#8, Libre.

10 2 0
                                    

¿Estaba muerta? No lo sé.

No sentía sensación alguna en mi cuerpo, mis dedos estaban congelados, mi boca titiriaba, mis ojos no abrían, y pude sentir el frío de la mañana envolver todo mi ser como una suave manta.

¿Dónde estaba?

Por más que intentara no podía abrir mis ojos, y mis pensamientos estaban hecho un lío en mi cabeza. Por eso, cuando escuche voces, exclamaciones, y el ladrido de un perro, no sabía si estaba soñando, o era realidad.

Una mano caliente y temblororosa se poso en mi frente.

—¿Cariño, estás bien?— era la dulce voz de una señora que me acunaba. Intenté decirle "No", pero de mi boca solo salió un gemido doloroso; no la podía mover. Su mano se retiro, y a cambio me puso una manta. —Tranquila, cariño, Carlos ya está llamando a emergencias. Por favor, manteté despierta.

No logré procesar palabra alguna, la manta no me estaba calentando para nada, y sentía mis pies cómo bloques de hielo.

Un sonido chirriante sonó a los lejos. Sirenas. Una ambulancia. Venían por mí. Pero, lo único que quería hacer, era dormir. Me estaba dejando llevar por una suave brisa de aire, podía ser libre, podía irme, podía...

Manos me levantaron del suelo, oía intercambio de palabras pero todo era muy confuso, me transportaron en una camilla y me subieron a la ambulancia. Me costaba respirar, no sentía mis pulmones. Una máscara de aire se interpuso en mi nariz y boca, me acobijaron con cuatro mantas y revisaron mis ojos con esa luz brillante que tanto detesto.

—Está viva. Signos vitales bajos, extremidades congeladas. Está chica sufre de hipotermia.—oí decir a una voz. Hipotermia, hipotermia, hipotermia....

—Estuvo a la interperie, y mojada apróximadamente dos días, tarde o temprano sufrirá alucinaciones.—esta vez, era una mujer la que hablaba. Su voces se distorsionaban, y se oían cómo ecos en mi cabeza. La ambulancia se movía descontroladamente, y las sirenas no paraban de sonar.

Sirenas, sirenas, sirenas....

Y ahí, perdí la noción del tiempo. Pensaba en mi madre, mis hermanos, amigos...

Y luego, nada. Me había ido.

El idiota.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora