CHAPITRE VI

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Dos chicos con distintas realidades que comparten un café.

—«Café para dos», theparkjimin.


Intentó cruzar la calle, pero antes de hacerlo, se fijó en el semáforo que estaba en rojo y aprovechó la ocasión para cruzar.

Antes de entrar a la tienda de conveniencia, le cae una gota de lluvia en el rostro; miró al cielo y se encontraba las nubes grises, sabía que la lluvia que se avecinaba tardará mucho en detenerse, así que era mejor comprar lo que más o menos necesitaba para la noche de hoy en irse directo a casa.

La campanilla suena anunciando su llegada y, tanto el cajero como la chica que estaba acomodando los productos en su lugar voltean a verle y hacen una reverencia a la cual el rubio saludó e hizo reverencia a los presentes—. Bienvenido.

—Buenas noches. —avanzo hacía el pequeño pasillo por fideos. Dio un suspiro, a causa del frío, se frotaba las manos mientras exhalaba un poco contra ellas para entrar en calor. A parte del frío que hacía en las noches de Seúl sumando el aire acondicionado de la tienda, era una congelación segura.

Lo que tenía planeado era:

-Huevos.
-Pan.
-Fideos.
-Snacks.
-Yogurt y,
-Chocolate para hacerlo caliente.

Y claro, una caja de cervezas para acompañar.

Se fue en busca de una canasta para llevar las cosas y se encontró con Pringles Cheddar Cheese, sus favoritos. Su sueldo no le cubría tal lujo, pero como no eran todos los días que comía uno de esos. a la canasta.

Pagó por los artículos los cuales estaban en la lista y otras que fueron repentinas como las cervezas, los pringles de queso, el chocolate ya que era como opcional. Cuando el cajero sacaba la factura, Jimin miró detenidamente los pringles de queso y comenzó a tener un vacío nostálgico en el pecho.

Extrañaba amar, pero no quería extrañar lo que era amar.

Amar una cosa era muy difícil de soportar y más y era una persona que nunca te valoró.

El amor siempre lo inculcaban como algo único, mágico, era algo que no se vivía todos los días. Señor estaba ese alguien pendiente de ti, preocupado, esperándote para comer o ver una película en casa.

Daba rabia a veces de lo curso y estúpido que a veces era la situación si abrís un poco los ojos, pero, a la vez era una felicidad incalculable. Masoquista pero cierta.

Quieres, pero a la vez no quieres sentir. Y ahí es donde el destino quería volver a aplicártela de nuevo.

Y el destino estaba justo en frente de él, ¿buscando... preservativos?

Si, preservativos.

Y tenía a parte una barra familiar de chocolate. Estaba leyendo lo que sería la información contenida en el producto mientras en momentáneas verá medio leía el paquete de piña que estaba puesto en su lugar.

Se fijó en el chico, era alto, de espalda ancha y cabello negro pero brillante como si el mismo cabello cobrase vida en su campo de visión; se encontraba de espaldas, obviamente, pero Jimin disimuladamente, hacía como quien no quiera la cosa, mirando unos productos de depilación que estaba justo al lado de los preservativos.

Si, disimuladamente se acercó.

—No entiendo nada. —murmuró el chico releyendo el producto un poco ansioso.

El rubio dándole pena ajena se le acerca al chico, este le mira un poco avergonzado por lo que tiene en la mano y deja lentamente el paquete de preservativos.

—Oh, no tranquilo. Más bien vengo a ayudarle. —le aclaró Jimin también avergonzado.

—No vaya a pensar que es para mí por favor. —continuo— Es para mí primo, le hago un favor.

Oh. —Para nada. ¿Qué no entiende?

—Todo, pero no le quiero molestar mucho.

Sonriente, le muestra las dos bolsas con las compras ya hechas—Mi trabajo ya está hecho.

"Qué atractivo es, Dios Santo.", era lo primero que se le ocurrió; el pelinegro apenas miraba atónito la naturalidad, el poco esfuerzo que hacía el chico rubio que tenía en frente para ser tan hermoso. "Listo, morí", terminó de decirse.

Era como estar en un campo de fusilamiento y Jungkook prefería que el mismo rubio le disparase con su innata belleza.

Se dejaría matar por él. Es que, es precioso el condenado. Muy bello.

Y entonces notó que lo había visto en algún lado, claro, era el chico de la caja registradora del café.

¿Quién iba a creer que el mundo fuera tan pequeño para poder encontrarse a tal preciosura?

Claro, eso no se ve muy seguido. Las bellezas naturales no se ven muy seguido por lo cual está situación era diferente.

Y cómo se recitaba en el siguiente texto de un famoso libro: La vida real te enseña que sí vives de amores platónicos, terminarás sola, o en este caso, solo por la eternidad. Y en la vida real los chicos como este no se veían todos los días y era poca la posibilidad de que se fijase en uno básico como yo.

Jimin le recomendaba algunos y les mencionada el uso cuidadoso de aquellos globitos. El pelinegro se para justo en frente de él— ¿Sucede algo? —preguntó.

—Quisiera pedirte un favor.

Despreocupado, le elije un paquete de condones y le menciona que sería mejor pagar ya que se acercaba la lluvia. Entonces ambos de acercaron a caja, el chico del cabello negro brilloso pagó lo que necesitaba y salieron de la tienda.

El rubio intercambio uno que otras palabras antes de irse—Necesito pedirle un favor. —No sabía cómo iba hacerlo, pero no podía echarse para atrás.

—Claro, ¿qué cosa? —le sonríe. Él Es un ángel. ¿Dónde vergas has estado guapetón?, se cuestionó Jungkook. Y después recordó a su primo, no era como él, pero admitía que es muy atractivo.

—Sonará un poco grosero, pero espero no pienses que soy... que yo, bueno. —respiró hondo y lo dejó salir lentamente.

Puedes hacerlo, concéntrate, todo por el bastardo de tu primo.

—¿Quieres acompañarme el sábado a una taza de café?

Él sonriente asiente y le dice que sí. Tanto en rubio como el pelinegro estaban contentos, pero hacían como si fuese algo normal. Intercambiaron números y caminaron hasta una pequeña plaza con poca gente transitando y se despidieron a diferentes direcciones.

Ambos antes de irse se despidieron diciendo: —Hasta el sábado.

Y sí, Jimin había confirmado que el destino buscaba la manera de que Jimin volviese nuevamente a creer en el amor.

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⏰ Última actualización: Sep 30, 2023 ⏰

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