Lazos

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Ya entrada la madrugada, me desvelo su movimiento en la cama, la luz del día rompería en breve sobre las montañas, que tímidamente observaban tras las finas cortinas. Comenzaba a dibujarse bajo la fina sábana su silueta, con sumo cuidado me levante para no despertarla, fui a la cocina y empece a preparar el desayuno.
Solo el cantar de algunas aves, rompía el silencio. Puse agua a hervir y fui al baño, tome una ducha rápida y volví a la cocina lo mas rápido que pude, pues quería ser yo y no el silbido del hervidor de agua quien la despertase.
Al pasar por el salón, vi las largas vetas de terciopelo que aun descansaban sobre el sofá. El recuerdo de la noche anterior esbozo una sonrisa en mi rostro y un discreto bulto asomo en mi ropa interior. Quite el agua del fuego, y prepare unas tostadas, prepare una bandeja con el desayuno y fui en su busca, el sol ya había roto sobre el valle y lentamente se acercaba en busca de su piel sobre las sábanas, su cuerpo desnudo pero oculto, se dibujaba, perfectamente entre la penumbra y la claridad de aquel nuevo día.

Con sumo cuidado, deje la bandeja sobre la mesilla de noche y en silencio de nuevo, volví a por las rojas vetas, las coloque sobre la bandeja,de tal modo que no ocupasen mucho espacio, pero tampoco estuviesen hechas un ovillo y acto seguido, con mucha delicadeza, la desperté.

- Buenos días. -le dije-

Al tiempo que me separaba tras besar su mejilla, abrió los ojos muy lentamente, con un movimiento casi imperceptible y con una casi apagada voz respondió.

- Ya es de día, déjame un poco más.-respondió-
- El desayuno esta listo. -replique-
- Está bien. -contesto-

Lentamente se incorporo sobre las almohadas, le acerque el café y las tostadas, sus ojos me miraban, como los ojos de un recién nacido miran al mundo por primera vez, su mente parecía aun vagar por el mundo de los sueños, tomo la taza con ambas manos y suavemente comenzó a dar pequeños sorbos al café.
Sus labios redondos y menudos, aun conservaban parte del carmín de la noche anterior, que poco a poco, se iba posando en el borde de la taza. Tomo un sorbo más largo y levanto un poco los brazos, la sábana que cubría sus senos se deslizo sobre su vientre y el suave correr de la tela sobre sus pezones, hizo que estos se irguiesen, como los soldados lo hacen tras izar la bandera. Ladeo su cuerpo para dejar la taza y tomar las tostadas, entonces vio las rojas vetas. Sus mejillas se tornaron rosadas y su cuerpo se estremeció, suavemente tomo una tostada, mientras con la otra mano tomo su larga cabellera azabache y colocando un parte de esta sobre cada hombro cubrió sus pechos. Acto seguido me miro, sonrió y dio un pequeño bocado a la tostada, un poco de mermelada, se quedo en la comisura de sus labios. Con su habitual picaresca, comenzó a quitarla con la lengua.  Frente a ella, medio desnudo al igual que ella, no podía dejar de contemplarla y pensar en lo afortunado que era, al tenerla a mi lado. Su voz, la cual había recobrado fuerzas, me hizo volver al mundo real.

- Que te parece si también me doy un baño y después cabalgamos?

No pude mas que hacer un gesto de aceptación con la cabeza, acto seguido, quito la sábana que cubría la mitad de su cuerpo y sensualmente abandono la estancia. Recogí la bandeja y me dirigí a dejarla en la cocina, no fue hasta llegar allí, tras depositar la vajilla en la pica, cuando me percate que las vetas no estaban. Volví a la habitación en busca de ellas, desdibujando el camino que había recorrido mientras las buscaba con la mirada, por si hubiesen caído en un despiste al llevar la bandeja. Llegue incluso a ponerme a cuatro patas, sobre la pequeña alfombra, buscándolas entre la mesilla y la cama, como no bajo la cama también. No estaban, así que pensé que tal vez las hubiese cogido ella cuando quede absorto.

Justo cuando me iba a incorporar, tras mirar bajo la cama, apareció en el umbral de la puerta, vestida con un antifaz y unos tacones de aguja. Su pelo aun  estaba mojado al igual que algunas partes de su cuerpo, sostenía una fusta en una mano y las vetas en la otra. Me miro mientras se acercaba hacia mi, se inclino un poco y con un gesto suave y directo, hizo que subiera mi mandíbula que había quedado abierta, con ayuda de la fusta.

- Sera mejor que subas a la "sabana" -dijo con maliciosa sonrisa y  tonillo-

No pude mas que obedecer, se sentó al borde de la cama y lentamente fue atando mis extremidades a las esquinas de la cama. Cada una con un fuerte lazo.

DeseoWhere stories live. Discover now