XII

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Draco

Lo único que necesito en este momento es desconectarme de todo. Así que antes de que salga el sol me levanto y me visto para salir a dar un paseo. Harry duerme plácidamente con el pelo cayendole descuidado sobre el rostro. Y lo envidio, porque no he podido pegar un ojo en toda la noche, y lo único que he hecho es darle vueltas en mí cabeza a esta situación.
La carta que envió el ministro Kingsley solo prueba una cosa: Harry jamás estuvo aquí porque quisiera. Fui un iluso al creer que nuestro segundo encuentro en el bosque encantado se debía a qué él había vuelto por mí; había vuelto porque se lo pidió el ministerio, y como falló en no poder quedarse no les quedó otra opción más que recurrir a medios más drásticos, y ordenarme quedarme bajo su vigilancia.
Tal vez, incluso los momentos que compartimos fueron una farsa, ¿Por qué no? Tal vez se trataron de una estrategia para que yo como un iluso lo dejara permanecer más tiempo conmigo, solo para recibir una miserable cuota de cariño.
Por un momento, siento rechazo hacia mí mismo, por haber sido tan ingenuo y salgo de la habitación antes de que el enojo sea más fuerte de lo que puedo manejar.
Bajo las escaleras y me dirijo al estudio, una vez dentro corro las cortinas y me siento detrás de mí escritorio con el libro en el que anoto las medidas de las posiciones que preparo. Los experimentos que había estado llevando a cabo antes de la llegada Potter no estaban funcionando, y debía seguir intentando si quería dedicarme a la alquimia completamente.
Pero cuando me disponía a concentrarme en las pociones alguien tocó la puerta.

-¿Si? -digo irritado.

-¿Puedo pasar? -la voz de Astoria me hace saltar de mí asiento.

Ella entra sin esperar una respuesta, lleva puesto un vestido verde que la hace lucir como una mujer adulta, y el cabello recogido en un moño muy cuidado. Me sonríe con amabilidad, y salgo de mí escritorio para recibirla.

-Lamento haber venido sin avisar -sus ojos me analizan para ver mí reacción- solo vine a traerte un pañuelo que te olvidaste ayer.

Tiende su mano con mí pañuelo color verde, no recordaba haberlo sacado en ningún momento, por lo que no entiendo cómo es que me lo olvidé. Aún así, lo tomo y le sonrio.

-Puedes venir siempre que quieras, Astoria, eres bienvenida -trato de sonar amable, pero sé que ella percibe la desconfianza en mí voz.

Se acerca con un paso cauteloso, casi como quien va a cazar una presa, y apoya su mano en mí brazo y yo trato de que no esté tan tenso.
Se estira con suavidad y puedo sentir su perfume inundando mí nariz, y el calor de sus labios cuando los apoya con suavidad sobre los míos. Quiero resistirme, pero mí cuerpo no responde, y dejo que mí boca se mueva sobre la de Astoria tal como lo hizo en el bosque. Mís manos descienden por su cuerpo hasta sus caderas y la atraigo hacía mí, mientras siento como nuestras respiraciones se agitan.
Ella sube sus manos y toca mí cuello, es la primera vez que me toca así, y mí cabeza da un vuelco. Imágenes se agolpan en mí mente apenas dejándome tiempo para procesarlo, pero logro distinguir, sin esfuerzo, la cara de Voldemort cuando había recuperado su cuerpo.
Me aparto de golpe y retrocedo hasta chocar con mí escritorio, una sensación me hace retorcerme de dolor y un grito llega a mis oídos aturdiendome aún más. No es hasta que veo a Harry sobre mí diciéndome cosas inentendibles, que me doy cuánta de que el grito fue mio.
Cuando vuelvo en mí Astoria ya no se encuentra en mí estudio, y Harry está sobre mí sacudiéndome por los hombros. Al verme reaccionar se aleja de a poco para ayudarme a sentarme.

-¿Que sucedió, Draco? ¿Estás bien? -suena genuinamente preocupado.

-No lo sé -siento la garganta seca, trato de aclararla, empeorando aún más la situación- no sé que ha pasado, yo... ¿Donde está Astoria?

-Se ha ido cuando me vió aparecer, parecía haber visto un fantasma -su vos suena más relajada, pero noto la tensión en su espalda- Draco, debes decirme que sucedió

-No lo sé, Potter. Ella me besó, y todo estaba bien, y luego me tocó y la imagen de Voldemort vino a mí y la sensación de ahogamiento que producía su tacto, y luego un terror que nunca había sentido -las palabras salen sin control, y las lágrimas también.

El no me responde, pero noto la preocupación marcando su rostro. Y se que estoy llorando demasiado cuando me toma en sus brazos y me envuelve. Está cálido, y a diferencia del tacto de Astoria, el suyo me produce una paz inexplicable. Siento como poco a poco, me calmo. Pero incluso cuando mí llanto a cesado, ninguno de los dos se aleja, y siento su corazón latiendo con tranquilidad en su pecho.

-¿Te sientes mejor? -su voz me obliga a alejarme.

-Eso creo -evito mirarlo a los ojos, porque sé que están analizandome, y me siento avergonzado de haberme mostrado tan débil.

-Draco, creo que algo extraño en Astoria -levanto la mirada de golpe- hay algo en ella que hace que me sienta en constante alerta.

Me alejo de golpe de él. ¿A qué viene esto ahora? No me quieres, Harry Potter, déjame intentarlo con alguien más. Pero no se lo digo, en cambio me pongo de pie y salgo a paso rápido de la casa, sintiendo como me pisa los talones.

-¡Draco! -me detengo, estamos casi en la entrada del bosque y el llega a mí con la respiración agitada.

-No sé que esperas que te diga, Potter. Astoria me gusta, y me molesta que hables así de ella.

El avanza un paso, con el mentón levantado y me mira con enojo.

-Que rápido Malfoy -una sonrisa burlona se dibuja en su rostro- hasta hace tres días el que te gustaba era yo.

Supongo que no tiene sentido negarlo, así que le contesto:

-¿Que sucede Potter? ¿Te molesta no ser el único?

La sonrisa burlona desaparece, y en su lugar su rostro, por primera vez, me mira inexpresivo.

-Solo trataba de protegerte -su voz suena fria- puedes besar a Astoria tanto como yo beso a Ginny, pero no esperes que te ayude cuando las cosas se vuelvan oscuras; porque eso es lo único que haces Malfoy, buscas la oscuridad y luego te quejas de que es demasiado para ti.

Sin darme tiempo de responder se gira para volver al interior de la casa, aunque creo que tampoco hubiera podido decir nada.
Espero a estar fuera de su campo de visión y me siento en el césped, abrazándome a mí mismo. Necesito permitirme llorar.

Siempre haz sido tú [Drarry]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora