de diez horas a la larga puede provocar que un pronóstico para diez años se vuelva uno de semanas.
- No entien-
El tren se detuvo de golpe y un tambaleo fuerte los hizo chocar con la mesa. Algunas maletas mal puestas en las rejillas cayeron y los vasos con líquido se derramaron. Mónica, asustada, alzó la vista hacia Fede, quien se había metido debajo de la mesa.- Y me vieron como un loco cuando no quise volar. Imagina que esto hubiera sido un avión.
- ¿Qué fue eso? ¿Un temblor?
- O una falla en las vías. Tendremos que esperar a que nos digan qué pasó. - Regresó a su lugar y se alisó la camisa. La miraba fijamente. - Y claro que no entiendes. Sólo lees muy rápido. — Mónica subió los pies al asiento y se giró hacia el matemático. El tren comenzaba a avanzar nuevamente, pero el corazón aún le latía deprisa.
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Era Natural. Año Cero
AventuraMónica y Gilles son dos jóvenes de distintas ciudades que atestiguarán los eventos que no solamente cambiarán sus vidas, sino también toda una era. La caída del mundo globalizado y las grandes urbes; El resurgimiento de especies creídas extintas e i...