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Narra Harry

Kingsley esta molesto, no hace falta ser demasiado listo para darse cuenta, se que en parte es por mi culpa, y en parte por la posibilidad de que los dementores esten atacando de nuevo, o incluso ante la creencia de que Voldemort ha vuelto, lo ha hecho antes, no deberia sorprendernos que lo hiciera de nuevo.

No. Yo lo he vencido.

-Es que no lo entiendo Harry, me dices que haz vuelto porque Malfoy te lo ha ordenado y disculpame si te digo que eso no suena nada a ti.

No, no lo hace, pero ¿Como le explico a Kingsley que me he besado con Draco Malfoy y que estuve demasiado perdidos en asuntos de pantalones como para preocuparme por una maldita investigación de la que depende mi fama como auror y el bienestar del mundo mágico? Exacto, no hay forma, al menos que lo que quiera sea ganarme mi despido.

-No tengo una respuesta para darte, Kingsley, sabes que malfoy me ha puesto los pelos de punta desde siempre. No pensaba insistir para quedarme en su casa -respondí, todo lo apasiblemente que pude.

-Creí que eras mas profesional Harry, crei que podría confiarte una misión de esta talla. Pero esta claro que no puedo confiar en que nadie me ayude en este maldito ministerio.

La luz comienza irse a través de su ventana. Y la proyección de sombras que genera esta puesta de sol le da un aspecto siniestro a la oficina del ministro. El hombre delante de mi garabatea una nota con su pluma y en lo único que puedo pensar, es en lo diferente que serian las cosas si Dumbledore estuviera aquí, si mis padres lo hicieran. Y a pesar de que debería sentirme preocupado por lo que le sucede a Ginny, o por cumplir esta maldita misión, en lo único que puedo pensar es en la profunda necesidad de sentir a Draco junto a mi, no como alguien a quien quiero, sino como alguien a quien deseo, mas que a nada. 

-Lleva esta nota a Malfoy -dice Kingsley sacándome de mis cavilaciones de golpe- Esta firmada por mi, asi que no le quedara otra opción que obedecer a mis ordenes. 

-¿Que dice?

-Que es orden del ministerio que le acompañes a cualquier lugar que vaya, para evitar posibles altercados que se puedan producir por la estadía de su padre en las cárceles del ministerio.

-¿Te preocupa que ayude a su padre a escapar?

-En realidad lo creo muy poco probable, pero esta escusa te dará tiempo para que investigues esa puerta, y para que vigiles a ese muchacho, nunca me he fiado de el.

Supongo que no puedo negarme, se me esta dando la misión servida y no puedo seguir fallando. Debo ir a esa casa y averiguar que es lo que esconden los Malfoy, y sobre todo, hacerlo lo antes posible. No creo que mi cercanía con Draco se beneficiosa para nadie.

Asi que me despido de Kingsley, y camino hasta las chimeneas. Debo ver a Ginny antes de partir, porque es probable que no vuelva a verla en un largo tiempo. Lo que no esperaba era que al salir de la red flu encontraria en la madriguera a John Kingsley, el único hijo del ministro, conversando animadamente con Arthur y Ginny. Ninguno de los tres me nota, por lo que carraspeo un poco para no interrumpir de golpe la conversación. Ginny es quien se da cuenta y corre a saludarme con un calido beso en la mejilla. 

-No te esperaba hasta dentro de unos días -dice ella guiándome hasta la mesa. 

-Vuelvo a partir en unas horas, pero quería saludarte primero -le respondo mientras saludo con la mano a Arthur.

Supongo que ya conoces a John, Harry -dice mi suegro.

-Oh si, por supuesto. He escuchado hablar de el y sus hazañas, como... ser hijo del ministro de magia.

Una sonrisa petulante se forma en su rostro. Ni siquiera se ha dado cuenta de que ha sido un insulto.  Pero Ginny si, y la noto tensa a mi lado.

-Asi que tienes una nueva misión -comenta Arthur, claramente tratando de romper el silencio- ¿De que se trata hijo?

-Me gustaria contarle Sr. Weasly, pero se trata de un asunto confidencial del ministro.

El asiente con la cabeza, y tengo la sensación de que me lo pregunto para ponerme a prueba, después de todo no seria tan extraño.

-Sientate Harry -dice Ginny- mamá hizo pasteles de calabaza hoy y están deliciosos.

Me siento al lado de Arthur y la conversación vuelve a tomar el curso que tenía antes de mí interrupción, John se extiende hablando sobre su viaje a América y mí mente divaga por los recuerdos vividos de mis experiencias en los pasados días, es decir: pienso en Malfoy. En Malfoy y su sonrisa petulante, en Malfoy y su aroma, en Malfoy y su piel, en Malf...

-¡Harry! ¿Estás escuchando? -pregunta Ginny, molesta.

-Lo siento mucho, me distraje. ¿Que decías?

-Que John se ha ofrecido a acompañar a Ginny en estos días en que tu no estés -comenta Arthur.

El pastelito de calabaza se atravesó en mí garganta y provoco que me ahogara y tosiera, escupiendo migas por toda la mesa.

-¿Es eso necesario? -pregunte, con más energía de la necesaria

-Bueno, yo no me siento muy tranquila desde el ataque Harry. Y ya que tu no estás aqui, a papá se le ocurrió que John podría pasar más tiempo conmigo, después de todo a los dos nos gusta el quidditch y nos hemos criado juntos.

Con que de eso se trataba todo esto. Arthur no quiere que esté con su hija. Tal vez porque ya no le sirve decir que su yerno es Harry Potter. Tal vez porque piensa que su hija necesita un futuro asegurado y nota que mí carrera no funciona.

No, no.

Aquí el infiel soy yo. Aquí el que no ha respetado a su pareja, el que ha besado a otra persona, el que desea a otra persona, soy yo.
Tal vez lo mejor para Ginny sea pasar tiempo con John. Tal vez debería ir a la maldita casa de Malfoy y cumplir con mí trabajo y volver y hacer a mí novia feliz. Tal vez, debería.

Siempre haz sido tú [Drarry]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora