Amazona

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La suave brisa movía las cortinas, al tiempo que hacia llegar la fragancia del perfume de su pelo. El borde de la cama se veía sumido por el peso de su cuerpo, al igual que yo por su fragancia, allí desde el mismo filo me parecía una diosa, la fuerte luz del mediodía que se reflejaba en un muro pintado con cal, entraba por el gran ventanal, haciendo mas visible aun su hermosa figura.
Su cuerpo de mujer, cada ápice y cada curva de su sensual cuerpo. Me miro y me hablo con una voz suave y acaramelada.

-¿Te aprietan las ataduras? -pregunto-

Estaba tan nervioso y excitado, que a duras penas podía responder, así que solo asentí con la cabeza. Acto seguido se levanto de la cama y tomo la fusta que había depositado minutos antes en la mesilla de noche, "Zas" , el golpe sonó rotundo y seco hundiéndose varios centímetros en la almohada cerca de mi cabeza, me miro seriamente.

-¿Vas a ser un buen corcel? -pregunto-

De nuevo no pude mediar palabra y tan solo me dio tiempo a bajar el semblante al intentar asentir, pues antes de poder levantar mi tez de nuevo, la fusta me obligo a girar cuello y cabeza hacia ella. Acerco su rostro muy cerca del mio, sus ojos del color de la miel, se dejaron entrever bajo el antifaz, su cálido aliento golpeo mi mejilla, se acerco un poco mas y mordió el lóbulo de mi oreja. Un escalofrío recorrió mi cuerpo de cabeza a pies y la excitación comenzó a apreciarse levemente bajo mi ropa interior. Sus gruesos y carnosos labios, se detuvieron un instante sujetando el lóbulo. Acto seguido, lo soltó y mientras me tenia obnubilado situó sus dedos sobre unos de mis pezones y lo pellizco al tiempo que se incorporaba de nuevo. Como una punzada en el pecho, el dolor me recorrió haciendo mella, el bulto creciente bajo la ropa interior mermo un poco, de nuevo hablo. 

- De nada sirve un caballo si no se puede cabalgar ¿Verdad? -pregunto-

No pude ni tan siquiera responder, pues intentaba acallar el grito de dolor.  La brisa, movió de nuevo las cortinas y tras ellas su cabello, la temperatura había subido bastante, el cálido aire del verano había secado casi sus cabellos que volvían a tener sus característicos y grandes tirabuzones, que el poco agua que quedaba en su cabello no dejaba que tomasen su estado natural. Dio unos pasos y dando unos taconazos se acerco a la mesilla de nuevo, esta vez abrió un cajón sacando unas enormes tijeras de entresacar crines, dejo la fusta y me miro mientras me mostraba el brillante acero. De nuevo los tacones sonaron en la estancia, aunque mi corazón desbocado, casi no me dejaba escucharlos. Entonces poso la punta de las tijeras ligeramente abiertas sobre mi antebrazo, suavemente, fue recorriendo el camino hasta mi pecho, la situó cerca del pezón, el cual aun seguía enrojecido, las apoyo justo en la aureola de este por su parte mas afilada,  "chac", las tijeras dieron un chasquido, no puedo negar que me sobresalte un poco, pero ella las había apartado al tiempo que las cerraba, una sonrisa se esbozo en su rostro o mas bien una mueca maliciosa. "Shiu". De nuevo abrió un poco las tijeras y las puso en movimiento sobre su filo, esta vez pecho abajo dirección a mi entrepierna, llego a mi ropa interior, entonces se detuvo y puso uno de sus dedos en sus labios, poniendo un gesto pensativo.

- Habrá que restar hilos a esa hermosa cola. -dijo con voz dulce-

"Chac", "Shiu", "Chac", "Shiu" Dos férreos cortes uno en cada lado, acabaron con la vida de mi ropa interior, acto seguido, con su otra mano, la arranco de un tirón de debajo de mi y lo lanzo al aire. Con el mismo ímpetu que lazo el trozo de tela, que salio volando por la estancia, se giro y fue a la mesilla para dejar las tijeras de nuevo. Volvió a la cama y esta vez se subió a cuatro patas, paso medio cuerpo sobre mi, situando aquellos diabólicos tacones de aguja, cada uno en uno de mis antebrazos y fue subiendo estos hasta situarse bien cómoda. Poco mas que el trasero de aquella diosa de ébano y su rosada divinidad, podía ver. Casi no tuve tiempo de escuchar su voz.

- Mi potro estará sediento, le daré de beber mientras acicalo su crin. - apunto-

Acto seguido sus enormes muslos cubrieron mi rostro y no pude mas que beber el dulce licor que me brindaba, la ambrosía que rezumaba ya recorría sus muslos y mis mejillas, me quedaba sin aire y no podía mas que mover mi menudo cuerpo bajo el de ella, intentando de algún modo tomar aire. Se incorporo hacia delante y comenzó a lamerme mientras me dejaba respirar, aunque su voluminoso cuerpo no me lo permitía apenas. La extraña sensación entre la muerte por asfixia y el orgasmo recorrían mi ser.
De nuevo volvió hacia atrás y como un caballo muerto de sed tras salir del desierto, bebí y chupe hasta la ultima gota de liquido de aquel abrevadero, hasta quedar de nuevo sin aliento. Entonces se dio la vuelta y puso su rostro frente al mio. Sus enormes pechos ahora estaban frente a mi, al igual que su precioso rostro. Intente subir un poco la cabeza para ver que hacía y entonces vi, el contraste de su cuerpo con mi lechosa piel de pelirrojo, que la hacia ver aun, mas bella para mi.
Tomo uno de sus grandes pechos y llevo su apéndice hasta mi boca, eran casi tan grandes como uno de mis menudos dedos, al mismo tiempo, con su otra mano, me introdujo dentro de ella. Y así mi amazona comenzó a cabalgarme, tomo la fusta de la mesilla y como un buen jinete, mantuvo una carrera constante, sin mas de seis golpes de su ruda fusta, cada uno, para poder llegar juntos a la meta.

Tras acabar extenuados me soltó y quedamos dormidos abrazados, mientras en la estancia, solo se escuchaba, la chicharra de un peral del patio, que hacia horas, ignorábamos.

DeseoWhere stories live. Discover now