Sueños Infinitos (Finalizado)

Testimonio de una Mujer Orgullosa

¿Qué era el orgullo? No, ni te atrevas a buscar en el diccionario. El orgullo no es más que un lastre para nuestros pies que nos hace quedarnos atrás; es aquello que nos impide mejorar y lo que evoca un fuego dentro de nuestras almas que si no lo controlamos, termina por controlarnos a nosotros.

Créanme, duele mucho cuando aquel sentimiento se interpone con otros simplemente para hacernos sentir más fuertes, que valemos más de lo que creemos. Dicen que cuanto más subes a la cima, la caída será más dolorosa. Es cierto, cuesta creerlo, pero es cierto. Al estar rodeado de éxito, no comprendemos el valor de todo hasta que alguien tambalea nuestra frágil existencia, derrumbando así los muros que erguimos a fin de protegernos.

¿Pero de qué nos protegemos?

―Asuka, yo te amo

― ¡Tú no me amas! ¡Simplemente deseas estar conmigo por necesidad! ¡Necesitas de mí!

Ni siquiera somos capaces de medir nuestras palabras. Podemos herir a nuestros seres queridos y seguimos sin darnos cuenta de lo que hacemos. ¿Lo recuerdas, Shinji?

―Shinji... ayuda... por favor― recuerdo muy bien todo lo que pasó ese día―. Me duele... los EVAS... Kaji... Shinji.

Recuerdo muy bien mi brazo partirse en tres y a mi ojo explotar. Mi cuerpo dolía y sentía que con cada segundo que pasaba mi madre me abrazaba, susurrándome que me fuera con ella. No quería irme, aún no era mi momento. Yo quería ganar, mostrarme victoriosa ante todos y que cada una de las personas del mundo gritaran mi nombre con euforia.

― ¡Asuka! ―tus gritos los podía oír por el comunicador e intenté usar mi otro brazo para alcanzarte a ti―. ¡Déjenla! ¡Dejen a Asuka! ―nunca había visto a tu EVA como esa vez.

El Tercer Impacto casi inició, pero lograste pararlo. Todos gritarían tu nombre mientras yo sería olvidada como el fracaso que soy. Llegaste a mí, derrotaste ese miedo a lo desconocido y caminaste entre la carnicería que dejaron los EVA Serie. Me encontraste mutilada, pero con vida.

―Asuka... ―susurraste mi nombre y tus ojos se llenaron de lágrimas como siempre―. Gracias a Dios sigues conmigo.

―Shinji... duele.

―Lo sé, lo sé.

Dios sabrá como estuve consciente con un brazo que debía ser amputado y una cavidad ocular donde el ojo no era más que una gelatina aplastada. Me tomaste con cuidado en tus brazos, seguías llorando y me llevaste de regreso a NERV con cuidado de no toparte con la JSDF.

Ahora tengo veinticuatro años, una década ha pasado desde ese día. Ya no soy orgullosa, bueno, lo sigo siendo, aunque un poco. Escribí lo anterior como si mi querido esposo estuviera conmigo, es más cómodo. Soy una mujer que no posee su brazo derecho y cuyo ojo izquierdo ya no existe.

¿Estoy triste? ¡Nunca lo estaré! Ahora tengo una familia a la cual amar y tengo una meta que cumplir. No puedo hacerlo sola, soy casi una discapacitada para el gobierno -maldito gobierno-, pero mientras tenga el apoyo de mi esposo y mis hijos, creo que les puedo enseñar un poco a salir de la tragedia. Por cierto, ¿les gusta más mi EVA o el de Shinji?