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𝟤𝟧.𝟢𝟥.𝟤𝟢

una mañana más en el hermoso pueblo de karmaland, o mejor dicho, una tarde, pues el reloj que estaba en una de mis paredes ya marcaba las tres pasado mediodía en cuanto me desperté de mi largo sueño. mi madre siempre me decía que todas las cosas que imaginabas mientras dormías, eran significativas a lo largo de nuestra existencia, pero el que mi mente me haya proyectado levantando a alexby desde una mesa navideña mientras nos encontrábamos en un concierto de willy no me resultaba importante para mi vida cotidiana, pero bueno, al menos estuvo bastante divertido.

me levanté de mi enorme cama a duras penas, pues quería seguir durmiendo, pero al oler mi ropa, supe que debía ir con urgencia a la ducha antes de que me viese alguien, debía resguardar mi belleza. mi rostro se dirigió directamente a mi espejo del baño en cuanto llegué a este, habían desaparecido las ojeras del día anterior, así que le di un ave maría a jesucristo por cumplirme la petición de ser más bello cada día.

mientras encendía la ducha para mi baño de todos los días, marqué el primer número que había pillado en mi agenda de contactos, a la par de que me retiraba cualquier prenda que bloqueara mi objetivo principal, el que era limpiarme del sucio olor que había creado mi cuerpo.

—hola, guapete—

la voz ronca y a la vez suave de rubius me hizo estremecer, supuse que estaba durmiendo, por lo que me sentí un poco mal por despertarle, pero debía hacerlo de igual forma, pues hoy teníamos una cena, y no quería que fuera un irresponsable como yo.

—¿hoy va la cena?—

alcé la voz una vez me sumergí en el agua tibia de mi bañera, sentí como todo mi interior se calentaba, era una sensación hermosa, y más aún ahora que estábamos en invierno, venia como picha al culo lo que estaba haciendo.

—pues claro, y creo que eres el
único que va con retraso—

alcé una de mis cejas aunque fuese incapaz de verme, y le respondí acercando mi rostro al teléfono.

—tú acabas de despertar—

—pero vivo a un lado del pueblo—

corté, poniéndome nervioso al ver que intentaba reprocharme por mi falta de profesionalismo ante nuestras salidas, luego salí corriendo hacia mi habitación sin toalla ni mierdas para elegir lo primero que me mostró mi gran armario, que trataba de una polera negra acompañado de unos vaqueros azules que sabía perfectamente que me quedaban de puta madre. luego de tener lista mi vestimenta, procedí a arreglar un poco mi rostro, pero no decidí darle mucho tiempo, sólo me vertí algo de brillo a mis labios y peiné un poco mi cabello para que no se viera tan desordenando.

amnesia ; auronbowlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora