Capítulo 32

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The night we met - Lord Huron

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The night we met - Lord Huron

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Mi corazón siempre será tuyo. —Jane Austen

La habitación se llenó de suspiros, de ruegos y de exclamaciones que testificaban el más puro amor

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La habitación se llenó de suspiros, de ruegos y de exclamaciones que testificaban el más puro amor. Sus manos se acariciaron y se reconocieron como un artista a una obra de arte. Andrew la amó y Maggie conoció por primera vez lo que era ser amada por un hombre. Se dejaron llevar sin tapujos, ni inhibiciones. Y se amaron hasta que el fuego los consumió de tal manera que, desde ese día, ellos no volverían a resurgir hasta volver a estar juntos. Y es que, quizá, este no era su final, sino un comienzo que tardaría en hacerlos resurgir, que solo los alejaría por un momento.

Sin embargo, y mientras su amor se cocinaba a fuego lento, sus labios se acariciaron, sus manos se resbalaron por cada cúspide y declive. El aire se escaseó y la danza de sus corazones fue transmitida por la rudeza de sus embates. Por la urgencia de permanecer así: a solas, juntos, por un instante más, por un minuto que rogaban se volviera una eternidad. Todo surgió y se dio con sutileza y cuidado. Andrew la procuró en todo momento, la trató con tanta delicadeza que Maggie en verdad creyó que podría romperse por toda la presión que ejercían sus sentimientos en su interior. Por la desesperación y la insaciable sed que sentía por los besos y caricias de su Andrew.

Rieron, suspiraron y se amaron. Sin interrupciones, sin prejuicios, ni prisas. Se dejaron envolver en el manto de la exaltación y, por ese instante, todos sus miedos y demonios cesaron sus voces, fueron ahogados por el fuego que recorría sus venas, por el ímpetu del calor. Y porque, finalmente, supieron que esa plenitud que sentía —misma que parecía que iba a desaparecer en cualquier instante—, la volverían a sentir, porque lucharían por ella.

Reveses de la vida© [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora