Alternativo

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Escuchó un grito desgarrador proveniente del espacio cercano a la puerta. Conocía esa voz y lo asustaba pensar que había sucedido.

Una luz potente iluminó el cuarto que se encontraba en penumbras. Estuvo a punto de levantarse para buscar a Steve y ver cuál era el motivo de su aullido, sin embargo, el sonido siseante de un desvanecimiento lo alertó.

Era la pared mal construida que ahora tenía un agujero cuadrado lo suficientemente grande para que alguien atravesara por ahí. No entendía que había ocurrido, aún seguía aturdido y no conectaba las acciones evidentes.

Un cuerpo masculino entró por ahí, conocía a esa persona pero no sabía de dónde, aún le dolía la cabeza y no reaccionaba ante nada.

–Tony, no puede ser, estás aquí. Tenemos que irnos rápido –habló en voz baja con una sonrisa incrédula mientras sujetaba las manos del aludido, sin embargo, este no parecía procesar lo que sucedía. Estaba ido y apenas si podía pronunciar una palabra.

–¿Qué? ¿Quién...? Bruce, ¿eres tú? ¿Eres real? –de repente, toda la información fue asimilada.

Vio el agujero creado y luego al hombre, una sonrisa suave y alegre se formó en su rostro mientras se arrojaba a los brazos de Banner. Todo fue claro y supo que era lo siguiente por hacer.

–Vamos, vámonos por favor –Bruce no respondió, en cambio agarró la mano de Stark y lo acercó a la posible salida.

Estaba tan cerca, sentía la brisa del aire seco en su rostro. Habían varios soldados que le hicieron una seña de silencio y que sigilosamente se acercaron a él.

Estaba afuera y los oficiales a medio camino, cuando un bramido de dolor y otro de furia se hicieron presentes, reconocía esas voces y sintió que su falsa idea de libertad se derrumbaba.

–¡Anthony! ¿Dónde estás? ¡Regresa ahora mismo si no quieres que él muera! –lo demás quedó en silencio.

Los soldados bajo el caso de protección lucieron un gesto de preocupación y de negación ante la posible acción que el millonario realizaría.

Se quedaron quietos esperando ver su siguiente movimiento, corrieron olvidándose del sigilo cuando el hombre a quien debían rescatar regresó a la cabaña. No podían ingresar, si lo hacían corrían el riesgo de arruinar la operación ocasionando la muerte de los tres hombres.

La escena que Tony observó fue perturbadora. Steve sostenía con fuerza a quien lo había ayudado a escapar por unos segundos, le repetía que obligara a los uniformados a irse y el cautivo respondía negativamente con odio evidente.

Rogers tenía su brazo en el cuello de Banner y lo ahorcaba con furia. Stark no entendía porque su amigo había ingresado a la cabaña a por él cuando un soldado más capacitado pudo haberlo hecho.

Discutían cuando se percataron de la presencia de Stark.

–Tony, ¡no! ¡Vete ahora, huye! –no pudo decir más, la presión en su cuello se hizo más fuerte y dolorosa.

–Cierra la puta boca Bruce, ¿quién crees que eres para darle órdenes a mi Tony? –escupió con autoridad mientras miraba fijamente a la persona que amaba.

Era consciente de la poca cantidad de tiempo que les quedaba juntos. En cualquier momento todo acabaría.

–Steve –sus cuerdas vocales ardieron al pronunciar ese nombre –estoy aquí contigo. Vamos, déjalo ir, es nuestro amigo, ¿recuerdas?

Hubo un pequeño rastro de nostalgia en los ojos azules del rubio, pareció un momento de debilidad que no duró lo suficiente.

–¿Tanto te importa? Tú volviste solo por él –hablaba entre dientes con el ceño fruncido, tenía la voz quebrada como si fuera a llorar.

A N I M A L SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora