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Recuerdo que al ingresar a la academia me sentía algo incómoda y no conocía a nadie, pero quizá para todos es así, ¿cierto? Asistimos para proteger la aldea en un futuro y ser reconocidos como grandes shinobis

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Recuerdo que al ingresar a la academia me sentía algo incómoda y no conocía a nadie, pero quizá para todos es así, ¿cierto? Asistimos para proteger la aldea en un futuro y ser reconocidos como grandes shinobis. Habían pasado algunos días y todavía no sabía bien cómo relacionarme con los demás, es que todos parecían tan intimidantes.

Una de esas mañanas mientras corría me caí, sentí que la vergüenza se apoderaba de todo mi ser. ¿Cómo iba a convertirme en una gran ninja si aún cometía errores tan básicos? Mamá y papá seguro estarían muy decepcionados. En mi mente, la imagen de mis compañeros burlándose de mi caída apareció. Con miedo levanté mi vista, encontré una mano y una linda sonrisa que le pertenecía al chico de cabellos rubios parado frente a mí.

—Yo, lo siento —dije tomando su mano.

—¿Por qué? —respondió mirándome con una expresión de confusión, realmente muy lindo.

—Me caí —susurré, esperaba sus reproches.

—No entiendo, todos cometemos errores, ¿sabías que una vez el tercer Hokage se tropezó antes de dar un importante discurso? —sonrió y me tocó la cabeza —Aún somos jóvenes, tenemos mucho por aprender.

—Gracias —sus palabras hicieron que mi ánimo mejorara mucho.

Así terminó nuestro primer encuentro. Y pensar que en este mundo de competencias y guerras existe alguien como él. Encontrarlo fue el golpe de suerte que aparece pocas veces en la vida.

También recuerdo que cruzamos palabras una que otra vez después de ese incidente, aprendí que se llamaba Minato Namikaze. Me contó que una de sus más grandes metas era ser Hokage. Mientras más atención le prestaba, observé que era alguien muy talentoso, inteligente y empático. Entonces quizá con él como Hokage, Konoha alcanzaría su esplendor y paz.

Todo transcurría con normalidad, tuve amigas, éramos un grupo de tres. Lo único que aún me incomodaba era que mis compañeros solían buscar y resaltar defectos, o simplemente molestaban a cualquiera. Cada cierto tiempo cambiaban el objetivo de burla, temía que en algún momento fuera yo. Al menos así era, hasta que un día apareció una chica nueva en nuestro salón, la tensión se apoderó del lugar. Se llamaba como Kushina Uzumaki, ese apellido me era familiar, aunque en ese momento no lo pude descifrar. Además terminó su oración con "ttebane", ¿no era demasiado adorable?

Pues parece que había sido de las pocas que pensaba de aquella manera, los demás murmuraban y se burlaban de su cabello rojizo. Realmente no lo entendía, podría ser algo exótico, pero eso no le quitaba lo brillante y hermoso que se veía. Qué no daría por tener aquella cabellera.

Aunque su presentación no acabó ahí, ella añadió que sería la primera mujer Hokage. Un sueño realmente increíble, porque muchas mujeres no soñaban ni en alcanzarlo. Pero en ese momento temí aún más por su seguridad, al parecer Minato también lo notó y dijo que él también quería ser Hokage para aminorar la tensión. A pesar de eso, ya sabíamos que el próximo objetivo de burlas había sido determinado, la nueva.

Epifanía ⁂ MinatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora