Extraños en la noche

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Despertamos entre el limbo de la tarde y la noche, la brisa ahora fría me tenia metido casi debajo de ella, me levante y cerré un poco la ventana, era increíble como llegaba a cambiar la temperatura en aquel lugar, la casa de campo que habíamos alquilado tenia una ubicación con unas vistas de ensueño, pero no fue por eso por lo que nos decantamos por ella, si no, por estar apartada de toda mirada y sobre todo de cualquier oído.   
Fui por la estancia hasta dar con lo que horas antes fue mi ropa interior, ahora hecha jirones, la recogí y tras tirarla, tome una ducha rápida  y al salir del baño vi que ya había oscurecido, así que volví a la habitación y me vestí en silencio. El armario empotrado de puertas correderas disponía de un gran espejo en cada una de ellas.
Mientras me vestía podía verla a ella desnuda, Karol pesaba 153 kg y media 194 cm de altura, aquella imponente mujer me observaba desde la cama. A su lado, con aquel traje, debía parecer su hijo camino de ir a tomar la primera comunión. La extraña enfermedad que sufría desde pequeño, no me dejo crecer mas de 132 cm y no recordaba haber superado nunca los 41 kg de peso. La verdad, es que bien mirado, hasta uno de sus muslos era mas grande que yo. Se incorporo y se rasco uno de los ojos mientras no me perdía de vista con el otro.

-Ese traje, te sienta fenomenal Hector - Dijo mientras me sonreía-
-Tu, si que me sientas fenomenal - Respondi-

Me di la vuelta y fui a darle un beso, allí sentada al borde de la cama incluso para mi parecía grande, en algún lado de mi cerebro no acertaba a entender que hacia conmigo aquella mujer.

-Entonces yo también me vestiré - Apunto-

Tome el relevo en el borde la cama y espere unos minutos aprovechando para hacer una reserva telefónica mientras ella fue al baño, a su vuelta se dirigió al armario y saco algunas cosas de la maleta, acto seguido tomo una silla, deposito parte de la ropa en el respaldo de esta y la otra en un pequeño colgador  junto al armario. Comenzó por ponerse delicada y suavemente su ropa interior, acto seguido y subiendo una de sus piernas a la silla se fue poniendo una de las medias, la verdad es que no sabia si observar o quitarme la ropa y hacerla mía en aquel mismo instante, cuando hubo acabado con ambas comenzó a ponerse un liguero. La verdad es que tenia un gusto exquisito para la lencería intima, otro motivo por el cual andaba prendado de aquella mujer. Se acerco y puso su trasero delante de mi, pero sin perderme de vista en el reflejo.

- Podrás echarme una mano cielo - Dijo mientras me miraba en el reflejo del espejo-

Allí medio ladeada y parada frente a mi lado izquierdo, recorrí sus nalgas con mi mano mientras ponía aquel invento del demonio, supongo que en parte lo mejor que tenia aquel artilugio era todo lo que podía manosear uno para colocarlo bien. Mientras ella se mordía los labios y sonreía viendo como peleaba para llevar a cabo la tarea. Yo me mordía la lengua, la cual tenia medio fuera de la boca.

- Ya esta. - Afirme-

Exploto en una carcajada, al ver la expresión de mi rostro. No pude mas que reír también, al ver la situación reflejada en el espejo. Se giro y paso sus pechos por mi rostro, su perfume me dejo embelesado hasta que me dio un cálido beso.

-Gracias, ¿que haría yo sin ti? -pregunto sin esperar respuesta-

Acto seguido, tomo un vestido y tras dejar deslizarse el tejido sobre su oscura piel, volvió hacia mi y a sabiendas de lo que me iba a pedir, me puse de pie sobre la cama.

-Chico listo! -exclamo-

Se dio la vuelta y aparto su larga cabellera, lentamente fui cubriendo de besos su espalda mientras mis manos seguían el rastro de estos e iban cerrando la cremallera, para dejarlos allí presos. Nos sentamos en el borde de la cama y esta vez fue ella quien me ayudo, me acerco el calzado y mientras nos perdíamos en nuestros reflejos recién calzados, salimos de la habitación.
Mientras ella se daba los últimos retoques, me cerciore de que el taxi estaba de camino. Apagamos las luces de la casa y lentamente fuimos tomando un paseo hasta la entrada de la finca, por una senda de grava que disponía de iluminación automática. Su vereda compuesta de rosales en flor, el sonido de los grillos y la luz de la luna llena, vivirán en mi cabeza tanto como mi amor por ella. Aunque tal vez el recuerdo mas curioso, fue la canción que sonaba, en la radio de aquel taxi, de camino al restaurante.

"Extrangers in the night" de Frank Sinatra. 

Algo, que hacia mucho tiempo habíamos dejado de ser, el uno para el otro.

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⏰ Last updated: Mar 31, 2020 ⏰

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