Prólogo

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Está editado porque corregí algunas faltas de ortografía.

11 años antes
Brooklyn, Nueva York

—¿Viviremos aquí para siempre?— le pregunta una joven Nicolette de seis años a su padre, mientras baja de una camioneta Honda Odyssey 2005. Frente a ella, hay una pequeña casa de dos pisos color blanca con un porche decorado con sillas y un carrillón de viento.

—No, solo por un tiempo hasta que consiga algo mejor— contesta su padre cargando a su hermano Mario, de apenas dos años.

—¿Cuándo volverá mamá?

—Nunca, ¿no lo entiendes? Nos dejó—responde una enojada Ally, de cabello castaño, liso y ojos azul intenso con escasos 10 años.

—Amor, sabes que no lo hizo a propósito- señala con tristeza el padre.

—Como sea, no vinimos para quedarnos parados viendo a la nada— Ally entra jalando a su hermana menor hacia la casa, mientras que su padre entra con su hermano y sus maletas.

—Solo hay tres habitaciones, cada una tendrá la suya y yo dormiré con Mario, por favor suban sus cosas y guarden lo más que puedan, ya están sus camas con sábanas— su padre, Marco, se queda en la parte de abajo mientras las hermanas suben a sus respectivas habitaciones.

Nicolette entra a una habitación color rosa claro con una cama individual, con su peluche favorito (una bailarina que le regaló su mamá), un armario a lado de esta y un escritorio justo en frente; es un tanto pequeña, al menos más pequeña que la de su hermana y su papá, pero con un lindo y estrecho balcón al otro lado de la cama. El único problema es ese árbol enorme que cubre la mayor parte de este, sin embargo, para Colette no es un problema, ama la naturaleza.

Esa misma noche, Colette  no podía dormir. Siempre le era difícil dormir en casas ajenas. No es que soliera hacerlo a menudo, pero a veces su padre no podía solo con tres hijos y un trabajo de tiempo completo, entonces se quedaba en casa de la mejor amiga de su hermana Ally, la cual era más molesta que un mosco en la noche.

Colette decide pararse e ir a la habitación de su hermana, cuando unos sollozos la detienen.

Se acerca lentamente a la habitación de su padre y decide entrar.

—Papi, ¿estás bien?

—Si corazón, estoy perfecto— responde agitado. Colette decide acercarse y abrazarlo.

—La extraño mucho.

—También yo hermosa.

—¿Algún día la volveré a ver?

—No lo sé. Tengo fe en que sí.

Hubo un silencio cómodo en el que Colette se acostó con su papá y este le acariciaba el cabello, así hasta caer dormidos.

Así pasaron los días.

Colette y su familia se acostumbraban cada vez más a esa casa.

Una semana después de su llegada, llegaron sus vecinos de un viaje proveniente de Irlanda, pues de ahí era el padre de Samuel y Elizabeth Stocklin, unos mellizos rubios con penetrantes ojos azules como el océano. Continuamente viajaban a Irlanda a visitar a la familia de su padre en vacaciones de invierno.

—Buenas tardes— saluda cortésmente Nora, madre de Samuel y Elizabeth,— ustedes deben ser los nuevos vecinos—

—En efecto, lo somos— responde el señor Collins.

—Pues bienvenidos— termina el señor Stocklin, mejor conocido como Carter.

Lejos de los adultos, tras la casa de la familia Collins y la familia Stocklin, Colette baila como si su vida dependiera de ello.

Mi ex mejor amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora