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𝟥𝟣.𝟢𝟥.𝟤𝟢 ✿
—oye, ayúdame mi mano apenas podía acercarse a mi chico, estaba tan cerca, pero a la vez tan lejos, y me molestaba mucho que se tomase esto a juego, cada segundo que pasaba podía ver como la sonrisa en su rostro se ensanchaba.
menudo gilipollas.
—tú puedes auron
fruncí el ceño, me estaba enojando mucho con la calma que abordaban sus palabras, y no me quería desquitar con él.
respira hondo, raúl. —hablo en serio
—y yo también
suspiré, intentando apaciguar mis temperamentos, di un salto muy alto y bastante costoso para mi, y al ver que aún no podía llegar a pescar la rama que tenía en mi cabeza, exploté de rabia. —¡coño, ya!
desordené mis cabellos mientras lo veía esbozar una sonrisa, a veces era tan toca cojones.
otras veces, también.
—¡si, soy un puto enano, ahora ayúdame!
me tendió la mano para que la puede agarrar, y al hacer aquello pude sentir como me impulsaba hacia arriba para que pudiese salir del enorme agujero en el que me había caído. —¿qué pasó con el auron que hacía todo por sí mismo?
sacudí mis prendas de cualquier rastro de tierra. —tienes razón, mi única debilidad es la altura, pero para eso no necesito un gilipollas como tú
—me amas, admítelo
rodeé los ojos. —claro
...
—auron...
negué con mi cabeza al volver a sumergirme en mis recuerdos por cuarta vez en el día, no podía creer que estos cada vez más se apoderaban de mi vida, ni siquiera podía concentrarme bien con mis amigos que apenas recordaba, esperaba poder al fin cerrar este tema de mierda y seguir con mi vida cotidiana.
—auron... —volvió a repetir el peliblanco mal teñido, yo esbocé una sonrisa al verlo con el ceño fruncido.
—te ves bonito tras las rejas —dije en tono burlón, podía ver como cada vez se enojaba aún más. —ya chico, ¿cómo quieres que te ayude?
