NO ME RENDIRÉ ESTA VEZ (Ben Hardy)

Cully y sus travesuras

CULLY (NIÑA) NARRA__

Ahí estaba la maldita, me las pagaría por haberme golpeado. La llevaría con mi padre para que le hiciera el mismo daño que a todas las demás chicas les hace, pero 10 veces peor.

La golpeé fuertemente con un palo y logré que se desmayara.

Sólo pude reír al imaginarme lo que le harían.

Me armé de fuerza y la arrastré hasta el castillo donde vivimos. No fue fácil, porque era el doble de mi peso, pero aún así llegué.

Sólo la arrastré hasta el cobertizo y la dejé ahí, cuando mi padre volviera de cacería se la mostraría.
Miré hacia arriba y se podían ver un montón de nubes cubriendo el cielo.
Sonreí de lado al saber que llovería, y que la maldita podría morir de hipotermia.

BEN NARRA__

Estaba tranquilamente observando por la ventana de mi habitación aquel pueblo tan solitario. Veía a lo lejos a una ardilla corriendo, cuando mi atención se desvió al ver a mi hermana Cully, aunque ella en realidad no es mi hermana, azotar la puerta del cobertizo con mucho enojo, vio el cielo y sonrió macabramente. Me pregunté qué estaba haciendo ahora, ya que esa sonrisa sólo aparecía cuando estaba haciendo algo horripilante.

Unos segundos después escuché que azotaron la puerta principal del castillo, que subían rápidamente las escaleras y esas pisadas las acompañaban unas risas nerviosas.

Salí de mi habitación, con cautela, para que Cully no se diera cuenta de mi presencia. Al no ver a nadie por los pasillos, tomé mi abrigo y corrí en dirección al cobertizo.

Al llegar cerca del cobertizo, me detuve y me puse a dudar si debía ver dentro del cobertizo. Recordé que nunca lograba salvar a alguna chica de las atrocidades de Colly y de su padre. Dudé en hacer algo, pero al final decidí abrir el cobertizo.

Una vez enfrente del cobertizo me percaté de que tenía candado. Ese cobertizo nunca tenía el candado puesto.

Ben: Por favor, que no sea lo que pienso - me detuve a pensar para saber cómo abrir esa puerta.

Recordé que ella siempre entierra las llaves y cosas importantes a diez pasos del lugar. Es una manía que tiene y ella no sabe que tengo idea de eso. El problema es que nunca se sabe en qué dirección fue.

Hice varios pozos y lo logré. Desenterré la llave siempre mirando a mi alrededor para saber si Cully me estaba viendo.

Introducí la llave en el candado y se atascó; después de varios intentos de desesperación logré abrir el candado.
Abrí la puerta del cobertizo y ahí estaba, la víctima de Cully. Me apresuré a cubrir a la chica con mi abrigo, pues el cobertizo tenía bastantes agujeros donde se filtraba el agua, por lo que se empapó por completo.

Estaba pálida, muy pálida, se notaba que sus labios apenas estaban recibiendo agua.

Entré al castillo con la chica en mis brazos y subí las escaleras para ir directo a mi habitación.
Llegué, acosté a la chica en mi cama, cerré la puerta con llave, y me apresuré a encender la pequeña chimenea de la habitación.

Comenzó a sentirse el calor en toda la habitación. Retiré el abrigo de su cuerpo y comencé a retirar toda su ropa. Inmediatamente le coloqué mi pijama y traté de secar su cabello con lo que pude.

Me detuve a pensar, y comencé a asustarme, sabía que Cully la dejaría ahí sin vigilarla hasta que llegara el señor Gregorio, pero tenía miedo aún así de cualquier situación comprometedora.

Me senté a lado de la chica, toqué su frente con el dorso de mi mano y estaba hirviendo. Preparé todo para bajar su temperatura y funcionó al cabo de un rato.

Sonreí al saber que había logrado ayudarla, que en cuanto sanara, la ayudaría a escapar y nadie se daría cuenta de nada.