CAP. 8

20 0 0
                                    

CAP. 8

Chris le entrega las pocas municiones que le quedan a Daniel con la mano temblorosa, este se las guarda en el bolsillo de su pantalón, carga la pistola y se adelanta a salir empuñando el arma. Salgo detrás de él pero antes recibo un abrazo por parte de Ana y de Aarón. Cierro la puerta acomodándome mi mochila y mi arma improvisada. Escucho un gruñido y automáticamente me volteo a golpear torpemente el hombro a un zombi que casi muerde a Daniel, ya que este se distrajo, la cosa cae al suelo y el rubio, cuando se da cuenta de que no soy capaz de rematarlo me jala del brazo para salir corriendo. No me agradece cosa que no me sorprende.

Tomamos el camino más cercano a las escaleras cubriéndonos las espaldas. Ahora siento que respiro mejor, mis pulmones se llenan de aire pero no es tan puro como esperaba, solo huele a muerto y al metal de la sangre. No hay muchos cuerpos tirados como hace un par de horas y supongo que se levantaron, eso provoca aun más miedo.

El camino a la cafetería se hace tranquilo, claro que de vez en cuando nos cruzamos con uno que otro zombi pero solo los esquivamos por lo que llegamos rápido y sin que haberle disparado a nada. Cuando por fin llegamos, Daniel se asegura de cubrirme cuando tomo la delantera para ver si hay zombis dentro. Hago lo que vi en una serie: golpeo la puerta con el pie empuñando la regla-navaja por si acaso, si hay zombis dentro saldrán al escuchar el ruido.

Nada sale así que entramos.

-¿cierro la puerta?- dice Daniel cuando se guarda el arma en su pantalón. Lo dudo pero tengo planeado hacer esto rápido, así que asiento.

-sí.

-¿no hay problema?

-no, estoy bien- el cierra la puerta y trato de no pensar en aquello, tratare de imaginar que está abierta.

Sé que Daniel vino más a fuerzas que de ganas, pero ¿Por qué se molestaría en venir? No lo haría por mi ni aunque se lo haya pedido Ana, aunque puede ser que si se lo haya pedido y yo no me di cuenta cuando lo hizo.

Con la poca tranquilidad con la que contamos revisamos detrás de la barra. Antes pasamos por todas las mesas que aun siguen igual al dia anterior: limpias y como si nada hubiera pasado aquí. No era horario cuando todo comenzó como paraque los alumnos estuvieran por estos rumbos.

Encontramos un par de latas de duraznos en almíbar y otras más de arroz... solo eso.

-no es suficiente- dice Daniel cuando guarda las latas en mi mochila sin quitármela.

-en la cocina entonces.

Empujamos las puertas movibles para entrar, la cocina está intacta lo que nos beneficia la búsqueda. En las mesas de metal se refleja la poca luz que entra por la pequeña ventanita por donde se sale el humo de cuando cocinan. Las ollas colgadas en el techo demasiado acomodadas.

Rápidamente abrimos las alacenas; botellas de agua, latas de refresco y de comida, incluso una que otra golosina. Daniel decide comerse una barra de chocolate, no sé porque se toma esto tan a la ligera.Se sienta plácidamente en una de las mesas de metal. Decido hacer lo mismo, dejo la mochila y la regla- navaja en la mesa, le quito la envoltura a una tableta con nuez y me la llevo a la boca. Me quedo pensando en lo que dijo Spotter en el baño, antes de que empezara el juego. Puede que sea una tontería preguntarle sabiendo que cada cosa que le diga puede hacerlo enojar, pero quémás da, necesito romper la tensión del silencio.

-¿Qué es eso de que tu padre te pega?- me atrevo a preguntar. Daniel no me mira para nada, sigue concentrado en su chocolate.

-desde los seis años-mastica su golosina con fuerza como si con cada choque de sus dientes fueran para mí-yo nunca cumplía sus expectativas, eso es todo. No te importa.

Survive the GameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora